Texas (7)
El corazón de Stephen Austin comenzó a latir más rápido al escuchar los cascos implacables de la caballería acercándose.
El campo de batalla que se extendía ante él era desolador, pero había decidido luchar hasta el final.
"Lucharé hasta el último momento."
Renunció a seguir corriendo y, en su lugar, se refugió tras una roca y comenzó a cargar su mosquete.
Sus manos se movían con rapidez y precisión mientras, al mismo tiempo, observaba de reojo a los jinetes que lo perseguían.
¡Bang!
Uno de los jinetes que lideraba el grupo disparó su pistola. La bala pasó rozando la oreja de Stephen.
En ese instante, sintió que la muerte lo alcanzaba, pero rápidamente se recompuso y apuntó su arma hacia el enemigo.
El jinete que había disparado aún lo tenía en la mira.
"¿Le disparó y aún sigue apuntando? ¿Ni siquiera sabe que ya disparó? Maldito idiota."
Era una lástima que su último enfrentamiento fuera contra un enemigo tan tonto, pero Stephen se preparó para apretar el gatillo. En su corazón, estaba decidido a llevarse al menos a uno de sus enemigos con él.
Sin embargo, ocurrió algo inesperado.
¡Bang!
El jinete, que ya había disparado una vez, volvió a disparar. Stephen cayó al suelo de inmediato.
Uno de los jinetes se acercó a él, guardó su revólver y comprobó su estado. Con una fría voz, dijo:
"No podremos llevarlo con vida. Maldición, quería herirlo en la pierna, pero se dio la vuelta y me apuntó con su arma."
"No importa. Al menos recuperemos el cuerpo."
"De acuerdo."
Stephen escuchaba su conversación mientras sus últimos momentos se acercaban. En ese instante, la voz de su leal subordinado, Jonathan, resonó.
"¡Stephen!"
¡Rat-a-tat-tat!
Jonathan había corrido hacia él para salvarlo, pero fue abatido por las balas de la caballería y cayó en el acto.
Su valiente intento fue en vano. Los dos líderes principales de la milicia texana perdieron la vida en un abrir y cerrar de ojos.
El comandante del regimiento de caballería gritó con fuerza:
"¡Ríndanse! ¡Stephen Austin ha muerto!"
"¡Si quieren vivir, tiren las armas y ríndanse!"
Ese grito retumbó en el campo de batalla.
Los soldados de la milicia texana, conmocionados, arrojaron sus armas y se rindieron. La caballería del Imperio Mexicano persiguió a los que huían, mientras la infantería limpiaba el campo de batalla.
El príncipe, observando desde lo alto, comentó:
"Una victoria total."
"Sí, parece que apenas hemos sufrido bajas."
Poco después, el ejército del Imperio Mexicano entró en San Antonio con más de 1,000 prisioneros. La ciudad estaba sumida en un silencio absoluto.
***
Mientras el ejército del Imperio Mexicano marchaba hacia San Antonio, el mayor Ricardo perseguía a su objetivo.
¿Cuántos días habían pasado ya?

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Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano
Historical FictionMe convertí en el príncipe heredero. "Si hubiera sabido esto, habría ido a Inglaterra o a Estados Unidos." Ah- Suspiré profundamente. Era un joven común al que le gustaban los juegos de historia. En los juegos de historia aparecen muchos países, per...