CAPÍTULO 25: EL VIAJE

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CAPÍTULO 25: EL VIAJE

– ¿Cuándo llegamos? – Valerie se despertó y preguntó, con sus enormes ojos azules mirando primero a Blaine, que estaba a su derecha, y luego a Sam. Estaban en un avión, era la primera vez que volaban y durante varios minutos la pequeña había estado tan emocionada que no había podido parar. Finalmente, el aburrimiento del vuelo había conseguido que durmieran pero no iba a ser durante mucho tiempo.

– No lo sé, princesa. – El moreno respondió con paciencia. – Pero creo que no puede quedar mucho.

– ¿Está tía Stacy y tío Stevie con los abuelos? – La niña preguntó. La última vez que había ido a visitarlos, los adolescentes estaban en un viaje del instituto.

– Sí, van a estar en casa. Verás cuanta diversión tendréis Stacy y tú. – El rubio prometió, sabiendo que su hija tenía una gran conexión con su tía. Sabiendo que su hermana tenía una beca para la NYU para el siguiente curso, estaba tranquilo porque eso significaba que su hija iba a tener otro modelo femenino cerca. No era que no le gustara la presencia de Santana, Rachel, Brittany o Pam. Simplemente quería alguien más para ella, para cuando tuviera que tratar esos temas de chicas que él sabía que no sería capaz de entender.

Una de las azafatas había escuchado a la niña preguntar cuánto faltaba y había ido a comprobarlo a la cabina. Valerie era tan despierta y risueña que enseguida conquistaba a cualquiera que la viera. Sin embargo, era tan tímida que le costaba relacionarse al principio. Sus papás eran su escudo favorito en esas situaciones. Las azafatas del vuelo se habían ganado su confianza dándole un caramelo.

– Llegaremos en veinte minutos más o menos. – La trabajadora les comentó con una sonrisa.

– ¿Es mucho? – Val dirigió sus grandes ojos azules hacia su papá Blaine para que le aclarara la duda.

– Si cariño, para ti es mucho... ¿Quieres pintar un poco? – El moreno propuso, intentando buscar un entretenimiento para su hija. Ella asintió y Sam, que estaba en la parte del pasillo, se levantó para sacar un papel y las pinturas de su hija. Como siempre, el rubio se puso a ayudar a su hija, que le acababa pidiendo que le dibujara cosas más que pintar ella misma. Después intentaba imitar lo que su padre había dibujado, pero no conseguía que se identificara lo que hacía, todavía era muy pequeña.

Con esa distracción, llegó el momento del aterrizaje. La niña se puso demasiado nerviosa y no podía parar. Les costó mucho tiempo retenerla y debía estar sentada por seguridad. Después, fueron los últimos en salir para evitar empujones del resto de pasajeros que estaban deseando llegar a sus destinos finales lo antes posibles. Blaine fue el que agarró a la pequeña en brazos, haciendo que esta se escondiera por la cantidad de personas desconocidas que había a su alrededor. Sin embargo, fue lo suficientemente "valiente" como para despedirse de las azafatas, que la miraron con una sonrisa mientras le decían adiós con la mano.

Llegaron al lugar habilitado para la recogida de equipaje pero la pequeña no para quieta, por lo que Sam se quedó esperando por su equipaje mientras Blaine la cuidaba. Acababan de llegar a Kentucky para dejar a Valerie con sus abuelos mientras ellos viajaban para pasar unos días en Miami. Pasarían la noche en la casa de los Evans para tomar otro vuelo al día siguiente. Cuando regresaran, harían escala para recoger a su hija. Eran muchas horas en aeropuertos y aviones, pero esperaban que mereciera la pena. Necesitaban esos días lejos de los problemas y las responsabilidades. No habían estado así desde antes de empezar su relación debido al embarazo y a tener que encargarse de su hija. Por eso era algo que esperaban y deseaban mucho. Además, esperaban encargarle el hermanito a la pequeña en ese viaje.

Cuando Sam consiguió todas las maletas, los tres salieron de la sala para encontrarse en el lugar donde los familiares y amigos esperaban a los pasajeros que aterrizaban.

– Allí está mi padre. – El rubio señaló hacia un lugar y Blaine vio a su "suegro" esperándolos.

– ¡Abuelo! – Valerie gritó cuando lo vio y el moreno apenas pudo mantenerla en brazos. La niña corrió hacia el señor Evans, que la acogió en sus brazos en cuanto llegó, llenando su cara de besos. Los padres de la pequeña observaban la escena encantados.

– ¡Cuánto has crecido, Calabacita! Estás preciosa. ¿Y ese dibujo? – El mayor miró el papel que sostenía la menor.

– Papá y yo. – La niña susurró y Dwight pronto reconoció los trazos de su hijo y su nieta en él.

– Es precioso.

Después de eso, el señor Evans saludó a la pareja antes de dirigirse al coche para llevarlos a casa. Ese sería un día muy familiar y sabían que les esperaban horas de besos, abrazos y atenciones.

Blaine y Sam llegaron a la habitación de hotel que habían reservado en Miami. Querían disfrutar del sol, el calor y la compañía del otro. Sin embargo, había una cosa que querían aun más, volver a sentirse amados. El rubio se acercó a su pareja con decisión y lo besó con fuerza, haciendo que retrocediera hasta que su espalda tocó la puerta. Sus lenguas se movían juntas de manera frenética mientras sus manos acariciaban el cuerpo ajeno como si fuera la primera vez.

– Deberíamos bajar la intensidad. – El moreno susurró casi sin aliento. – No quiero que sea sólo sexo otra vez.

– Tienes razón... Por eso he traído algo... – El ojiverde se separó de su pareja y buscó en una de las maletas hasta que encontró lo que buscaba.

– ¿Aceite de masaje? – El actor lo miró intrigado.

– ¿Recuerdas nuestra primera vez? Esa noche te di un masaje pero no fue como me habría gustado porque estabas embarazado. Había pensado que tal vez hoy... – El dibujante propuso y el otro sonrió antes de besarlo.

Los dos se desnudaron muy lentamente, llenándose de besos y caricias a cada oportunidad que tenían. Cuando toda su ropa estaba esparcida por el suelo, los dos se tumbaron en la cama, con el ojiverde sobre el otro y sus bocas pegadas.

– Date la vuelta. – Evans susurró al oído del otro y Anderson obedeció, deseoso de saber como iba a ser el masaje.

Sam puso algo del aceite de masaje en sus manos y comenzó a acariciar con firmeza la espalda y hombros de su amado. Blaine se dejó mimar, relajándose por ese toque. Era algo que necesitaba, aunque pensaba devolvérselo al rubio esos días, mientras estuvieran en Miami.

Las manos bajaron por la espalda hasta llegar al redondeado trasero para masajearlo con firmeza. Poco a poco, sus manos, con esos movimientos, separaron las nalgas para facilitar que su boca llegara a la entrada del otro. Su lengua se introdujo en el otro, preparándolo para lo que vendría después mientras sus manos pasaban a moverse por la parte interna de los muslos.

El moreno estaba realmente sorprendido. Por lo que habían hablado días antes, iban a intentar que el rubio se quedara embarazado, por lo que no había sido el pasivo desde entonces. Sin embargo, no se iba a quejar, necesitaban olvidarse de su "tarea" para centrarse en sus sentimientos y dejarse llevar era una buena opción para conseguirlo.

El ojiverde suspiró cuando notó que su pareja lo penetraba con suavidad, hasta que estuvo completamente sobre él. Sus cuerpos encajaban perfectamente, al igual que sus almas. Un suave beso en la nuca del actor precedió a los movimientos de sus caderas, muy suaves y lentos, buscando hacer de ese momento algo eterno.

Sus cuerpos no soportaron ese ritmo por mucho tiempo, por lo que el dibujante empezó a acelerar muy pronto. Los dos gemían mientras su sudor perlaba sus cuerpos, los movimientos provocaban que el cabecero de la cama golpeara contra la pared y sus manos estaban entrelazadas a ambos lados de la cabeza de Anderson.

El orgasmo llegó para ambos a la vez, de una manera tan mágica que parecía la primera vez. Hacía mucho tiempo que no se habían sentido así y esperaban que no fuera la última. Se movieron para tumbarse de lado en la cama, mirándose a os ojos mientras sus manos acariciaban la piel a la que llegaban.

– Pensaba que querías quedarte embarazado. – Blaine susurró.

– Sí, pero... Bueno, me he dejado llevar... – Sam se sonrojó, algo avergonzado.

– Está bien, yo lo he disfrutado mucho... Y tenemos mucho tiempo para cambiar de roles... Y de posturas. – El moreno besó a su pareja con lo que pretendió ser suavidad, pero pronto se dejaron llevar y acabaron excitándose, preparándose para una segunda ronda.


No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora