CAPÍTULO 29: EL DÍA DE LA BODA (PARTE 2)

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CAPÍTULO 29: EL DÍA DE LA BODA (PARTE 2)

La ceremonia fue muy hermosa y el momento de la lectura de los votos llegó. El primero en decirlos fue Sam, que estaba muy nervioso pero al mirar a los ojos color avellana de su pareja supo que no tenía nada que temer.

– Blaine... Eres la persona más importante para mí, junto a Valerie. Siempre había soñado con nuestra boda, desde el momento en el que me di cuenta de que te amaba. Nunca pensé que se haría realidad pero, un día, me di cuenta de que mis sentimientos podrían ser correspondidos, que tenía una oportunidad. Esa noche, mientras nos besábamos por primera vez, supe que no sería capaz de dejarte marchar. Por suerte no necesité hacerlo y no lo necesitaré en un futuro. Me encanta la familia que hemos formado, me encanta levantarme cada día a tu lado. Por eso quiero que seas mi esposo, para que este amor sea eterno. Te amo. – Las manos del rubio temblaban y los dos lloraban de felicidad. Sus manos entrelazadas temblaban por la emoción.

– Sam, mi amor. Soy tan feliz a tu lado que nunca me alejaré de ti. Eres mi mejor amigo, mi amante, mi compañero. Esa persona que me conoce mejor que nadie y me comprende. Sabes lo que necesito en cada momento y espero que tú sientas lo mismo que yo en ese sentido. – El moreno dijo entre lágrimas y el otro asintió con una sonrisa. – Te amo tanto que no me puedo imaginar mi vida sin ti. Nuestra boda no va a cambiar nuestras vidas porque ya vivimos como una familia, pero es un compromiso para seguir así el resto de nuestra vida. Eres el motivo por el que sonrío cada día. Te amo.

La pareja no era la única emocionada. Las madres de los dos novios y Stacy también secaban las lágrimas de emoción. Todo era tan romántico que contagiaba a todos los invitados.

– ¿Blaine, quieres a Sam como tu legítimo esposo para amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

– Sí, quiero. – Anderson respondió y puso el anillo en el dedo que correspondía mientras las manos de ambos temblaban.

– ¿Sam, quieres a Blaine como tu legítimo esposo para amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

– Sí, quiero. – Evans también puso el anillo en el dedo de su amado con una sonrisa.

– Por el poder que me concede el estado de Nueva York, os declaro esposos. Podéis besaros.

El rubio agarró con dulzura las mejillas de su amado y se acercó lentamente hasta que sus labios se tocaron con mucha dulzura. Los dos se olvidaron donde estaban, sólo siendo capaces de sentir al otro con todo el amor. Cuando se separaron, comenzaron a recibir las felicitaciones de los demás, aunque la primera fue Valerie, que se acercó en cuanto su abuela la soltó para que sus padres la cogieran en brazos. El ojiverde fue el que la complació, algo que alivio al moreno porque tenía que hablar con la niña primero para asegurarse que no le daba ninguna patada en el vientre. Necesitaba contarle a su marido y a su hija la buena noticia.

Finalmente, todos comenzaron a moverse hacia el lugar donde se hacía la recepción. Blaine agarró la mano de Sam para que esperara. El rubio lo miró confundido pero hizo lo que le pedía. Cuando los tres se quedaron a solas, el moreno tomó aire, no sabía por qué estaba tan nervioso, sabía que su marido estaría feliz por la noticia.

– Hay algo que tengo que contarte. – El ojimiel informó.

– No te arrepientes de haberte casado conmigo, ¿verdad? – El dibujante quiso saber, algo nervioso. Valerie se abrazó a él con fuerza porque se dio cuenta de que algo no iba bien.

– ¡No! Nunca... Es sólo que tienes que saber que esta mañana he ido al médico... – El actor intentó explicar pero el otro lo interrumpió.

– ¿Estás enfermo? ¿Qué tienes? – El ojiverde estaba preocupado.

– No estoy enfermo... Aunque me vas a tener que cuidar un poquito... Estoy embarazado. – Anderson dijo tan feliz que se le escapó una risita.

– ¿Embarazado? ¿Quieres decir que hay un bebé dentro de ti? ¿Vamos a ser padres? ¿De verdad? – Evans todavía no se creía la noticia. Después de tantos años no era posible.

– Me lo han confirmado esta mañana. No te había dicho nada porque mis sospechas no han sido muy fundadas hasta esta mañana y me he hecho un test y he ido a ver al doctor Smith. – Blaine comentó totalmente feliz.

– Este es el mejor día de mi vida. – Sam se acercó y lo besó con dulzura, con nuevas lágrimas cayendo por sus mejillas.

– Val, princesa... Vas a tener un hermanito o hermanita... ¿Estás contenta? – El moreno preguntó cuando su marido y él dejaron de besarse aunque se mantenían abrazados.

– ¿Dónde está? – La niña preguntó, dirigiendo sus grandes ojos azules hacia el rubio, quién respondió.

– Está en la tripita del papá. – El ojiverde tocó el vientre de su marido. – Ahora tienes que prometerme que vas a tener mucho cuidado para no hacerle daño a tu hermanito.

– ¿Por qué está ahí? – Ella quiso saber. El ilustrador no sabía qué decir y miró a su esposo.

– Porque es muy pequeñito y tiene que crecer antes de poder salir. – El actor explicó y Val asintió como si eso tuviera todo el sentido del mundo.

– ¿Vamos con los demás? Habrá que darle la noticia a todos... – Evans sugirió.

– Algunos ya lo saben, Santana quería que brindáramos y tuve que confesarlo. – Anderson se disculpó.

– No te preocupes, mis padres todavía no lo saben... ¡Antes de ir! – El más alto agarró con dulzura el brazo de su amado y lo soltó cuando tuvo la atención del otro. – La luna de miel...

– Nada de lo que preocuparse. El doctor me ha dicho que podemos ir. Sólo me ha comentado algunos consejos para cuidarme, nada más. – Blaine lo tranquilizó. Sam agarró la mano de su esposo y ambos caminaron hacia donde estaban todos sus invitados para contar la feliz noticia y recibir más felicitaciones.

La boda ya había acabado y Blaine y Sam entraron a la suite que habían reservado para su noche de bodas. Todos los invitados a la ceremonia habían tenido una grata velada y, además, habían compartido la felicidad de la pareja al enterarse de que pronto tendrían un nuevo miembro en la familia. El rubio había estado muy pendiente de su amado, atento a cada gesto por si estaba incómodo o necesitaba algo. Tantos años deseando que llegara un nuevo bebé y cuando lo habían conseguido no dejaría de cuidar a su esposo.

Ese día había tenido tantas emociones que el moreno estaba agotado. Había sido un día muy largo, con la visita al médico, los preparativos y la boda. Por eso se tumbó en la cama, con la ropa y todo.

– ¿Cansado? – El ojiverde preguntó mientras lo miraba con mucho amor.

– Mucho. – El actor se acarició el vientre y el otro se acercó para poder hacerlo él también.

– Después de tanto tiempo, pensaba que no volveríamos a estar así. – El dibujante desabrochó la camisa para que esas caricias tocaran piel.

– Reconozco que yo tampoco lo creía... Por eso me ha costado tanto creerlo. – El ojimiel sonrió feliz.

– No me has dicho de cuánto estás. – Evans susurró.

– Dos meses. – Anderson cerró los ojos y se dejó cuidar. Sintió unos labios sobre su cuello y gimió.

– ¿Tienes ganas de sexo a pesar de estar cansado? – Sam se incorporó un poco para mirar a su amado.

– Siempre. – Blaine agarró la corbata de su esposo y lo obligó a bajar tirando de ella hasta que sus labios se encontraron en un beso de pasión, uno con el que ambos se preparaban para unir sus cuerpos y sus almas de la más hermosa y sincera manera.


No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora