nueve.

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A Dan le repugnaba evitar a alguien, pero esta vez era necesario porque cada vez que veía a Elijah se sentía acojonado por recordar el último suceso y sabía que el chico iba a estar asustado de  lo horrible que era  su persona. A nadie le gustaban los bravucones, solo a los idiotas, y Dan lo había aprendido por lo que realmente trató de frenar el impulso que sentía y poco a poco fue forjando aquella faceta amable que hasta se sentía cómoda y casi pudo pensar que era en realidad su persona hasta que ese suceso pasó y supo que realmente era un monstruo.

Elijah, realmente no pensaba eso. Tenía miedo sí, pero  había disminuido cuando el chico siempre sonriente había hecho una expresión desolada, como si realmente le hubiera afectado salirse de los parámetros hasta convertirse en aquella persona que arrasó con el otro chico desconocido que lo había insultado. Pero se sentía herido, herido de que después de que el chico sonriente se había metido muy dentro de su corazón, ahora se echara para atrás por un acto así.

Por lo que, cuando Dan estaba en entrenamiento de tenis, Elijah se escondió aprovechando su baja estatura, entre los arbustos y esperó hasta que el chico sonriente no tan sonriente en los últimos días pasara a su lado y entonces lo jaló hacia sí.

Entonces, Elijah simplemente le dio un beso en la mejilla antes de que el otro chico empezara a hablar.

Especímenes raros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora