CAPÍTULO 42: LA RECONCILIACIÓN

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CAPÍTULO 42: LA RECONCILIACIÓN

Blaine estaba en el salón junto a Alex y Kevin. Los dos niños hacían caso a lo que su otro padre les había pedido e intentaban cuidar del mayor para que no se estresara por culpa de su embarazo. Además, se habían asegurado de que desayunara, algo que parecía que nunca quería hacer. El moreno sentía que sus hijos eran casi peor que su marido... Casi.

Antes de darse cuenta, escuchó que la puerta se abría y una melena castaña se puso frente a sus ojos mientras sentía unos brazos rodeándolo. Su pequeña estaba ahí, demostrándole más cariño del que había mostrado en los últimos días.

– Lo siento papá. – La joven susurró y en ese momento, los ojos dorados encontraron los verdes de Sam y Anderson supo que su marido había hecho algo. Había pasado algo, le estaban ocultando algo... Pero en ese momento, sólo importaba que su hija se abrazaba a él como si al soltarse no volvieran a verse nunca más.

– Te amo, mi princesita. – Blaine susurró antes de comenzar a besar la cabeza de su pequeña con todo el amor del mundo.

– Chicos... ¿Podéis dejarnos a solas durante unos minutos? – Evans pidió y los dos niños salieron del salón para subir a sus habitaciones.

Durante media hora, los tres estuvieron hablando de lo que había pasado. Desde las mentiras de Valerie para ir a la fiesta hasta la conversación en el coche. Anderson se dedicó a escuchar todo, aunque los dos sabían que estaba enfadado.

– Lo primero que quiero decir es que estoy muy decepcionado contigo. – Blaine contuvo la mezcla de sentimientos que tenía en ese momento. – Has mentido, has hecho cosas irresponsables y que no debiste hacer. Creo que sabes que te has ganado un buen castigo. Hablaré con tu padre y los dos tomaremos una decisión al respecto. Por otro lado, quiero saber cómo te sientes por todo lo que has descubierto.

– Me siento bien. He comprendido que vosotros sois mis padres y que me habéis amado desde el principio a pesar de todo. Siento haber juzgado sin conocer los detalles y siento el daño que os he hecho. – La castaña susurró avergonzada.

– Nunca debes dudar que te amamos, no importa cómo fuiste concebida o cómo llegaste a nuestras vidas. Lo que importa es que eres y serás nuestra princesa y te amamos más que a nada. Tus hermanos y tú lo sois todo para nosotros. – El moreno abrazó a su hija de nuevo. – Ahora sube a tu habitación, tengo que hablar con tu padre.

La menor salió de la habitación y cerró la puerta tras ella, sabiendo que el matrimonio necesitaba unos minutos para ellos. Sam deseó que la tierra se lo tragara cuando los ojos color avellana lo miraron. Tragó saliva de manera más sonora de lo que le hubiera gustado. Puso sus manos en su espalda, esperando el momento en el que llegara la discusión.

– ¿En qué estabas pensando? Te vas de casa diciendo que tienes que hacer algo y pasa todo ésto. ¿Por qué no me dijiste que ibas a buscar a Valerie porque había hecho una locura? ¿Por qué la llevas a ver a esos impresentables sin siquiera consultarlo conmigo? ¿Por qué le cuentas que es el fruto de una violación? No lo habíamos dicho antes por una razón. Todo ha salido bien pero podría no haber sido así. Somos un matrimonio y las decisiones que afectan a nuestros hijos las tomamos los dos. Nunca hemos hecho nada a espaldas del otro, incluso hablamos de los castigos antes de decírselos a ellos. Pero esta vez decides actuar por tu cuenta sabiendo que eso no es lo que yo quiero. – El moreno se acarició el vientre. Empezó a llorar porque tenía las hormonas revolucionadas, tenía miedo de que su hija tuviera algún mal pensamiento por culpa de lo que había descubierto y se sentía traicionado.

– No llores, mi amor. – El rubio se sentó junto a su esposo y lo besó con dulzura. Limpió cada lágrima con toda la delicadeza y cariño que pudo.

– Me siento traicionado por ti y esa es una sensación que no había sentido hasta ahora. – El ojimiel explicó, dejando al otro congelado.

– Lo siento... Piensa que todo ha salido y bien y que ya no hay nada de lo que preocuparse.

Después de un día intenso, había llegado el momento de ir a dormir y todos estaban ya listos. Blaine pasó por las habitaciones de sus hijos para darles un beso antes de acudir a su habitación. A Sam le resultó extraño porque solían hacerlo a la vez, pero no le dio más importancia. Cuando volvió a su habitación, el moreno le entregó su almohada y una manta.

– Puedes dormir en el estudio o en el sofá, realmente no me importa. – El ojimiel informó. El rubio se quedó mirando lo que había recibido.

– B... – Intentó hablar pero fue interrumpido.

– Tú actúas por tu cuenta, yo también. Ahora mismo estoy muy enfadado contigo y no quiero compartir la cama. – Anderson respondió.

– No me gusta que estemos peleados... Mucho menos que no durmamos juntos. – El dibujante se quejó, intentando que su marido se relajara un poco.

– Ahora no puedo pensar en otra cosa que no sea el daño que podrías haberle hecho a nuestra hija. – Blaine lo empujó para sacarlo de la habitación.

Evans suspiró y al darse la vuelta, vio a Valerie que lo miraba con tristeza.

– ¿Te ha echado? – La joven preguntó.

– No te preocupes, se le pasará. – Sam respondió y besó la frente de su hija. Iba a caminar hacia el estudio cuando la adolescente lo paró.

– Es por mi culpa, ¿verdad? – Los ojos azules estaban realmente tristes.

– No. Tu padre está preocupado y cree que no debí hacer nada sin que él lo supiera... Y tiene razón, la verdad. – El rubio sonrió pero esa felicidad no llegó a sus ojos.

– Tengo una idea. – La menor sonrió de esa manera que su padre sabía que estaba tramando algo antes de llamar a la puerta de la habitación donde estaba Blaine. – Papá, ¿puedo pasar?

– Sí. – La voz del moreno se escuchó desde dentro. Valerie abrió la puerta y sonrió a su padre.

– Después de todo lo que ha pasado, quería dormir con mis papis pero parece que has echado a papá de la habitación. – La joven hizo un puchero. El ojiverde miraba a su hija como si no la conociera. Realmente no sabía que tenía esa capacidad de manipulación... ¿La habría usado alguna vez con él?

– Val... – Anderson susurró pero su hija seguía con ese gesto y supo que no podría negarse. – Está bien, podéis dormir los dos aquí.

La adolescente saltó directamente a la cama y se tumbó en el centró. Al verla tan hiperactiva, Evans se preocupó.

– Princesa, ten cuidado. Tu padre está embarazado y no queremos que le ocurra nada. – Sam indicó mientras se metía en la cama junto a su hija.

– ¡Papá! Todavía no se ha tumbado, no voy a golpearle... – Ella protestó haciendo que Blaine riera con ganas. Los otros dos lo miraron extrañados.

– Hay cosas que nunca cambian... Mi pequeña queriendo dormir conmigo cuando estoy embarazado y su padre gritándole porque cree que me va a dar una patada tan fuerte que me hará perder el bebé... – El moreno intentó dejar de reír mientras se sentaba en la cama.

– ¿En serio? – La chica preguntó, mirando a Sam.

– Sí, aquella vez tuviste una pesadilla... Ahora a dormir, tenéis que descansar, ha sido un día muy largo.

El rubio apagó la luz y los dos adultos abrazaron a su hija para protegerla de cualquier mal pensamiento que pudiera surgir. Ella fue consciente de que acabaron juntando sus manos para tocarse ellos también y sonrió feliz al saber que las cosas en su familia volverían a estar como antes de que un trabajo de instituto hiciera que sus vidas se desestabilizaran.

No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora