CAPÍTULO 46: PREPARAR LA LLEGADA DEL BEBÉ

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... Penúltimo capítulo... Supongo que esta semana prepararé el último por lo que este fin de semana tendré la actualización...

CAPÍTULO 46: PREPARAR LA LLEGADA DEL BEBÉ

– ¿De verdad que no quieres que te ayude? – Blaine preguntó por décima vez mientras veía a su marido sacar otra caja más del estudio.

– ¡No! – Sam respondió. – No pienso dejarte que levantes nada de peso en tu estado.

– ¿Vas a preparar tú sólo la habitación? – El moreno preguntó pero sus hijos salieron tras ellos con otras cajas.

– ¡Papá! ¿Y nosotros que somos? ¿Invisibles? – Alex estaba indignado.

– No, cariño... Pero me siento mal dejando que hagáis todo vosotros. – El embarazado acarició el pelo de su hijo cuando pasó a su lado.

– Sí vas a hacer cosas... Luego iremos a la tienda y hay que elegir muchas cosas. – Valerie intervino, las compras eran la mejor parte de todo.

– No hay mucho que elegir, todavía hay muchas cosas vuestras en el ático. Sólo habrá que comprar alguna cosa. – Blaine sonrió hacia su hija.

– ¿Vas a ponerle vestidos antiguos de hace quince años? ¿Biberones muy usados? ¿Chupetes nuestros? – La menor se alteró.

– No princesa, pero van a regalarnos muchas cosas y lo más común es que nos regalen vestidos. Si a eso le añadimos lo que vamos a reutilizar, prendas que no pasan de moda, pijamas, prendas interiores, baberos, muebles... – El moreno informó.

– No somos pobres, podemos permitirnos comprarle todo nuevo. – La castaña se sentó sobre una de las cajas.

– Yo preferiría que no lo hagamos. En tres años empiezas la universidad y queremos ayudarte con los gastos. – Sam intervino en la conversación. – Ya hemos terminado con las cajas. Ahora faltan los muebles. El escritorio va al salón y las estanterías y el sofá al ático.

– ¿Cuando me vaya al dormitorio de la universidad cambiarás mi habitación para que sea tu estudio? – La adolescente quiso saber.

– Esa será siempre tu habitación, princesa. – El rubio besó su mejilla antes de entrar en el estudio para intentar desmontar la estantería para subirla al ático.

– Pero yo no la usaré y tú necesitas espacio para trabajar. – Valerie protestó.

– Puedo trabajar en el salón, tengo espacio suficiente. Puede que utilice parte de tus estanterías o armario para guardar mis cosas pero nada más. – El ojiverde sonrió mirando a la chica.

– Ya dijimos Alex y yo que estábamos dispuestos a compartir habitación hasta que te fueras a la universidad, pero los papás no quisieron. – Kevin dijo mientras dejaba una caja en la habitación de sus padres. – Papá Blaine, ¿quieres ayudar? – Todos miraron al chico sorprendidos.

– Claro... ¿Qué puedo hacer? – El moreno preguntó.

– Te vas a sentar en la cama y vas a clasificar esta caja de ropa que he encontrado. Parece que es de bebé. Voy a por más. – El menor ordenó, dejando a todos sorprendidos.

La familia siguió moviendo cajas y quitando muebles hasta que dejaron la habitación totalmente desierta. Fue entonces cuando Sam se puso a pintar las paredes de un color lila suave.

Blaine y Sam estaban viendo la televisión relajados. El rubio acariciaba el vientre de su esposo mientras éste movía sus dedos sobre las piernas del otro suavemente. Valerie sonrió al ver la imagen. Le encantaba ver a sus padres tan felices. Además, eso podría ayudarle a llevar a cabo su plan.

– Papás, quiero pediros un favor. – La castaña se acercó a ellos con una sonrisa.

– ¿Por qué será que me da miedo? – Evans bromeó pero hizo un gesto para que su hija se sentara.

– Sé que estoy castigada pero hoy van todos mis amigos al centro comercial para despedir a Ari. – Una de las amigas de Valerie se mudaba a Washington por el trabajo de su padre. – ¿Puedo ir? Prometo que lavaré los platos más veces y que haré de niñera siempre que queráis cuando nazca mi hermanita... Por favor... – La castaña suplicó y sus padres se miraron. Ella sabía lo que iban a decir porque reconocía la mirada.

– Vamos a darte permiso porque te mostraste muy madura cuando fuimos a Los Angeles pero llegarás a casa a la hora de la cena y como nos enteremos de que no has ido a un centro comercial, tendrás problemas muy serios. – Blaine comentó muy serio.

– Gracias, gracias... – La adolescente besó las mejillas de sus padres antes de ir a prepararse para ir a pasar la tarde con sus amigos.

Sam estaba acariciando el pelo de su esposo, que se había quedado dormido en el sofá con su cabeza apoyada en las piernas del rubio. Éste sonreía mientras veía lo relajado que estaba. Sabía que estaba teniendo dificultades para dormir por culpa del embarazo, de los problemas con su hija y de lo ocurrido con sus padres. Por eso verlo tranquilo y relajado era un regalo que nunca se cansaría de apreciar.

La puerta se abrió y Valerie llegó de su salida al centro comercial. Llevaba una bolsa en la mano de una de sus tiendas favoritas, por lo que dedujo que se había comprado algo. La joven no se dio cuenta de que su padre estaba dormido por lo que cerró la puerta, haciendo que se despertara. Ella iba a subir las escaleras cuando la somnolienta voz de su padre lo detuvo.

– Un momento, jovencita. ¿Qué llevas ahí? – Blaine se mostró firme.

– Me he comprado una camiseta... Subo a mi habitación y me la pongo para que la veáis... Os va a encantar... – La adolescente intentó subir las escaleras pero volvió a ser interrumpida.

– Ven aquí. – El moreno le dijo y ella se volvió forzando una sonrisa mientras entraba en el salón. Su padre se incorporó para quedar sentado y alargó su mano pidiendo que le diera la bolsa.

– Queda mucho mejor puesta... – La menor intentó argumentar.

– Puede que pensemos que eres más responsable pero también lo pensábamos antes de que mintieras y te fueras a una fiesta de universitarios. Quiero ver lo que llevas en la bolsa. – El ojimiel insistió y Sam decidió asentir para mostrarle a su hija que estaba de acuerdo.

– Sólo ha sido una vez... – Ella protestó.

– Cuesta mucho tener una buena reputación y un sólo error puede eliminar todo el trabajo. – El rubio le explicó. Sabían que su hija no les había mentido pero tenían que mostrarse firmes para que no volviera a cometer esos errores.

– ¡Me habéis estropeado la sorpresa! – Valerie gritó mientras les daba la bolsa a sus padres. Anderson la abrió con el ceño fruncido pero comprendió lo que estaba pasando cuando vio dentro de la bolsa otra de una tienda de bebés que ellos habían visitado hacía unos días. Para su fortuna, el regalo estaba envuelto. – Alex, Kevin y yo habíamos puesto dinero para comprarle algo a nuestra hermanita.

– Princesa, lo siento... – Blaine se disculpó.

– Voy a buscarlos, quiero que estén presentes cuando lo abráis. – La castaña salió corriendo del salón y el matrimonio se miró con una sonrisa. Tenían los hijos más dulces del universo.

Toda la familia se reunió para que los padres pudieran abrir el regalo. Retiraron el papel para encontrarse con un hermoso vestido de terciopelo verde junto a una blusa blanca de invierno y unos leotardos también blancos. Para completar el conjunto, unos zapatitos blancos con el cierre en forma de mariposa verde.

– Queríamos que tuviera un conjunto bonito para Acción de Gracias o Navidad, cuando le valga. – La chica explicó.

– Es precioso, gracias chicos. – Blaine sintió las lágrimas acumularse en sus ojos y se acercó a sus hijos para abrazarlos con fuerza. Sam lo siguió con una sonrisa.

No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora