Ultimo acto

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-Olvidé unos documentos en la oficina, ahorita vuelvo para ir a la fiesta- le dije a Joss que se seguía arreglando desde hacía dos horas.
-Bien, pero llega antes de las siete ¿Esta bien?- preguntó ahogando su voz con el sonido de la secadora.
Conduje hacia la oficina ya casi listo para la fiesta. El cielo a penas comenzaba a oscurecerse, siendo invadido por matices de un azul intenso, un azul como del tono de mi color favorito, no muy claro ni muy oscuro.
Saqué un cigarrillo de una cajetilla que guardaba en la guantera y me lo puse en la boca, coloqué el encendedor del auto para que se calentara y unos segundos después lo saqué para encender el cigarrillo.
Aun fumaba, muy poco realmente pero ¡Dios santo! Tenia tantas ganas de hacerlo en ese momento...
Liberé el humo de entre mis labios e inahlé el humo por última vez antes de quemar mis dedos.
Lancé la colilla al asfalto y me detuve en el estacionamiento del edificio. Bajé del auto y caminé hasta la entrada del edificio en donde había un par de policías resguardando, me revisaron y después de que les mostrara mi credencial del trabajo, me dejaron pasar.
Subí por el elevador hasta el piso en el que estaba mi cubículo. Caminé hasta este y casi a oscuras tuve que buscar los documentos, no había nadie, solo yo, por lo cual no había luces prendidas en ese piso.
-¿Hola?- alguien preguntó.
Salté del susto y me toqué el pecho.
-¿Quien es? - pregunté.
-Soy un mensajero- dijo el hombre.
-Lo alumbré con la linterna de mi teléfono.
-Tengo una carta para la señorita Sophia- dijo leyendo el nombre.
-Pues como ve... no hay nadie, pero el lunes se la puedo entregar yo- sonreí amablemente.
-Gracias- dijo y me dio el sobre.
El hombre se retiró y yo lancé el sobre a mi escritorio justo cuando algo que sin luz parecían garabatos captó mi atención.
Lo alumbré con la linterna y leí:

Sophia mi amor:
Estuviste increíble anoche.
Me la pase muy bien y espero que esta cantidad te lo demuestre...
T.

Apreté los labios y por un momento me sentí triste por ella, había caído muy bajo, a pesar de todo eso me hacía sentir mal.
Tomé los documentos y lancé de nuevo el sobre para después marcharme con los audífonos puestos gritandome la letra de Side effects de Zoe, lo cual no se si incrementó un deje de melancolía o cierto nivel de lastima.
Me detuve delante del edificio, no tenía tiempo para estacionar el auto como se debía. Subí en el elevador y corrí a la puerta del departamento. La abrí y encontré a Joss con un vestido amarillo pastel, unas botas rojas, del mismo tono de una gota de sangre, y una diadema que le sostenía el cabello en un estilo retro, exactamente de los años 60's.
-Iré a cambiarme- le dije agitado y subí a mi habitación.
Me vestí como Joss me había dicho mientras platicaba con ella.
-Bien, ¿Que tal?- pregunté.
-Bien, aunque realmente no sabes combinar la ropa- me sonrió-. Iugh, hueles a tabaco ¿Fumaste? -me preguntó después de darme una olida.
-Si, sentí el antojo- contesté.
-Lo supuse- me sonrió.
Bajamos al estacionamiento corriendo, ya que Joss quería pasar por algo de alcohol antes de llegar a la fiesta.
Encendió su mini Cooper y condujimos hasta la tienda más cercana en donde compró latas de cerveza de las cuales sacó dos, una me la dio a mi y otra se la tomó ella, mientras el sonido de Tame Impala invadía el auto por completo.
Me miré en el espejo de Joss para acomodar mi cabello de la manera más ridícula en el que lo había hecho con un enorme copete, me puse unas gafas y me di cuenta de que ahora si lucía de una época antigua.
Bajamos del auto y escuchamos la música a lo lejos, eran los Bee-gees.
-Suena bien- dijo Joss tomándome de la mano para jalarme hacia adentro del patio delantero de la casa.
-Hace años que no escuchaba esta canción- le dije sonriendo.
Entramos a un terreno verde, en el cual a la entrada había un pasillo a lo largo formado por arbustos cortados cuidadosamente, después había otro terreno más amplio en donde estaba el garrafon con una manguera conectada a la boquilla que era característico de todas las fiestas. Había una chica de cabeza con la manguera en la boca y con un montón de imbéciles alrededor de ella.
Dentro de la casa cambió la música y pasaron de Stayin' alive a Last train to London.
-

Dios mio ¿recuerdas cuando bailábamos esa canción?- preguntó Joss.
-claro que me acuerdo- me reí.
-Hay que bailarla- me dijo y me tomó de las dos manos.
Yo me opuse pero al final quedé convencido y bailamos de la manera más ridícula que pudimos. Me sentí libre por un momento, me sentí con ánimos y me di cuenta de todo lo que me había perdido en tanto tiempo.
Bailamos con los mismos pasos ridículos de ya hacía diez años de amistad. Después de un rato de baile me sofoqué por la gente ya le dije a Joss que debía salir un momento.
Salí y me senté en la banca que estaba al fondo del pasillo de arbustos, encendí un cigarrillo que llevaba en el bolsillo de la chamarra y sentí que mi cabello había cedido ante la gravedad sobre mi frente.
Liberé el aire de entre mis labios y de pronto vi algo que captó mi atención, al fondo del pasillo había alguien de espaldas a mi, un cabello castaño oscuro, con enormes ondulaciones, brillante pero con poco cuidado. Caía hasta la espalda descubierta de la chica, una chica con piel blanca que contrastaba con el vestido negro que llevaba puesto.
Me acerqué lentamente y se dio la vuelta, la vi a la cara.
Comenzó a sonar Come a little closer.
<<maldito destino que siempre nos sorprende>>
Estaba a unos cinco metros de ella pero, se veía bien como solía verse, por mi mente corrieron millones de ideas; tal vez ahora era una artista, recordaba que solía ser el tipo de chica creativa que la mayoría no es.
<<Tal vez después de hablarle nuevamente le pida que nos volvamos a ver y ella diga que si, tal vez nos podamos tomar de la mano nuevamente, tal vez intentemos ir despacio pero las cosas serán tan perfectas que no podremos evitar ir muy rápido.
Tal vez vivamos juntos cada día como algo nuevo, tal vez algún día pueda mirar a otras chicas y ella no se sienta mal porque recuerda que ella es a la única que amo.
Tal vez me sostendrá en días oscuros como algún día lo hice con ella, Tal vez somos nuestros propios Ángeles y nos necesitamos más que a nada en este mundo.
Tal vez su sonrisa me sea suficiente para cedar cualquier dolor.>>
Pero lo que más me abrumaba era la idea de que tal vez ella tuviera ya a alguien más...
Dejé caer el cigarrillo en el suelo y comencé a caminar pensando en todos los momentos, todos los besos, las peleas y el dolor. Todo estaba ya en el pasado, tal vez era el momento de volver a empezar, era el momento de estar juntos.
Y así no sería como acaban las cosas, si quisiera ponerle fin, tendría que escribir hasta mi último aliento.
Me detuve a dos pasos de ella y rogando por un gesto afirmativo extendí mi mano. Valery con una sonrisa en el rostro correspondió mi gesto poniendo su mano sobre la mía. La apreté para nunca soltarla.
Y así era como dos amantes divididos se volvían a unir en un solo ser.
Tal vez me casaría con ella, tal vez ella era la ultima en el largo listón rojo, tal vez todo acabaría para siempre, lo único que importaba era el ahora y nuestro nuevo intento para estar así hasta la eternidad.

FIN DEL LIBRO UNO


Historia completada, espero que les haya gustado, compartan la para que más gente sepa de esta historia.
Y Gracias por leerme.

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