Ando despacio por aquella gran estación, me da pena. No quiero irme. Miro a mi padre, el cual esta buscando que andén es.
-El 7 es ese. -Digo señalando uno.
-Gracias.
-Espera. -Le digo mirando el reloj. -¿Podemos esperar cinco minutos más?
Mi padre asiente. Sé que va a venir. Lo sé.
*Narrador en tercera persona*
Camina rapido e inquieto por las calles de Mairena, no puede ir sin despedirse de el.
Observa su reloj, faltan quince minutos. Empieza a correr, esquivando lo que se le pone por delante.
No puede más, su chica se va y comienza a llorar.
-No vas a llorar Daniel. -Se dice a sí mismo mientras se seca las lágrimas. No para de correr y por fin llega.
Busca con la mirada, pero no la ve. Mira el reloj de nuevo, faltan cinco minutos para que salga, y sin pensarlo, echa de nuevo a correr hacia los andenes.
*Narra Elena*
-Nos tenemos que ir ya. -Anuncia mi padre levantándose.
-Pero... Por favor... -Insisto.
Mi padre me coge del brazo y me levanta con cuidado. Una vez que estoy de pie me abraza.
-Sé a quien estás esperando cariño. -Susurra.
-¿Va a venir? -Pregunto llorando.
-Si no lo ha hecho antes... No le dará tiempo.
Agacho la cabeza, cojo mi maleta y empiezo a caminar, cabizbaja. Llegamos a una rampa mecánica y subimos en ella, para llegar a los vagones. Los cuales solo pueden acceder pasajeros.
No quiero mirar atrás, no puedo. No quiero saber que si giro la cabeza no le veré, ¿es que no le importo?
-¡Elena espera! ¡NO!
*Narrador en tercera persona*
No le da tiempo, Daniel avanza todo lo que puede, pero con las personas y la hora piensa que no la va a encontrar.
Entonces ve a una chica rubia cabizbaja en aquella rampa metálica.
-No puede ser. -Se queja. -¡Elena espera! ¡NO! -Grita al ver que ya no puede hacer nada.
Elena lo mira, triste y le sonríe. Intenta hablar con su padre, pero él le riñe.
-No me puede estar pasando esto joder.
Dani comienza a llorar, ve como su chica se va alejando poco a poco y él no se puede mover de aquel sitio, hay demasiada gente y un guardia de seguridad que no para de mirarle.
Y entonces, cuando ella está a punto de entrar, lo hace.
*Narra Elena*
-Papá, ha venido. Dejame abrazarle, por favor. -Suplico por cuarta vez.
-No puedes, vamos a salir ya.
Vuelvo a agachar la cabeza y suspiro, ha venido. Lo vuelvo a mirar, está llorando y no para de mirarme, no me quiero ir, no puedo.
Salimos de aquella rampa, cojo de nuevo mi maleta y antes de entrar lo vuelvo a mirar.
-¡ELENA VÁZQUEZ, TE QUIERO MAS QUE MI PUTA VIDA JODER, NO TE VAYAS. TE NECESITO AQUÍ CONMIGO!
Le sonrió y me quedo mirándolo.
-Venga niña, sube ya cojones. -Dice un viejo cabreado, que me empuja y le pierdo de vista, probablemente para siempre.
*Narrador en tercera persona*
-Salga fuera por favor. -Le ordena el de seguridad. -Esto no es el patio de un instituto.
-No puedo. -Susurra llorando. -No puedo irme hasta que ella entre.
El guardia, cabreado lo coge en brazos y lo saca de allí.
-¡Dejame en paz! -Grita Daniel una vez que ambos están fuera. -Joder...
Se limpia las lágrimas que cada vez aparecen más. Aquel hombre le alcanza un pañuelo.
-Si hombre. -Añade enfadado. -Encima que no me deja ver a mi novia entrar me da un pañuelo, vayase a la mierda.
-¿Estas bien? -Pregunta preocupado.
-Sí, ¿no lo ves? -Ironiza. -Vete, dejame solo.
El hombre le hace caso, y Dani se sienta en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, las piernas dobladas y su cabeza en ellas. No puede ser, la ha perdido. Ha visto con sus propios ojos como se ha ido, como se va de su vida, pero él no se va a quedar de brazos cruzados.
Va a recuperarla, o por lo menos intentarlo.