Llegué a casa, en donde estaba Valery sentada en el sillón que yo usaba siempre.
-Hola-la saludé.
-¿Como te fue?-preguntó.
-Bien, mañana llegaré tarde, tengo detención- intenté contener la sonrisa que queria abrirse paso en mi rostro.
-¿Tú?-me preguntó.
-Vamos Val, tu sabes que no soy ina oveja blanca precisamente.
-Pero tampoco eres el tipo de oveja que se va a detención- se levantó del sillón y se acercó peligrosamente a mi, tomó el cierre de mi chamarra de cuero, con esa chamarra la había conocido.
Estaba a una distancia muy corta de mi pecho, alzó la vista para mirarme y retarme como era su costumbre.
-Me gusta el olor de tu ropa. Cambió. Ahora no solo huele a perfume y a cuero, ahora tiene el mismo olor que yo.
Me tomó de la nuca y me hizo bajar la cabeza para que pudiera darme un beso, había casi olvidado el grosor de sus labios, el sabor amargo de su saliva, la sensación de su melena despeinada rozando mi rostro.
Se despegó de mi y abrió los ojos, lo noté porque yo nunca los cerré.
Nunca cerraba los ojos.
-Voy a salir por aire- se encaminó rápidamente hasta la entrada, pero cuando abrió la puerta yo se la cerré de un portazo y la tomé en medio de un beso abrazador, la llevé hasta la habitación y la tiré sobre mi cama.
Hicimos el amor, algo que no hacíamos un mes atrás, la sensación del calor, la fricción, el sabor dulce de su piel.
Parecía como si hubieran pasado años en tan solo cinco semanas.
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-Es... raro. ¿No lo crees?- le dije.
-¿Qué?- preguntó para después de pocos segundos captar a lo que me refería-, ¿Acostarte con tu ex? Pasa todo el tiempo.
Sonreí al notar lo despreocupada que estaba.
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Las clases del día siguiente transcurrieron con normalidad y estabamos preparados para nuestro casitgo notoriamente improvisado.
-Sergio escribió ultra gay en uno de los cuadernos de los profesores.
No pude evitar reir de imnediato, me detuve y pregunté:
-¿por qué hizo eso?
-Para estar en detención con nosotros- contestó poniendo los ojos en blanco.
-Dios, esta enfermo.
Despues de un momento coaminando de un lado a otro una chispa me iluminó el cerebro.
-Conozco un lugar fuera de aqui, vamos- le dije con entusiasmo.
Me tomó de la mano y me dijo:
-Ahí está Sergio, vamonos antes de que nos vea.
Corrimos hasta el pasillo que daba a la puerta principal y nos topamos xon Gabbe.
-¿Que haces aqui ahorita?- preguntó Sophia.
-Mi madre llega en unas dos horas.
-Perfecto, ven con nosotros- agregué.
-¿A dónde van?- preguntó Gabbe sin mostrar interés.
-No lo sé, Julián conoce un lugar pero no me ha dicho que es.
-Iré con Enzo- dijo Gabbe y se alejó.
-Bueno, vamonos- le dije después de la corta conversación.
Caminamos al lado de la carretera, el sol a penas se asomaba de entre las formaciones montañosas que se alojaban a los lados del asfalto.
-Ven aquí- le dije subiendo a una roca y tendiendole la mano.
Ella la recibió y trepó con mi ayuda.
-Por Dios, estamos en carretera, en medio de la nada, si me hubieras dicho que caminaríamos tanto mejor hubieramos llamado a un taxi- me dijo demasiado rápido pero sonriente.
-Ningún taxi se detendría en plena carretera ¿sabes?- reí un poco.
-Buena observación- agregó y caminó a mi lado hasta que llegamos a donde quería ir.
-Guau, una reserva- dijo con emoción.
Nos encontrábamos en la reserva de los simios que estaba en la frontera.
-¿Cómo supiste de este lugar? Siempre quise estar en una de estas- agregó.
-Viene un día con mis padres, ha pasado mucho. Tenía como siete años.
Estuvimos deambulando un rato por la reserva hasta que dieron casi las seis de la tarde.
Caminamos hasta la escuela y nos encontramos con Gabbe, lucía preocupada pero a la vez su rostro no mostraba el más mínimo interés por nada.
-¿Sigues aquí?- preguntó Sophia.
-Si y deberías hablar con Sergio.
¿Que pasa con él?- su rostro cambió de expresión de un momento a otro.
-Me preguntó por ti, le dije que te habías ido con Julian y me llamo perro mala amiga.
-Julián, yo voy con él, te veo a la salida.
Asentí mientras se alejaba, y Gabbe me tomó del brazo para detenerme antes de que diera un paso.
-Y tú: cuídate, mañana hablamos.
Se alejó y salió de la escuela dejándome con un nudo en la garganta y un nerviosismo que mataría a cualquiera.
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Liston Rojo
RomanceJulian es un chico solitario que decide emprender un viaje en la legendaria supersticion del liston rojo que, atado a tu muñeca rige tu vida. En su primer dia de clases conoce a Valery, la amante perfecta y a Keidy, la chica que invoca su lado roman...