Frialdad absoluta

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Me senté delante de Joss para tomar una taza de humeante café, en la misma cafetería y en la misma mesa de siempre desde hacía varios años.
El frío había convertido mis mejillas y mi nariz en focos rosados a pesar de estar dentro de la cafetería y la piel de Joss lucía como un marfil.
-Hoy me encontré a Sophia- le dije a Joss.
-¿En serio? ¿Esa pura sigue en Rock Falls?- preguntó con un aire despectivo.
-Joss, las ofensas no son necesarias. A demás ya no me importa.
-Por dios Julian, tu solo me dices las cosas cuando necesitas hablar de ello, lo cual es un signo indirecto de que te interesa.
-Es en serio, me da igual, es solo que es muy extraña la coincidencia- apreté los labios entre mis dientes.
Ella me fulminó con la mirada cuando escuchó mis últimas palabras.
-Dime la verdad Julian.
Solté el aire que guardaba en mis pulmones debido a la resignación.
-Si, sentí algo extraño cuando la vi, es imposible no sentir nada cuando ves de nuevo a una persona a la que quisiste y que te hizo daño. Pero eso es todo.
-Eso suena un poco más convincente...- sonrió.
-Por cierto, hoy conocí a un chico en la oficina, me dio su numero y es increíblemente guapo- brincó en su propia silla sin levantarse mostrándome su alegría.
-Siempre es lo mismo contigo Joss- me reí.
-Después de Ulysses no ha sido lo mismo...
-Ulysses era una versión de piel clara de tus mismos clichés- me reí de nuevo.
-Bueno, el nuevo es un chico decente, y para que yo diga que alguien es así es porque lo es
-Okey- continué sonriendo durante toda la charla a pesar de que el frío casi convertía mis dientes en cristales frágiles.
Mi celular sonó en medio de una de las extrañisimas historias de Joss.
-Espera- Le dije y contesté a pesar de que era un numero desconocido.
-¿Diga?- conteste amablemente.
-Hola Julian, soy Jeffrey.
-¿Jeffrey?- pregunté.
-El de la Editorial.
-Oh, Jeff, ¿Que pasa?- formulé otra pregunta.
-Necesito que traigas tus cosas hoy por la tarde porque necesito saber cuantos espacios tengo.
-Está bien- dije después de pensar durante diez segundos-, en unos minutos salgo para allá.
-De acuerdo, y gracias.
Colgó el teléfono y yo hice lo mismo.
-Tengo que irme- le dije a Joss.
-Vamos al estacionamiento y continuo contándote.
-Bueno, vamos- dije.
Joss se levantó de la silla y como lo prometió, siguió contándome sobre ese chico guapo que había conocido.

Entré a la oficina y acomodé mis cosas en el cubículo que me dispuso un chico bastante extrovertido llamado Sack.
El chico hablaba hasta por los codos pero era agradable y me sentaría a su lado de ahí en adelante durante varios años <<Suponía yo>>
-Gracias Sack, ahora regresa a tu trabajo antes de que el jefe te patee el trasero- sonreí.
-Okey, si necesitas algo avisame- se sentó a mi lado, no abra ni siquiera una pequeña barrera que separará nuestros lugares, eran literalmente... contiguos.
Deje mis cosas sobre el escritorio y comencé a sacarlas de la caja. Eran pocas cosas, algunas plumas, una foto de Helen y mía, unos Post-it amarillos y un pisapapeles.
Hubieran cabido incluso en una caja de zapatos pero esa era la caja que me había dado Joss.
Por la puerta entro una chica de pelo negro y lacio, con los labios pintados de un rojo intenso. Llevaba un vestido negro puesto y unas gafas de sol, caminaba como una reina hacia la oficina de Jeffrey. Pero se detuvo enfrente de mi.
-¿Julian?- preguntó sonriendo.
-¿Si diga...?- dije de una manera un tanto déspota.
-Soy yo- dijo sonriendo y se quitó los lentes.
De pronto reconocí esos ojos marrones, ese cabello perfectamente lacio, había cambiado de color. Y esos labios tenían más volumen, <<Una operación>> pensé al verlos.
Era Sophia.
-Ah, tú - le dije de una manera fría.
-¿Como has estado?- preguntó.
-Bien- sonreí para dos segundos después ponerme serio de una manera sorprendente mente cínica.
-¿Que bien, y como te ha ido?
-Igual, tu luces más femenina...- dije suspirando con decepción.
-Gracias.
-No era un halago.
Ella solo apretó los labios, su apariencia era diferente pero sus expresiones no lo eran.
-Bueno, espero verte otro día... que tengas mas ganas de hablar- alcé una ceja de manera grosera y ella sin conseguir respuesta continuó-. Aquí te dejo mi tarjeta, buena suerte.
Se alejo y entro en la oficina, no quise mirar atrás, simplemente me di la vuelta hacia la entrada y me marché.
-Oye amigo, la conoces ¿Como?- pregunto Sack después de que se marchó Sophia.
-Es una larga historia y ahorita tengo que ir con mi novia- le dije y se cerró la puerta del elevador.
Liberé el aire que había contenido en mis pulmones y de pronto me sentí con un gran peso encima.

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