Capítulo 33

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Mi cuerpo se congela al ver como Niall me observa, por un momento creo que se alegra de verme pero luego esa pequeña chispa de luz en sus ojos se apaga. Sus labios permanecen en una fina línea, dejándome en claro que no planea decir ni una sola palabra.

Aquí es cuando me siento pequeña, me siento derrumbada. Mi frente se arruga al no poder digerir lo que veo frente a mí. Mis ojos se cristalizan después de entender la realidad, la más dolorosa.

La mirada de Niall gira noventa grados, ahora a quien ve es a ella. Mi vista viaja a la misma dirección y Brenda se encuentra con una cara atónita, no imagino lo que debe estar pensando. La mano de ella se posa en el brazo de él. Las lágrimas acumuladas en mi interior se dejan liberar cuando la mano de Niall toca la de ella.

Mi mandíbula se aprieta, por igual mis labios y manos. Luego, ante no poder hacer nada más, mi cuerpo se relaja, mis labios quedan entreabiertos, las lagrimas fluyen constantemente en estos. Bajo la mirada y niego con la cabeza.

Mi cuerpo exige que huya de ahí, no puedo ver esto más tiempo. Todos mis miedos se cumplen, las miserables ideas que sembraba Brenda en mi cabeza no eran más que verdades. Todo está ahí, frente a mí, frente a mis ojos.

Las piernas temblorosas de mi cuerpo se dignan a salir corriendo de ahí. Así lo hago. Mientras huyo cobardemente por el pasillo dejo salir un grito ahogado, mi cuerpo está comprimido, mi corazón no logra funcionar bien.

Estoy muerta en vida.

Vacía.

La gente que logra ver mi estado murmulla entre más gente. Ya nada importa, me he rendido. No hay nada que me haga levantar

¿Cómo logras levantarte cuando la persona que te sostenía fue la que te dejó caer?

¿Cómo puedes ver la luz si quien te la brindaba fue la persona que te cegó?

¿Cómo querer luchar si la persona que te daba el motivo para vivir, te deja ir?

Es el fin, mi cuerpo, alma y mente lo sabe. Lo intenté, más no pude. No puedo.

El frío inaguantable que posee la ciudad una vez más choca en mi pecho. Cuando llego a los jardines de tal lugar me dejo caer sobre el pasto. Ya no trato de impedir que mis ojos retengan más lágrimas, ahora yo soy quien pido a gritos que salga de mi toda esta sensación asfixiante que me mata segundo a segundo.

-¡¿Por qué?!- grito al cielo en busca de una respuesta. Una maldita respuesta que ni el mismo universo se dignaría a contestar.

Me acomodo para sentarme y cubrir mis congeladas rodillas con los brazos. Mi respiración se vuelve irregular, se transforma completamente, sollozos inundan mi alma provocando la sensación de ahogarme. Y probablemente lo esté, ahogada en amargura, tristeza, impotencia. Me grito a mi misma el por qué. A mi mente llega la imagen de Niall la primera vez que lo vi, frente a un escenario, a metros de distancia. Ahora la distancia se vuelve infinita, no puedo recortarla. Él no quiere y una parte de mi tampoco. El recuerdo de sus labios en los míos, de sus promesas de que jamás lo perdería. ¿Dónde quedó su amor? Una incógnita más para desgarrar mi interior, mi corazón.

Algo tibio recorre mi espalda. Al notarlo observo la tela blanca posada en mis hombros. Es el saco de Niall.

Me giro a encararlo, su vista no posee ni la más mínima expresión. Me levanto del fresco pasto y quedo a pocos metros de él. Con solo verlo me quedo sin aliento. No me atrevo a hablar porque de ser así mi voz se quebrará ante él y no quiero sentirme humillada una vez más. Ya no.

-¿Para qué regresaste?- dice seco, sin mirarme. Sólo frunce sus labios, sé que está molesto.

Rebusco las palabras correctas para dejarlas salir más no lo logro, sólo dejo caer una lágrima que limpio de inmediato.

Buscar Hasta Encontrarte (Niall Horan y Tú) |NO EDITADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora