Capítulo 176

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Capitulo 176: Colombia (5)

De entre los líderes del ejército revolucionario, el 70% creía que debían tomar el control de Nueva Granada, fundar un nuevo país y gobernarlo directamente. Sin embargo, solo unos pocos, como Antonio Márquez y Miguel Santander, miembros fundadores, seguían apoyando la idea original de unirse al Imperio Mexicano.

Márquez, un joven líder revolucionario, enfrentado a esta cruda realidad, se tomó un momento en su habitación para mirar al cielo a través de la ventana. La luz del atardecer entraba oblicuamente, bañando la estancia en tonos cálidos. Después de una breve reflexión, Márquez habló ante los demás líderes:

—Primero, vamos a la capital. Tomemos el control y decidamos nuestro destino.

La decisión de Márquez fue otra vez una medida temporal, un intento de mantener un delicado equilibrio entre los ideales simples que habían encendido la chispa de la revolución y las duras realidades de la política. A pesar de sus debates y reflexiones, no encontraba una respuesta clara. Sentía cómo todo esto se estaba desbordando, escapando a su control.

No obstante, no podía renunciar ahora. Afirmó que no podían dividirse todavía, pues aunque habían derrotado a la alianza iglesia-terrenos, no controlaban los territorios, y el gobierno central de la capital aún los veía como rebeldes.

Afortunadamente, los otros líderes estuvieron de acuerdo. Tomar la capital y controlar la nación era lo que todos deseaban.

Gracias a la mediación de Márquez, el ejército revolucionario, temporalmente unido en su decisión, marchó hacia la capital. El camino hacia Bogotá, a 2.500 metros sobre el nivel del mar, era largo y accidentado. Al principio hacía calor, pero a medida que subían, el frío se intensificaba.

Finalmente llegaron a la capital.

En las calles de Bogotá se respiraba tensión. Por un lado, el fervor de quienes ansiaban un cambio; por otro, la incertidumbre de aquellos que querían preservar el orden establecido. En el aire flotaba una extraña sensación de que algo nuevo estaba por comenzar.

El gobierno central intentó reclutar a los ciudadanos de la capital para enfrentarse al ejército revolucionario, pero se encontró con una feroz resistencia.

—¡Fuera! ¡¿Reclutamiento?! —gritaron algunos—. ¡Encárguense ustedes de su lucha por el poder!

—¡Preferimos a los revolucionarios! —gritaba otro grupo, mientras se amotinaban y golpeaban a los oficiales de reclutamiento.

En lugar de enfrentarse al ejército revolucionario, los ciudadanos de Bogotá se alzaron contra el gobierno central. Con su ayuda, Márquez y su ejército entraron en la capital sin derramamiento de sangre. El bullicio llenó la ciudad cuando las multitudes, ansiosas por el cambio, se reunieron bajo la bandera de la revolución. La escena de Márquez cabalgando a través de la multitud, que lo aclamaba como un héroe victorioso, era majestuosa.

El autoproclamado presidente, quien había asumido su cargo sin ningún tipo de votación, fue rápidamente arrestado sin oponer resistencia.

Finalmente, la revolución había triunfado.

—¿No es hora de decidir ya? Hemos tomado la capital, ¿por qué vacilar? —dijo Esteban Espinosa, quien había consolidado su posición como el tercer líder en importancia del ejército revolucionario al agrupar a los partidarios de la creación de un nuevo Estado.

Espinosa, oriundo de la provincia de Cartagena y uno de los miembros fundadores de la Unión Ciudadana Libre, inicialmente había apoyado la idea de unirse al Imperio Mexicano, pero en algún momento cambió de opinión. Ahora, la idea de fundar un nuevo país se había convertido en una de las principales corrientes dentro del ejército revolucionario, una opinión que ya no podía ser ignorada.

Me convertí en el príncipe heredero del Imperio MexicanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora