Capítulo 9 La emboscada

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Cuando el saliente comenzó a iluminarse, Hidan supuso que estaba amaneciendo. No había dormido en toda la noche mientras pensaba en las últimas palabras de su hermana haciendo referencia al lugar donde debería liberar el poder de la Piedra de la Luz. Un lugar llamado La Montaña Prohibida, el centro del mundo.

"Las historias eran ciertas..." – había pensando el muchacho, pues muchas de ellas hablaban sobre una inmensa montaña que servía de bastión a los demonios.

Desde allí, se decía que su rey comandaba los ejércitos demoníacos, deseoso por conquistar hasta el último palmo de tierra del mundo. Aquella gran montaña recibía el nombre de Montaña Prohibida, y ésta era la morada del demonio más poderoso de todos. ¿Cómo podría llegar entonces a la cima sin tener que hacerle frente? No podría hacerlo. No sin luchar. ¿Pero acaso podría derrotarlo? ¿No era eso sobreestimar a sí mismo? ¿Cómo iba a un simple joven aldeano como él a derrotar al amo y señor de las criaturas más temidas de la tierra? Hidan no podía concebir cómo podría lograr que el poder de la Piedra obrara semejante gesta. Ni siquiera con el apoyo de un ejército podría hacerse, si es que un ejército humano tenía alguna posibilidad de asediar una montaña infestada de demonios... Verdaderamente, era una hazaña imposible.

Dejando a un lado sus pensamientos, observó a sus compañeros de viaje. Al contrario que él, Shina y Graown habían dormido durante toda la noche. Finalmente, se incorporó, estirando sus músculos agarrotados y moviendo las piernas adormecidas después de haber pasado la noche apoyado contra la fría pared de la montaña, junto a la pequeña hoguera. No obstante, no sentía frío, al contrario que Shina, arropada por una de las grandes alas del grifo. Por esa razón lo había mantenido encendido, y en las horas de oscuridad había afilado su espada y las flechas que siempre llevaba consigo, preparándose para lo que estaba por venir. Aunque había estado toda la noche en vela no sentía cansancio y tampoco se sentía hambriento. En cambio, una presencia poderosa vibraba dentro de él, una fuerza que parecía crecer con el paso de las horas. Si ese era el poder de la Piedra, su potencial era incalculable, pero ¿qué había de su propio potencial? ¿Podría él llegar a estar a la altura del poder que se le había entregado? Aquello no era cuestión de suerte ni de su fuerza de voluntad. Ni siquiera era cuestión de fe. Se trataba de ser consciente de su valía, de saber cuál era su capacidad y de hasta dónde podría llegar. Ser o no capaz de usar el poder de la Joya Blanca. Ser capaz o no de llegar a la Montaña Prohibida, de derrotar al rey de los demonios, de liberar el poder de las estrellas... No importaba cuántas vueltas le diera, pues pensar en ello no tenía sentido aún. A fin de cuentas, ni siquiera sabía dónde se encontraba la Montaña Prohibida, ni a cuánta distancia estaba, ni si lograría llegar.

Decidió entonces que debían ponerse en marcha y despertó a los demás. Shina remoloneó un poco, pero Graown despertó nada más ser tocado.

– ¿Ya has regresado? – preguntó.

Al parecer, ni siquiera él se había percatado de cuándo se había quedado dormido, pero Hidan no iba a reprocharle nada, pues sabía que el grifo había sido siempre hasta ahora el encargado de hacer guardia.

– Hace unas horas. – respondió.

– ¿Y cómo fue? – inquirió el ave.

– ¡Eso! – se unió a la conversación la pequeña Shina una vez que se hubo despertado por completo. – ¿Se la pediste por favor?

Hidan respiró hondo, a sabiendas de que lo que estaba a punto de decir le habría parecido una completa locura hacía tan solo un día.

– Si te dijera que la tengo... ¿me creerías? – cuestionó, agachándose a la altura de la niña.

Graown notó cómo el tono de voz de su discípulo al dirigirse a Shina no era complaciente, sino serio y severo, casi ceremonioso. No estaba dándole alas a la niña, sino, aparentemente, diciéndole la verdad... Y eso era algo que el grifo no podía creer.

El Cazador de demonios (libro I) La Montaña ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora