Capitulo 131: La guerra México-Estados Unidos (4)
¡Boom!
Otro barco volcó.
Las olas golpeaban con furia, haciendo que el agua espumara alrededor del barco que había sido volteado. El mar, como si estuviera enfurecido, mostraba su poder contra la flota.
—¡Debemos retirarnos! ¡A este ritmo, las pérdidas en la flota serán demasiado grandes!
Los barcos mensajeros enviados por los capitanes de los monitores se agolparon en el buque insignia donde el almirante David Conner se encontraba.
—¡No retrocedan bajo ninguna circunstancia! ¡Si retrocedemos, la derrota será segura! ¡Respondan con fuego concentrado!
Cuando se transmitió la orden del almirante, la tensión en el buque insignia se volvió aún más palpable.
El almirante Conner no podía aceptar la situación: lo que pensaba que estaba bajo control se había derrumbado tras una sola embestida de los acorazados enemigos.
‘Esos malditos novatos con barcos enormes y torpes…’, pensó Conner con desdén y frustración. Sabía en lo profundo que esta batalla no era solo un enfrentamiento de fuerza bruta, sino una lucha de experiencia y estrategia.
Aunque el Imperio Mexicano había gastado enormes sumas para crear una poderosa flota, carecían de la experiencia necesaria. Y como era de esperarse, a pesar de su imponente armada, cayeron en la trampa táctica de la marina estadounidense. En el momento en que pensó que la victoria era suya, el comandante enemigo había usado su astucia para darle la vuelta a la situación.
Retirar los monitores sería como aceptar la derrota. Y una derrota en esta batalla significaría que la gran ciudad sureña de Nueva Orleans sería consumida por las llamas de la guerra. Aún peor, la derrota casi aseguraría la pérdida del control sobre la navegación del río Misisipi.
‘Si perdemos el Misisipi…’, pensó Conner, pero se obligó a detener ese pensamiento.
—Transmitan la orden a todos: ¡no se retiren bajo ningún motivo!
Los monitores que Estados Unidos había producido en masa estaban diseñados exclusivamente con el propósito de infligir daño a los acorazados enemigos, lo que llevó a que su costo de construcción fuera reducido. Naturalmente, no podían compararse con los monitores mexicanos en términos de calidad, pero la marina estadounidense no tenía otra opción dada su limitada asignación presupuestaria.
‘Puedo perder los monitores, pero no la batalla’, pensó el almirante Conner.
Sin embargo, el curso de la batalla no siguió sus deseos.
—¡Disparen según la señal!
—¡Disparen!
¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!
El impacto de los cañones resonó cuando seis monitores dispararon al mismo tiempo contra el Cuauhtémoc, pero la nave acorazada apenas retrocedió unos metros antes de continuar su avance y voltear a uno de los monitores cercanos.
Y eso no fue todo.
—¡Apunten los cañones principales al monitor más cercano!
—¡Sí, señor!
¡Boom!
Los cañones principales del Cuauhtémoc rugieron. El impacto de los disparos a cientos de metros no era el mismo que a menos de 30 metros de distancia.
¡Boom!
—¡Impacto! ¡El...!
¡Boom!
Uno de los monitores, desafortunadamente alcanzado en su depósito de municiones, explotó de inmediato.

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Me convertí en el príncipe heredero del Imperio Mexicano
Fiction HistoriqueMe convertí en el príncipe heredero. "Si hubiera sabido esto, habría ido a Inglaterra o a Estados Unidos." Ah- Suspiré profundamente. Era un joven común al que le gustaban los juegos de historia. En los juegos de historia aparecen muchos países, per...