cuarenta y cuatro.

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A Dan le gustó realmente la textura del trasero de Elijah en sus manos. Oh Jesús y todos los santos, sí.

Elijah saltó por la sorpresa pero no se opuso al tacto desenfrenado del chico mayor, quien chupeteaba el cuello blanquecino del castaño. Dan no podia contenerse de estar llevando sus manos a todos los lados posibles del cuerpo y su mente se nubló cuando sintió el bulto duro del menor presionándose en su pierna y de tan solo ver aquel bulto y aquellas mejillas rojizas hizo a Dan perder el control de lo que estaba pensando y comenzó a lamer la piel suave y recién lavada de Elijah, quien se derretía en puros gemidos pequeños y  tímidos.

Elijah tenía problemas en mantenerse callado mientras Dan enrollaba su lengua alrededor de las tetillas del castaño, quien obviamente nunca había experimentado aquellas sensaciones que Dan le estaba haciendo partícipe y deseó tocarlo, por lo que extendió su brazo y con sus dedos acarició la cabeza del miembro de Dan, quien pareció recobrar la cordura y puso distancia inmediatamente.

“No, así no debe ser. Eli, no. No te lo voy a hacer en un baño, tal vez después pero no va a ser tu primera vez aquí, no voy a permitir que suceda eso, ¿está bien?” musitó, mirándolo fijamente y haciendo al corazón de Elijah latir fuertemente con aquellas palabras. El menor asintió, mirando sus pies pero al ver el miembro duro de Dan se sonrojó y mejor se concentró en la cortina de animalitos, sintiéndose abochornado de repente por aquello. “Te amo así que aquí no pero tomaré esto como tu consentimiento a que me quieres contigo de una manera más íntima. Me gusta eso, eres lindo Eli. Muy, muy lindo.”

Dan se volteó y fue por la toalla de Elijah, colocándosela en los hombros y besó su frente dulcemente, sin prisas, sin disturbios y provocando que sus corazones se sintieran tan cálidos como la temperatura de un panadero cerca del horno.

Especímenes raros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora