*Narrador en tercera persona*
Hace apenas una hora que las gemelas han salido de clase, nadie sabe que ha pasado, excepto cinco chicos que no dicen nada.
Dani mira al frente, no quiere pasar otro día como el anterior, no puede. A pesar de que sean las últimas semanas de Junio no puede dejarse, tiene que hacer un ultimo esfuerzo. Piensa en Elena, y sonríe sin poder evitarlo. Se equivocó semanas atrás cuando estaba con Celia, ésta lo mira preocupada.
Su amigo está en otro sitio, y aunque le haya hecho daño, cree que debe preocuparse por él, porque es buen chico.
El timbre anuncia que las clases se acaban. Los cinco chicos se esperan y salen juntos.
Hay un silencio bastante incómodo, ninguno sabe que decir, quizás porque ya esté todo dicho.
-¿Vamos al telepizza? -Pregunta Nerea sacando conversación.
-Yo me voy a casa hermana. -Responde Eva intentando ser amable, no tiene hambre. Teme perder a su mejor amiga.
Jesús, que está en la otra punta lo nota, ve que no está bien, se acerca a ella y la separa del grupo.
-¿Que te pasa? -Pregunta poniéndole el pelo por detrás de la oreja.
-Es Elena. -Suspira. -No me pueden separar de mi mejor amiga...
Jesús abraza a su chica, porque sabe que en ese momento lo necesita.
-Dudo que se vaya a quedar aquí. -Responde triste. - Pero tienes que encontrar a alguien que sea como ella, que se parezca y estés bien. Supongo que querrá eso.
-Lo se. -Responde en su hombro. -Te quiero Jesús.
*Narra Elena*
-¡Mario! ¡Devuelveme mi zapato! -Grito corriendo a pata coja mientras mi hermana y mi primo se ríen.
Estamos en el parque, hemos ido a despedirnos de Manu y Mario. Que me ha acabado quitando un zapato y estoy corriendo detrás suya porque no me lo quiere devolver.
-¡No! -Grita él.
Consigo llegar hasta donde está, cansada.
-Mario... ¿Me das el zapato? -Pregunto en tono de niña buena.
-Está bien. -Se ríe. -Dame un abrazo canija.
Acepto. Le doy un abrazo de mejores amigos, en tan poco tiempo se ha convertido en alguien muy importante para mí, y se que voy a tardar mucho en verlo.
Nos acercamos a Manu y Lucía, que se estaban abrazando, Manu llega hacia mí y le abrazo fuerte.
-Si hay tías buenas en Barcelona presentamelas.
-Salido. -Respondo riendome pero triste. -Veré que hago.
-Te quiero prima.
-Yo también.
***
Lucía y yo llegamos a casa, están nuestros padres sentados en el sofá, serios. Esto no tiene que ser nada bueno.
Al vernos se levantan y nos hacen sitio para que nos sentemos nosotras.
Mi madre nos mira triste, y mi padre con una sonrisa para que no sea tan incómodo.
Nosotras nos intercambiamos la mirada, que vamos a tardar muchísimo tiempo en hacerlo, lo sé.
-¿Que pasa? -Decido preguntar por fin.
-Ya sabemos cual es la sentencia. -Dice mi padre serio.
-¿Y cual es? -Pregunta mi hermana esta vez, agarrandome fuerte de la mano.