cuarenta y tres.

3.9K 541 294
                                    

A Dan le gustaba consentir a su niño.

Eran días de Invierno en los que ellos habían tenido muchas citas con toda la cosa romántica que las películas románticas pudieron sacarle a Dan (como por ejemplo, cuando fueron a una Torre alta en donde había una zona en el nivel más alto y el suelo era transparente, o sea se veía la ciudad desde allí y la nieve caer e inclusive Elijah había disfrutado ese momento prendido al cuello de Dan, quien se burlaba con cariño del miedo del menor). También era de aquellos días en los que ellos la pasaban en la cama, acurrucándose y jugando el primer videojuego que encuentren (una vez jugaron en el DS de Elijah algo de Barbie que le tomaron prestado a su hermana), también era de esos días en los que aprovechaban para estar juntos entre nueces y cacahuates (no, galletas no porque en esa temporada subían de precio las galletas) y no se debía de olvidar mencionar los días en los que solo se acostaban y se abrazaban de la nada, sonriéndose como idiotas alrededor de una hora o dos, dependía de cuando la mamá de Elijah entraba a la habitación del niño para re-abastecer el bowl de golosinas.

Días normales de invierno, días felices.

“Dan...”

El aludido hizo un sonido para que continuara hablando y Elijah se acercó a Dan, tocando su hombro y desconcentrando al rubio lo suficiente como para perder la misión de GTA. Elijah traía toallas en sus brazos y estaba en bata de baño que casualmente era azul y combinaba extrañamente con el color raro de sus ojos.

“¿Quieres bañarte conmigo?” musitó con vergüenza, viendo el suelo directamente y juntando la punta de sus pantuflas de baño. Dan apenas y logró sostener el mando antes de que se resbalara de sus manos por la sorpresa que le había ocasionado la pregunta. Iba a decirle que no era lo correcto pero al ver las mejillas rojizas y el labio inferior tan lindo siendo torturado por sus dientes, terminó accediendo.


“Sí, pequeñín. ¿Está bien si me baño en la regadera y tú en la tina para no incomodarte, be-...?” dejó la palabra a medias cuando vio como Elijah apretaba las toallas entre sus manos y ocultaba su rostro entre las toallas.

“Juntos...”

Dan tragó saliva y sintió la ausencia sexual cuando se imaginó a su pequeño bajo sus brazos solo gimiendo para él en una voz bajita. No podía ni pensar de esa manera porque se sentía como el demonio más vil del universo al plantear al chiquillo en una posición erótica que le afectaba profundamente como el hombre que era.

“Mamá no está, Dan...” agregó. El cuerpo de Elijah temblaba, esperando una respuesta a la pregunta que había formulado. “P-Pero si no quieres no hay problema, y-yo... Perdón por haberte puesto en esa situación, yo no sé que estaba pensando, tal vez debería irme a la ducha uh yo lo siento mucho... Olvida esto, por favor.”

“No, espera pequeño...” lo detuvo, apagó la consola y dejó el mando en la repisa. “No te disculpes, yo no lo esperaba pero está bien, Eli. ¿Quieres que te ayude a lavar?” Elijah asintió. “Está bien, está bien... Mueve tu lindo trasero a la regadera bebé, ¿si?”

Elijah asintió, con el mismo tono de rojo en su rostro y Dan lo siguió al baño, entrando después de él mientras sentía el corazón estrujarle todo y con eso se incluía la sangre que iba de más a cierta zona que hizo que la mente curiosa de Dan transformara los azulejos en un lugar perfecto para que la espalda del pequeñín fuera acorralada mientras- uh no.


Elijah le pasó un cesto a Dan para poner sus ropas y sonrió, sentándose en una silla pequeña mientras cubría sus ojos, Dan quiso reír y estrujar al menor entre sus brazos al ver su grado de ternura en esos instantes; entonces Dan se encogió de hombros y se desnudó, doblando la ropa en el cesto que le había entregado el chiquillo que seguía cubriendo sus ojos. Dan se acercó a Elijah y tomó las toallas de sus brazos, dejándolas en una mesita al lado de la regadera y se colocó detrás de él, jalando el moño que mantenía a Elijah cubierto con la bata, quien se ruborizó cuando Dan le bajó la bata por los hombros y la dejó caer en el suelo.

Dan pasó su mano entera por la espalda delgada del pequeño, quien mordía sus labios y soltaba pequeños suspiros que solo activaron una alerta en la cabeza del rubio, quien sacudió la cabeza y tomó de la cintura a Elijah para dirigirlo dentro de la ducha y giró la llave del agua fría, haciendo al pequeño respingar.

“No te voltees o no me hago responsable de lo que te pase en este baño” ordenó Dan, acoplando su mano a la cadera del menor. Elijah podía sentir aquello presionándose contra el inicio de su trasero y eso le hacía sentirse profundamente débil. ¿En qué cabeza cabía el haber invitado a Dan a tomar un baño con él? Elijah quería salir corriendo y desaparecer la sensación de sus piernas que se volvieron frágiles de un instante a otro. Cuando menos se dio cuenta, su cabeza estaba siendo lavada por el chico rubio y su cuero cabelludo le agradecía profundamente el como Dan podía mover la yema de sus dedos. Y en un instante estaba siendo lavado a la velocidad de la luz por las manos de Dan. Podía sentir su respiración en su nuca y Elijah realmente quiso voltear pero no se sentía seguro de poder aguantar la sensación del cuerpo grande de Dan abrazarlo pero en un arrebato de valentía, se volteó y solo vio deseo y amor en la mirada de Dan.


Al instante en el que Elijah se volteó, Dan ya estaba arrinconándolo a los azulejos del baño y apretaba el culo del castaño entre sus manos.

Especímenes raros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora