3 años después
El mundo había cambiado profundamente desde la desaparición de los demonios, y con ellos, las sombras que durante mil años habían oscurecido las Tierras Mortales. Ahora, las razas que habitaban este vasto continente comenzaban a recuperar el tiempo perdido bajo el yugo de sus antiguos tiranos.
Con la llegada del Amanecer de la Era de los Pueblos Libres, la restauración comenzó, trayendo consigo una esperanza que el mundo creía perdida para siempre.
Al norte, en las tierras heladas de los elfos, que nunca habían sucumbido a la oscuridad demoníaca, los cielos se iluminaron con perlas de luz que descendieron como augurios de un nuevo ciclo. Los elfos, aquellas criaturas longevas que veneraban a los dragones, restauraron sus antiguos dominios más allá del Macizo del Norte, y la Región de Ilis, compartida en su extremo occidental con los humanos de la etnia Sininen, resurgió como el bastión de los dragones.
Al suroeste, en las exuberantes tierras de la Región de Mantra, antaño ricas y prósperas, la noticia de la liberación llegó con júbilo. Mantra, que había sido ya casi dominada por completo por los demonios y que era habitada principalmente por humanos de la etnia Barauz y otras razas ancestrales, celebró con fervor la derrota de sus opresores. Incluso los lugares más remotos de la región, como en su tiempo había sido Özestan, participaron en la celebración, pues las perlas de luz que incineraron a los demonios habían traído consigo una nueva esperanza.
En el sureste, la Región de Tomma, emplazamiento del vasto Mar de Arena, también fue liberada. Durante una semana entera, hogueras y cánticos resonaron en el Desierto de Kattia, y la gente de Tomma, en su mayoría de la etnia humana Ahriq, celebró su libertad pintando sus pieles con pigmentos y danzando sobre los restos de sus antiguos opresores. Incluso extrajeron agua de los escasos acuíferos para realizar un ritual de purificación, un acto sin precedentes que se replicó desde los Montes Baldíos hasta el Pico del Buitre.
Más al norte, en la Región de Gimma, las criaturas más bellas del mundo recuperaron su hogar. Desde las sílfides que flotaban alegres en el Lago Vitae hasta las esquivas sirenas que habitaban tanto en el lago como en el Mar Interior, todas recobraron su preciada libertad. La región entera se llenó así del dulce canto de estas criaturas, y se dice que su melodía llegó incluso más allá del Bosque Risus, la frontera natural de Gimma con la Región de Ilis.
Al este, la Región de Sandora, feudo de los humanos dotados con el don de la magia, estalló en fuegos artificiales cuando las perlas cayeron del cielo. Los demonios que habían obligado a los magos a escribir los secretos de su poder fueron destruidos, y las calles y tabernas de la ciudad de Bruna se llenaron de júbilo mientras los libros que contenían esos secretos ardían en las hogueras.
Las noticias de la liberación llegaron también a las islas y archipiélagos que rodeaban el Continente, llevadas por criaturas aladas. Grifos, hipogrifos, simurghs y pegasos se convirtieron en mensajeros de la nueva era, llevando esperanza a lugares como la isla Ócul o las Islas Arcadia, en el Mar del Oeste, o a las islas de Telum, Jarez, y Nura, en el Mar del Este. Sin embargo, ninguna noticia alcanzó la gran isla de Averno, en la Región de Dhalis. Esta desolada tierra, con su norte cubierto de nieve y su sur lleno de lava, había sido el primer lugar en caer bajo el dominio demoníaco, y ahora permanecía como un páramo estéril, vacío de vida, cuando mil años atrás, criaturas de magia ancestral y humanos de la etnia Sininen lo habían habitado a pesar de sus inclemencias, instaurando asentamientos que hoy por hoy eran solo un vago recuerdo del pasado, como Isenjel o Aisu.
El resto del mundo, sin embargo, despertaba por fin de un letargo de mil años, un tiempo en el que tradiciones, lenguas, religiones, leyes, reinos y países habían sido erradicados por los demonios. De su dominio habían surgido en su lugar creencias absurdas, como la idolatría hacia los demonios y las sectas de las Alas del Cuervo. Pero ahora, los engranajes del destino comenzaban a girar de nuevo, y en el corazón de todo esto estaba una ciudad blanca que en poco tiempo se labró no solo el nombre de Símbolo de la Nueva Era, sino también el de Ciudad Independiente de Fodies. Y es que, esta urbe no tardó en convertirse en el centro de todas las miradas, pues era el lugar donde en una sola noche, La Montaña Prohibida, morada y bastión del Rey de los demonios, había sido tomada, el milagro de la luz, realizado, y los demonios, exterminados. Todo gracias a tres héroes cuyas identidades permanecían envueltas en un halo de misterio. Todo sucedió después de que el dragón abandonara la ciudad hacía ya tres largos años. La Dama Halla se había subido a lo alto de las escaleras de las minas y sumió nuevamente a la Ciudad Blanca en un profundo silencio.
ESTÁS LEYENDO
El Cazador de demonios (libro I) La Montaña Prohibida
Fantasy*GANADOR DEL PRIMER PUESTO EN LOS DreamersAwards2016 y en los PremiosGemasPerdidas2016 en la categoría ACCIÓN/AVENTURA [De un inicio cliché puede nacer una historia y un mundo completamente diferentes. Irrepetibles. Nuevos.] • • • • • • Durante...