CAPÍTULO 34: LA FAMILIA AUMENTA

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CAPÍTULO 34: LA FAMILIA AUMENTA

Sam y Blaine estaban jugando con Valerie. Eran conscientes de que el moreno pronto daría a luz porque ya había salido de cuentas. De echo, el médico le había dicho que si en una semana no nacía el pequeño, le provocarían el parto. Por eso habían decidido centrarse en la niña hasta que llegara Kevin y reclamara toda su atención.

Ninguno de los dos trabajaban esos días por lo que pasaban todo el día en casa. Eso suponía un gran problema porque a Pam y a Stacy les costaba mucho llevar a la niña a la escuela. Hacía unos meses que había empezado el Kindergarten y parecía que estaba muy contenta. Había hecho muchos amigos e incluso la llevaban al parque algunos días para que jugaran juntos.

Los señores Anderson pasaban muchas horas allí y desde que su hijo había cumplido el noveno mes de embarazo, se habían instalado en un hotel muy cercano a la casa de la joven pareja. Eran conscientes de que se necesitaría su ayuda cuando el momento del parto llegara. Alguien debía encargarse de Valerie y, sobretodo, de Sam. El rubio seguía de reposo aunque no había tenido ningún susto, pero sabían que eso no significaba que estuviera bien.

Valerie estaba sentada en el suelo, peinando a una de sus muñecas mientras sus padres hacían lo mismo con otras dos, mientras descansaban en el sofá, uno muy cerca del otro. Hacía poco que, mientras su abuela guardaba en cajas cosas que ya no necesitarían para llevarlas a la casa que la pareja había comprado, ella encontró unas fotos y Pam, muy orgullosa de lo que había logrado su yerno, le contó que Evans había sido modelo cuando era más joven. Desde ese día, la niña disfrutaba haciendo pases de modelos y peinando y vistiendo a sus muñecas y siempre acababa implicando a sus padres.

Sam sintió un ligero dolor en su vientre pero no le dio más importancia. Sabía que las contracciones no implicaban un parto inminente y mientras no fueran muy seguidas y abundantes, no tenía mucho de lo que preocuparse.

Sin embargo, el dolor aumentaba y empezaba a reflejarse en su rostro. No podía disimular que empezaba a preocuparle. Estaba en el séptimo mes de embarazo y no quería un parto prematuro, pero al final no era él quién decidía.

– ¿Te encuentras bien? – Blaine preguntó preocupado.

– No, la verdad es que me duele. – El rubio confesó.

– Voy a llamar a mi madre, creo que lo mejor será que venga a cuidar de Valerie mientras vamos al médico. Quiero asegurarme de que estás bien. – El moreno anunció.

– Que vengan los dos, tu padre nos tendrá que llevar al hospital en coche. Tú no puedes conducir, por lo que lo necesitamos también. – El ojiverde pidió. Ellos no tenían coche pero los Anderson habían aparcado el suyo muy cerca de allí por si lo necesitaban.

Blaine asintió y llamó a su madre para darle aviso de lo que sucedía. Sabían que llegarían en apenas cinco minutos por lo que decidió acudir a la habitación para buscar los dos bolsos que tenían preparados por si uno de ellos se ponía de parto.

Cuando volvió, se encontró a Sam que había decidido tumbarse, clara muestra de que era peor de lo que parecía. El moreno intentó mostrarse sereno, para no preocupar más a su esposo y para que él no tuviera alguna complicación.

Cuando Pam llegó, fue ella la que llevó a Blaine y Sam al hospital mientras su esposo se quedaba cuidando a Valerie. Si al final el bebé nacía, era mejor tenerla a ella cerca.

Llegaron a urgencias y rápidamente llevaron una camilla para que se sentara el rubio. Una enfermera lo dirigió a una sala y minutos después entró un médico al que no conocían. Empezó a realizar algunas comprobaciones con ayuda de dos enfermeros. El moreno estaba al lado de su esposo, sujetando con firmeza su mano, esperando recibir las noticias de lo que estaba pasando. Pam estaba en la sala, pero algo separada de ellos para que no se sintieran agobiados.

Lo peor de todo era que el ojimiel empezaba a tener molestias que reconocía muy bien de cuando tuvo a Valerie. Creía que pronto se pondría de parto y eso sólo complicaría las cosas.

– Señores Anderson-Evans, tengo que decirles que vamos a tener que prepararnos para una cesarea. – El médico informó. Los dos se asustaron porque eso parecía algo preocupante. – Vendré a buscarlo cuando todo esté listo.

Los allí presentes se miraron preocupados, no sabían qué decir. Sam parecía que iba a tener un ataque de nervios por lo que su marido reaccionó todo lo rápido que pudo.

– Todo saldrá bien. Sé que es un poco pronto pero seguro que es porque quiere estar con nosotros... O con su hermanita, tantos mimos por parte de Valerie tienen que haberle convencido. Todo saldrá bien, confía en el doctor. – Blaine pidió pero eso era algo que él mismo no iba a hacer, por lo que dudaba que su esposo se tranquilizara. Sintió otra contracción pero intentó disimular. Lo último que necesitaba era alterar al otro antes de que lo anestesiaran.

– ¿Estás bien? – El rubio miró al otro con la duda reflejada en sus ojos verdes. El moreno sonrió para que estuviera tranquilo.

– Un poco nervioso, pronto tendremos a nuestro bebé. – El actor confesó. No pudo decir nada más porque llegaron tres enfermeros. Las dos chicas acompañarían a Evans al quirófano y el chico se quedaría con ellos a explicarles un poco el procedimiento para que tuvieran la información antes de que el bebé naciera.

Cuando Sam salió de la sala, Blaine bajó su mirada para confirmar lo que ya temía, había roto aguas. Pam y el enfermero siguieron su mirada para darse cuenta de lo que pasaba.

– Voy a buscar a un médico. – El enfermero salió de la habitación y la mujer ayudó a su hijo a sentarse en una silla que había allí.

– Cariño, respira tranquilo. Voy a estar a tu lado en el parto. Al final, si todo va bien, los dos nacerán el mismo día, lo que os ahorrará muchas explicaciones en el futuro. Todo va a salir bien, ya lo verás. – Ella intentó eliminar las preocupaciones de su hijo.

– Eso espero, no creo que uno de los dos pueda hacerse cargo de todo...

El enfermero entró con una camilla y un doctor. Blaine se tumbó con ayuda de los presentes y el médico comenzó a comprobar su estado.

– ¿Has sentido contracciones? – El ginecólogo preguntó y el moreno sintió que sus mejillas enrojecían. Él sabía que debería haberlo confesado antes.

– Sí, desde hace un rato.

– Parece que el bebé tiene algo de prisa por salir. ¿Estás preparado? – El especialista quiso saber. Anderson asintió nervioso, lo estuviera o no, no tenía más opción que seguir adelante. Él no era el que decidía cuando vendría su bebé. De haber sido así, habría esperado a que su marido se hubiera recuperado para poder estar junto a él. Aun así, decidió no pensar mucho en eso porque tenía que centrarse en que todo saliera bien. Sintió la mano de su madre intentando tranquilizarlo mientras sentía una contracción. No había vuelta atrás, pronto sería padre de nuevo... Y por partida doble... O al menos, eso esperaba...


No Pierdas La Esperanza (Blam - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora