CAPÍTULO 17: LA FAMILIA EVANS

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CAPÍTULO 17: LA FAMILIA EVANS

El sexto mes de embarazo de Blaine llegó con una gran visita. Los padres de Sam habían decidido ir a visitarlos ya que no habían visto a su hijo durante las vacaciones de Navidad. Los chicos habían estado muy ocupados esos días para que todo estuviera perfecto para la visita. No querían que la señora Evans pensara que vivían rodeados de suciedad. A pesar de que tenían veintitrés años, todavía buscaban complacer a sus padres.

El rubio había ido al aeropuerto a buscarlos mientras el moreno comía algo. Valerie estaba tranquila, la niña no se movía mucho, pero no era preocupante porque ya lo haría en otro momento, no era algo constante. El apetito del ojimiel había aumentado y comía por dos, casi literalmente.

La pareja había hablado mucho esos días, los padres de Sam no sabían que eran novios porque el rubio quería contárselo en persona. Creía que era muy impersonal, dada la naturaleza de la información. Tenía que decirles a sus padres que era bisexual, que estaba saliendo con Blaine y que iban a ser abuelos... Demasiadas sorpresas.

– ¡Ya estamos en casa! – El ojiverde anunció mientras entraba con sus padres. Sus hermanos se habían quedado en casa de unos amigos para que no perdieran ningún día de clase, algo que apenaba al joven, ya que deseaba abrazarlos.

– Hola señora Evans, está tan guapa como siempre. – El moreno se levantó del sofá y se acercó para darle un abrazo y recoger su abrigo.

– ¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de llamarme señora Evans? Llámame Mary, cariño. Eres casi de la familia.

Una sonrisa nerviosa se dibujó en los labios de Sam porque le encantaba que su madre considerara a su novio como de su familia... Aunque ella todavía no sabía que era su pareja.

– ¿Qué tal el embarazo? – Dwight preguntó.

– Muy bien. La última ecografía salió perfecta y parece que todo va con normalidad. – El ojimiel explicó.

– Sí, lo normal. Tiene los pies hinchados, dolor de espalda, no duerme bien, está constantemente cansado... – Sam intervino, dejando claro todos los malestares de su novio, algo normal en un embarazo.

– Pobre. – La mujer le acarició la cara, lo que hizo que Anderson sonriera. – Voy a enseñarte un remedio casero que te ayudará con esos problemas.

Los dos se fueron a la cocina mientras padre e hijo se quedaban en el salón.

– Pareces muy feliz... ¿Qué tal en el trabajo? – Dwight preguntó.

– Muy bien, la verdad es que cada vez estoy mejor. Mi jefe ha comprendido que con mi dislexia no puedo leer libros, por lo que ahora me da la versión en audio para que pueda dibujar las portadas... Salvo que el libro sea infantil. Ahora me han encargado las ilustraciones para una nueva edición de Los Tres Cerditos. Espero que pronto me asciendan, me gustaría formar parte del equipo de dibujantes de algún cómic o alguna campaña publicitaria. Dibujar portadas de libros o ilustraciones de cuentos está bien, pero quiero más retos. – Sam explicó.

– ¿Has pensado en ser dibujante para películas? Tal vez sea una buena salida... O la pintura, tal vez podrías hacer tus cuadros e intentar venderlos. – No había ni rastro de juicio o de decepción en sus palabras. Simplemente interés por el trabajo de su hijo. Sabía que no había sido el mejor estudiante y que no podría haber ido a la universidad. Por eso, le agradaba saber que estaba trabajando en algo que le gustaba, con lo que ganaba suficiente dinero para vivir en Nueva York sin problemas y que además era algo "seguro" en el sentido de que lo peor que podría pasarle era cortarse con unas tijeras. Además, tenía la posibilidad de ir mejorando tanto en los trabajos como en el salario. Sabía que lo de la publicidad no lo haría feliz porque prefería estar más ligado a las historias o a poder crear de la nada más que intentar vender productos.

– No sé, no lo había pensado... Pero son cosas que me gustaría valorar antes de hacer nada. – El menor miró a su padre.

– Decidas lo que decidas, yo estaré a tu lado.

Los dos se dieron un abrazo, al joven le encantaba ver que su progenitor lo apoyaba en sus decisiones laborales. Le gustaba sentir el orgullo de sus padres cuando hablaban de su trabajo.

– Siento interrumpir... – Blaine miraba a los dos con mucha felicidad. – Tengo que ir a trabajar, nos vemos en unas horas.

El moreno abrazó a Sam y se despidió de todos, aunque le resultaba algo extraño el no darle un beso a su novio antes de irse, sabía que debía contarle a sus padres lo que había pasado entre ellos y él no quería complicar las cosas.

Los Evans habían estado hablando de varias cosas, pero Sam todavía no se había atrevido a darles todas las noticias que tenía preparadas. Esperaba que fueran comprensivos, no quería que todo se complicase por la persona a la que amaba.

– Suéltalo. – Mary comentó, mirando seriamente a su hijo.

– ¿Qué? – El menor la miró intrigado.

– Sé que quieres contarnos algo pero que estás nervioso. Sólo cuéntanoslo. – Ella lo animó.

– Está bien. – El joven suspiró. – Yo siempre he salido con chicas y he estado muy enamorado de alguna de ellas pero... Un día me di cuenta de que sentía algo por otra persona... Por un hombre. Sé que es algo confuso y puede que no lo esperarais pero... Soy bisexual y estoy saliendo con Blaine.

– ¿Es una broma? Porque si es una broma no tiene ninguna gracia. – El mayor miró a su hijo algo extrañado.

– No es ninguna broma. Blaine y yo comenzamos nuestra relación el día de Año Nuevo... Pero yo sabía que lo amo desde hace años... Sólo tenía que esperar a que olvidara a Kurt y ya lo ha hecho y me ama a mí y me hace tan feliz... – Sam se confesó, quería que lo entendieran.

– Tú eres heterosexual y un día encontrarás a una buena mujer que te amará, te cuidará y con la que formarás una familia. – Dwight insistió.

– No, papá. Lo que siento por Blaine no lo he sentido por nadie. Yo amo a Blaine, yo soy feliz junto a Blaine. Y quiero formar una familia con Blaine... Vamos a tener una hija juntos y después tendremos más... Aunque esperaremos un tiempo... Algo que vosotros comprenderéis porque vosotros también esperasteis entre mi nacimiento y el de los mellizos... Sólo quiero que me entendáis.

– No, mi hijo no puede ser marica... ¡No! – El padre gritó antes de salir de la casa.

– Tranquilo, hijo mío. Yo me encargo de todo. – Mary besó la mejilla del menor antes de salir en busca de su esposo.

Sam se hundió aun más en el sillón, dejando que sus lágrimas cayeran por sus mejillas. Le dolía que su padre no lo hubiera entendido, era algo que él había anhelado. Él sabía lo que sentía por Anderson y no iba a renunciar a él por mucho que a su padre no le gustara. Él quería formar una familia con él, aunque eso supusiera separarse de sus progenitores. Lo único que le dolería más que el rechazo, sería el no poder ver a sus hermanos durante unos años, hasta que fueran mayores de edad y pudieran verse sin el permiso de sus padres.

Cuando Blaine llegó, se encontró a Sam abrazando sus rodillas mientras lloraba desconsoladamente. El moreno se acercó y se sentó junto a él para abrazarlo y dirigirlo hasta su pecho. El rubio se agarró a él con fuerza, buscando el consuelo de su amado.

– No lo acepta, mi padre no lo acepta. – El ojiverde sollozó, con su cara escondida en el hueco que se formaba entre el cuello y el hombro de su pareja.

– Yo estoy contigo, mi amor. Sé que es duro pero... Igual acaba aceptándolo, como mi padre. – Anderson intentó consolarlo, recordando que su padre no se había mostrado muy comprensivo cuando salió del armario, incluso reconstruyeron un coche para "que fuera heterosexual".

Los dos se abrazaron con fuerza, sabiendo que estaban pasando por su primer problema en pareja. Pero les quedaba el consuelo de saber que su amor era más fuerte que todo.


No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora