Army

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Después de cortar todo lazo con Sophia, Gabbe comenzó a seguirme más, y en medio de una serie de exámenes extra, gracias a las no tan altas notas que teniamos en las clases buscamos a alguien con quien estar.
Ya llevábamos dos semanas lejos de Sophia y de su nuevo compañero; Enzo.
A pesar de que Enzo se había convertido en mi confidente, prefería guardarle algunos secretos, debido a que era amigo de Sophia.
-He querido decirte algo desde hace unas semanas- dijo Gabbe.
-¿Qué pasa?- pregunté mientras caminábamos hacia la cafetería.
-Me iré del colegio.
-¿Por qué? Demonios me vas a abandonar- sonreí.
-Es que... aquí ya no hay nada, todo entre tu y Sophia terminó mal y por consiguiente la odio, es una maldita... y no precisamente de las buenas y Enzo la seguirá a cualquier lado. Quiero empezar desde cero de nuevo.
Como era de costumbre todo lo dijo con la frialdad que siempre la embargaba.
-Tu deberías hacer lo mismo- agregó.
-No puedo, le prometí a mi madre que acabaría aquí la escuela- torcí la boca.
-Te quedaste estancado...
-Solo terminaré esto y ya a pesar de que Sophia me resulte un problema- contesté.
Entramos por la puerta de cristal y pedimos algo de comer antes de buscar alguna mesa desocupada.
-No hay mesas- agregué.
-En tal caso... ¿Que opinas sobre hacer amigos?- me sonrió.
-No me es una idea muy atractiva pero puedo intentarlo- sonreí como respuesta y llegamos a la mesa de un grupo bastante grande de personas.
-¿Nos podemos sentar?- preguntó Gabbe.
-Claro- contestó una chica de piel blanca, cabello largo y quebrado.
Los conocía a todos, eran de mi clase pero nunca les había hablado, básicamente solo los conocía de vista.
-Yo soy Cameron.
-Yo soy Julián- sonreí.
-Si se quien eres, eres el que anduvo con la Zorra Sophia ¿No es así?- sonrió
-Creo que eso me hizo un tanto famoso- sonreí igualmente.

Después de la platica de presentación conocí un poco a cada uno de ellos.
Miles, era un chico bastante estúpido y bufón, de cabello negro y piel blanca casi rosada, Alexia era una chica de cabello castaño hasta la cintura que casi siempre parecía estar deprimida, Andy era una chica demasiado pequeña en estatura y piel morena, la cual siempre estaba con su novio Alby. Y Cameron era una chica con un gusto musical bastante bueno.

-¿Jugamos verdad o reto?- preguntó Miles.
-Suena interesante- contesté.
Sacó una bolsa con papeles y comenzó a revolverla.
-Vamos a Comenzar con Alexia- dijo sonriendo como el idiota que era y leyó el papel-. Verdad. Ammm... ¿Quien te gusta?
-¿Solo te sabes esa pregunta baboso?- preguntó Cameron y Andy comenzó a reírse.
Me mordí los labios para intentar no reírme pero fallé y mostré mis dientes en una gran sonrisa.
Noté que Alexia se ponía roja mientras Miles y Cameron tenían una discusión.
-Bueno... amm tu perversión de en sueño...
Me solté a reír por la manera en la que acababa de decir esa frase y Gabbe también reía a mi lado.
-Boundage con Chuck Bass- se rió frenéticamente y esto hizo que yo, como los demás la imitaramos.
-Bueno, sigue... Julián- dijo intentando dar cierto nerviosismo a la frase a pesar de que era obvio debido a que yo estaba sentado al lado de Alexia.
Tomó un papelito y comenzó a reír.
-Reto- dijo.
Reí de nerviosismo y dije lo que pensaba.
-Solo... no te pases con el reto- me tapé el rostro esperando lo peor.
-Ves a la mujer que atiende la barra de la cafetería ¿No?- preguntó.
Asentí con la cabeza aun sonriendo.
-Te reto a que le digas una frase en doble sentido con respecto a la comida...
-Estoy jodido- sonreí.
-Solo hazlo, es más vamos todos a ver que lo haga.
-Cameron se carcajeó al igual que los demás incluyéndome, solo que yo me carcajeaba por nerviosismo.
Caminé hacia la barra como sin nada, escuchando las risitas de mis nuevos amigos detrás de mí.
-Hola- dije y sentí que mi rostro se puso colorado.
-¿Qué vas a pedir?- preguntó.
Mire hacia atrás y todos se reian a mis espaldas.
-Un sándwich con queso.
-Está bien, en un momento sale.
-Pero quiero que me gratine el queso- la señora captó el doble sentido y yo pasé de rojo a morado.
-¿Qué me dijiste?
-Nada- concluí y salí de la cafetería con Cameron y Miles detrás de mí.
Me carcajeé de mi propio comentario.
Eran las únicas personas que hacían que me olvidara de todo realmente, las únicas que me regalaban pocos momentos de tanta felicidad como esos.

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