Capitulo 162: Coronación (3)
“Antes de continuar con la ceremonia de coronación, tomaremos un breve receso para almorzar.”
El primer ministro anunció la pausa.
Después de cuatro horas de una solemne ceremonia de abdicación, no solo yo, sino todos los presentes, necesitábamos un descanso.
Los ciudadanos que habían venido a presenciar el evento aprovecharon para comer los almuerzos que habían traído o buscaron restaurantes cercanos, mientras que los dignatarios nacionales y extranjeros fueron guiados por el personal hacia el cercano Hotel Solís, donde se había preparado el almuerzo.
“¡Oh! Es sorprendente subir usando una máquina.”
“Se llama un ascensor.”
“Entiendo. Es realmente conveniente.”
El Hotel Solís, el primer hotel de lujo del país, reconocido internacionalmente por su diseño exterior, interior y servicio de primera clase, se había convertido en un lugar imprescindible para las personas adineradas del país y los diplomáticos.
Era una escena repetida: los dignatarios extranjeros, al usar el ascensor por primera vez, hacían comentarios de asombro, mientras los diplomáticos les explicaban el funcionamiento.
Mientras los invitados nacionales y extranjeros disfrutaban de su comida en el gran salón de banquetes, la familia imperial almorzaba por separado.
Pam, pam, pam
Justo cuando comenzamos a almorzar, como estaba previsto, la banda militar empezó a tocar. La idea era ofrecer entretenimiento durante el descanso para evitar el aburrimiento.
Al terminar el almuerzo, el primer ministro declaró la reanudación de la ceremonia.
“Uf…”
“¿Estás nervioso?”
Cecilia me preguntó al verme suspirar.
“No, es solo que es demasiado largo.”
“...Eres la única persona que se quejaría de que su propia coronación es demasiado larga.”
“Es solo una broma.”
Con esa broma ligera, me relajé un poco y caminé hacia el centro de la catedral.
La primera parte de la coronación era la ceremonia en la que mi padre colocaría la corona sobre mi cabeza.
Me arrodillé frente a él.
Mi padre estaba en el centro, y a ambos lados se encontraban los arzobispos.
En el centro del altar de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, a la 1 p.m., la luz del sol atravesaba los vitrales, llenando el espacio con una luz resplandeciente.
Cuando mi padre, Agustín I, levantó cuidadosamente la corona que sostenía en sus manos, todos los presentes contuvieron la respiración, y en silencio, la corona descendió lentamente hacia mi cabeza.
Humm-umm-umm
En ese preciso momento, el majestuoso sonido del órgano resonó por toda la catedral, y el primer ministro comenzó a aplaudir.
Clap-clap-clap-clap-clap
Aunque la ceremonia era solemne y no hubo gritos de celebración, los aplausos fueron entusiastas.
Mientras la catedral se llenaba con el sonido de los vítores y el impresionante órgano de tubos, sentí el peso de la corona sobre mi cabeza.
Pero la corona no era todo. Los símbolos del poder real, conocidos como regalia, incluían el cetro, la espada y el orbe, además de la corona.

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Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano
Historical FictionMe convertí en el príncipe heredero. "Si hubiera sabido esto, habría ido a Inglaterra o a Estados Unidos." Ah- Suspiré profundamente. Era un joven común al que le gustaban los juegos de historia. En los juegos de historia aparecen muchos países, per...