CAPÍTULO 32: LA PRIMERA PATADITA

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar. Os deseo a todos un feliz año nuevo y que 2016 sea mucho mejor que el año que 2015. Actualizo hoy por si no puedo mañana... La semana que viene volvemos a los jueves...

CAPÍTULO 32: LA PRIMERA PATADITA

Sam seguía de reposo por el embarazo tan complicado que llevaba. Odiaba que todos lo trataran como un inválido pero tenía que ceder porque sabía que todo era por el bebé que estaba en su vientre. Valerie se portaba mejor que nunca, pero estaba obsesionada con proteger a sus hermanitos, por lo que no dejaba que nadie se acercara al rubio o tocara la tripa redondeada de Blaine.

Esa tarde, habían decidido pasarla los tres juntos en casa. Apenas podían llevarla al parque o de paseo pero para eso tenían a Pam, Stacy, Brittany, Santana y Rachel. Ellas eran las que se encargaban de hacer con la niña todas esas cosas que sus padres no podían hacer.

Blaine estaba jugando con la pequeña bajo la atenta mirada de Sam, al que le gustaría correr junto a las dos personas que más amaba en el mundo.

– Val, Sam, venid aquí. – El moreno había parado de correr, se sentó en el suelo y llamó a su familia. Los dos se acercaron con curiosidad y el ojimiel agarró las manos de ambos para que se sentaran junto a él. Después llevó las manos a su vientre y esperó. Unos segundos después, el rubio sintió la primera patada de su pequeño.

– Val, cariño, la has notado. – El ojiverde quiso saber. La menor lo miró como si no supiera lo que estaba diciendo y negó con la cabeza. – Ha dado una patada. ¿Esperamos un poco a ver si vuelve a dar una?

Después de un rato, se extrañaron de que la niña siguiera con su pequeña manita sobre el vientre de su papá, pero estaba tan deseosa de sentirlo que no se movía. Sin previo aviso, el bebé volvió a dar una patada y esa vez Valerie sí lo sintió. Abrió los ojos como platos y miró a sus papás que le sonreían cálidamente.

– ¿Cómo se llama? – La menor preguntó y el matrimonio se miró a los ojos.

– El papá y yo hemos estado hablando y habíamos pensado en Kevin... ¿Te gusta? – Evans preguntó y la pequeña asintió con la cabeza. Otra patada del bebé y los tres sonrieron.

– Parece que a él también le gusta. – Blaine comentó abrazando a su familia.

La niña acabó perdiendo interés pero el matrimonio siguió allí sentado. Sam había abrazado a su esposo y no quería dejarlo ir. Comenzaron una sesión de dulces besos y caricias, nada subido de tono porque su hija estaba allí, jugando con una muñeca que había encontrado. A pesar de todo, intentaron tener su momento de felicidad.

Por sorprendente que les pareciera a todos, Valerie llevaba dos meses intentando sentir a su hermanito. Desde que había conseguido sentir la patada de Kevin, se había propuesto como objetivo sentir al bebé que Sam llevaba dentro de su vientre. Habían intentado explicarle que hasta el quinto mes no notaría nada, pero como ella no quería perderse ese momento, cada vez que estaba en casa con su padre, estaba casi pegada a la tripa de su papá.

Por eso, esa tarde ella tenía una de sus manos sobre el vientre de Evans mientras veía los dibujos en la televisión. Blaine estaba trabajando, a pesar de que empezaba a tener algún problema porque ya se encontraba en el séptimo mes de embarazo y le costaba todo mucho más.

– ¡Ay! – Sam protestó ante lo inesperado del movimiento dentro de su vientre. Tardó unos segundos en darse cuenta de que era una patada y miró a su hija. – Val, cariño. ¿Lo has notado?

– No. – La pequeña hizo un puchero y apoyó sus dos manos y su cabeza sobre la tripa de su padre para sentir cualquier movimiento. Tardó varios minutos en volver a sentirlo y esa vez la niña sí estaba preparada y lo pudo sentir. – ¿Cómo se llama?

– Mañana voy al médico y espero que me diga si es niño o niña. Cuando lo sepamos, le pondremos nombre. ¿Te parece? – Evans preguntó orgulloso.

– Yo quiero que sea niña para jugar a las muñecas con ella. – La menor dijo convencida.

– Eso no lo podemos saber pero, sea lo que sea, te va a querer mucho porque vas a ser su hermana mayor. – Sam besó a su hija en la cabeza. Como ya había conseguido su objetivo de sentir al bebé, volvió toda su atención a los dibujos que había en la televisión.

Blaine llegó de trabajar y se encontró a su hija cenando. Sam parecía algo agobiado porque la niña se movía mucho. El moreno sonrió y se quitó el abrigo antes de correr a ayudarlo.

– ¿A qué se debe tanta emoción? – El ojimiel preguntó antes de darle un beso en la mejilla a su hija.

– Una patada del bebé. – La pequeña se movió en su silla, totalmente incapaz de mantenerse en su sitio.

– Una... – Anderson levantó la mirada para ver los verdes ojos de su esposo que brillaban ilusionados.

– Ha sido esta tarde. Siento que no estuvieras aquí. – Evans confesó y recibió gustoso el beso que su esposo le dio.

– Ya lo sentiré. – En el fondo, Blaine estaba triste pero no lo demostraría porque sabía que afectaría al otro.

Después de acostar a la niña, la pareja se fue a la cama. El embarazo había empezado a afectar a Blaine e intentaba dormir todo lo que podía. Sam lo acompañaba para guardar reposo, por lo que los dos pasaban muchas horas ahí. Hacía mucho que no tenían sexo, no encontraban una posición cómoda para ambos debido a sus redondeados vientres. A veces se masturbaban o tenían sexo oral, pero cada vez menos porque ambos estaban demasiado cansados. Los dos comenzaron a tocar el vientre del otro, buscando sentir al bebé que no llevaban en su interior.

Los dos estaban tumbados de lado, mirándose a los ojos y disfrutando de la tranquilidad y su compañía. El moreno se movió un poco para besar a su esposo, creando un clima de romanticismo y amor casi perfecto. Los dos sonrieron al sentir el movimiento dentro del vientre del ojimiel, Kevin era un niño muy inquieto, tanto que les recordaba a Valerie. Sin embargo, no había ninguna señal del otro bebé, al que pronto podrían ponerle nombre, si dejaba ver si era niño o niña.

Sam ya se había quedado dormido y Blaine casi lo estaba cuando sintió un movimiento en la palma de su mano. Abrió los ojos rápidamente y vio que el rubio también los había abierto sorprendido y los dos sonrieron. Su bebé, ese que tantos problemas parecía darles, por fin había decidido darle una patadita a la mano de su papá para que supiera que estaba ahí.

Los dos se abrazaron y besaron, era un momento muy especial. Además, esa vez sí tenían la privacidad de su habitación, por lo que no podían aspirar a nada más. Después de un rato, todo fue subiendo de tono. Las sensaciones estaban aumentadas por el embarazo y los dos estaban realmente excitados. Acabaron aliviándose mutuamente, dejando que su amor y felicidad hablara por ellos. El futuro les pertenecía a ellos y estaba tan lleno de esperanza e ilusión que a veces les asustaba. Esperaban que nada cambiara lo bueno que tenían, porque estaban tan bien así que sería muy difícil perderlo.


No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora