Capítulo 40 Aguijón de escorpión

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– ¿Así que de verdad acertaste al predecir que pasaría algo grande? – preguntó Broog, dejando que su curiosidad se asomara detrás de su particular sorna.

– Algo grande está sucediendo ahí fuera, y tú solo eres capaz de burlarte de ello. – replicó el mago, con un tono que denotaba una paciencia al borde de agotarse.

El mago, aún encadenado, se levantó con una gracia inesperada y se acercó a la reja de su celda, apoyando una de sus manos atadas sobre el hombro del enano. Graown le observó con un interés creciente, sorprendido de que el mago no fuera un anciano como los hechiceros que había imaginado. Este hombre de cabello oscuro y envuelto en un abrigo negro con una capa de cuello alto que le cubría hasta la boca, tenía un rostro joven, sin rastro de arrugas, y su voz, aunque firme, revelaba una suavidad propia de alguien que no superaba los treinta años.

– Disculpa al duende, por favor. – rogó el mago con un leve suspiro. – La edad y el encierro tienen sus efectos... – pero en seguida sus facciones se relajaron. – Leer las estrellas me permite anticipar ciertos acontecimientos, y esperaba con ansias el día en que mi lectura se cumpliera.

– Entonces debiste anticipar que los demonios iban a apresarte. – se burló Broog, riendo entre dientes.

– Dije ciertos acontecimientos. – recalcó el mago, con una mirada que hizo callar al duende. – Si pudiéramos entender todo lo que está escrito en las estrellas, los magos seríamos dioses, y como podrás adivinar, no lo somos. – añadió, volviendo su atención nuevamente a Graown. Los ojos del grifo se encontraron con los suyos, y un escalofrío recorrió sus plumas al darse cuenta de que eran grises. – Si buscas a los dos humanos que pasaron corriendo por la intersección, fueron por el pasadizo de la izquierda. Desconozco el paradero del tercero. – añadió.

– No hace falta que te preocupes por él. – respondió Graown. – El tercero se encuentra en Fodies, liderando la rebelión de los esclavos.

Aunque el rostro del grifo permanecía impasible mientras hablaba, en su mente no dejaba de resonar la profecía del mago: tres almas humanas y una animal liderarían el alzamiento de los oprimidos.

"Humanas..." – pensó. – "Quizá... Aún haya esperanza"

El mago, ajeno a las cavilaciones del grifo, asintió, satisfecho de que su predicción comenzara a materializarse, mientras Graown se debatía ahora entre el asombro de haber encontrado a un mago prisionero y la urgencia de ayudar a sus compañeros, pero antes de que pudiera actuar, un grupo de demonios apareció corriendo por el pasillo, haciendo resonar sus armas y rugidos entre las paredes de la prisión. La criatura de magia ancestral se preparó para escupir fuego sobre ellos, pero antes de hacerlo, sintió un cambio en el peso sobre su lomo, y para su sorpresa, Halla, la silenciosa demonio halcón, se lanzó por los aires con una voltereta, disparando una flecha de luz negra que impactó directamente en la frente del demonio que lideraba el grupo, una criatura con cabeza de cobra. La explosión resultante no solo aniquiló a la turba de demonios, sino que también derribó la pared de la celda del duende, y Broog, ahora libre, cayó de rodillas en un estado de conmoción. Halla aterrizó entonces frente a Graown, girándose para mostrarle una cálida sonrisa que, sorprendentemente, hizo latir más rápido el corazón del grifo, algo que no le sucedía desde que conoció a la pequeña Shina.

– Gracias por librarme de la máscara. – dijo Halla, sin rodeos, mientras hacía una reverencia a la criatura.

Pero el pájaro estaba paralizado, no solo por la destreza de la mestiza, sino también por su inesperado agradecimiento, ya que hasta ese momento, había asumido que la joven no podía hablar, pues nunca había pronunciado palabra en su forma demoníaca. Pero ahora se daba cuenta de que su silencio había sido una elección, no una imposición, y aunque la situación era peligrosa, se alegraba de que Halla hubiera recobrado por fin la consciencia y el control.

El Cazador de demonios (libro I) La Montaña ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora