Vista

25 1 0
                                    

No estaba de humor para nada, como siempre en los últimos meses.
Después de la entrega de documentos por el final del ciclo, habría una fiesta. Pero no tenia ganas de ir. ¿Emborracharme hasta vomitar? ¿Drogarme? ¿Fornicar como perro hasta contraer una enfermedad? Definitivamente no era lo mio.
Después de la escuela, manejaría mi carro hasta el aeropuerto en donde mi mamá me esperaba para tener unas vacaciones <<Un respiro>> de lo que había pasado los últimos diez meses de mi vida.
Estaba en cafetería, lejos del escándalo que regia todos los salones gracias a los perdedores que consideraban un milagro haber pasado el año.
Brenda apareció por la puerta de cristal, todos iban formales, incluyéndome, excepto ella. Llevaba su cabello a penas amarrado en una coleta y su clásica sudadera azul.
-¿Que haces aquí? Todos están celebrando- preguntó y se sentó.
Alcé las cejas en un gesto de impresión bastante sarcástico.
-Tal vez en unos minutos valla.
-Bien- bajo la mirada y me miró de nuevo-. Bueno, quería despedirme de ti. Me iré una temporada a Londres y no podremos vernos en las vacaciones.
-No te preocupes, yo también estaré fuera- contesté.
-Pensé que te quedarias- agregó con impresión.
-Iré a Phoenix con mi madre.
-Que bien... bueno, cuídate, te quiero mucho- me abrazó, me dio un beso en la mejilla y se alejó.
De cierta manera esto me animó a caminar al salón.
No era muy afecto con mis compañeros, pero tenía que despedirme de las personas que si me interesaban como el Army.
Entré al salón y como de costumbre estaban apartados de todos los idiotas del salón.
-Hey- saludé con ánimos fingidos <<Bastante bien fingidos>>
-Hola precioso, me saludó Cam de una manera muy afectiva para su forma de ser.
-Dentro de unos minutos tengo que irme- dije.
-No te vallas, la estamos pasando demasiado bien- agregó Miles.
-Si, no te vallas- le siguió Enzo.
-Tengo unos boletos de avión para dentro de unas horas y aun no preparo mis maletas.
-Demonios- exclamó Alexia al escucharme.
-Algo que les quería decir es: muchas gracias porque en este último mes fueron unos amigos increíbles, los quiero mucho- sonreí sintiendo la coloración en mis mejillas y como incrementó progresivamente hasta sentirme casi morado.
-No empieces de Marica- dijo Miles.
-Vete a la mierda- sonreí más ampliamente.
Después de estar un rato con mis amigos y despedirme de algunos que se podían salvar de la mierda del salón, salí del mismo con prisa, iba tarde y mi avión despegaba en cuestión de tres horas.
Me topé con Gabbe y sonreí.
-Te vi con ellos- sonrió como respuesta.
-¿Así que si te iras?- pregunté.
-Si, me voy en una semana- bajó la mirada intentando sonreír-, pero por lo que vi, te estoy dejando en buenas manos.
-Creo que si- sonreí.
La abracé, algo que nunca había permitido de nadie mas, y eso se debía, por lo que yo suponia; a que ya nos veíamos más como hermanos que como amigos.
-De todos modos vendré a joderte de vez en cuando.
-Eso espero- sonreí-, ahora debo irme.
Ella asintió con la cabeza y me alejé velozmente de ahí.
Bajé las escaleras del edificio de una manera rápida y ágil. Y ahí la vi, caminaba hacia las escaleras. Me miró.
Yo hice lo mismo.
Pero al final solo nos pasamos de largo, bajando la mirada al suelo como si fuéramos unos totales desconocidos, como si no nos conociéramos, como si nunca nada hubiera existido entre nosotros o como si el tiempo nos hubiese borrado la memoria.
Conduje atravesando la ciudad hasta el aeropuerto, el cielo <<Como ya era su costumbre>> oscureció para cerrar un ciclo.
A pesar de que mi lejanía de ahí fuera solo por unos meses, me resultaba melancólico.
Era claro que se debía al cambio.
A que mi madre estaba a mi lado.
A sentir que al fin tenía a varios amigos de verdad.
El sentirme protegido con esta idea, y lo mejor <<Peor>> de todo.
Ya no sentía nada, o al menos esta farsa cada vez se hacía más cierta.

Llegué al aeropuerto y mi madre estaba sentada en una de las bancas, esperándome.
-Siento la tardanza- dije.
-No te preocupes- se levantó de su asiento y me abrazó.
Respondí mi abrazo y nos dirigimos a hacer las respectivas revisiones del equipaje para meternos de inmediato al avión.
Me puse los audífonos, escuché la canción de Eyelids de PVRIS lo cual hizo que la melancolía regresara.
Después de unos minutos el avión despegó y mire por la ventana como el piso comenzaba a verse humedecido por el frío clima que me envolvía.
Mi madre tomó mi mano y sonrió mientras el avión se comenzaba a levantar del suelo.
Tal vez todo comenzaba a darme igual, pero también tal vez mi estado de ánimo siempre seria ese. Fuerte pero triste al mismo tiempo.

Liston RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora