Capítulo 50

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La brutalidad con la que se originó tal sonido hizo que mis oídos quedaran completamente aturdidos, sumergidos en un profundo y sin fondo vacío. Todo a mí alrededor quedó callado, mientras que mis palpitaciones rápidas chocaban con severa velocidad. Mi cuerpo pesaba como nunca antes había pesado. La movilidad de mis entumidos músculos quedó enterrada en el mar de pensamientos sin sentido.

Dentro en mi interior, estaba la viva lucha de cerrar mis pesados parpados o ver a mi alrededor. El oxígeno me faltaba con gravedad, las punzadas en mi cabeza se hacían más y más frecuentes. El zumbido agudo dentro de mis oídos hizo que recobrara la vaga conciencia en la que por poco me adentro en su totalidad.

Cuando recobré la conciencia perdida, logré observar el cuerpo arriba del mío, era pesado, como si tuviese un costal lleno de cualquier material. Sólo podía sentirme asfixiada y mareada.

Al bajar la mirada, el terror se apoderó de mí. Una cabellera rubia yacía en mi estómago. Sus brazos estaban extendidos hacia los lados. Mis ojos se llenaron de incredulidad, acompañada de lágrimas que pronto comenzaron a abultarse en mis ojos y en la parte posterior de mi garganta.

Lentamente quité con mis propias manos el cuerpo sin vida de Brenda.

Al levantar la vista me topé con la figura de Vanessa. La confusión brotó con furia de mis ojos. En sus manos temblorosas sostiene una pequeña arma, ella le disparó a mi peor enemiga, a su propia hermana.

-B-Brenda- susurró por lo bajo, con tono lamentable, mientras yo veía sorprendida la escena.

Mi cuerpo quedó sentado sobre el frío suelo. Era todo tan irreal, tan inhumano, tan trágico. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no sólo me dejó tranquila?

La realidad más dolorosa me golpeó con brutalidad cuando mi vista quedó posada en el cuerpo sin movimiento de Niall, estaba sobre uno de sus hombros, pero no podía mirarle a la cara. La sangre se drenó de mi cuerpo mientras que todo a mí alrededor se puso negro, no podía ver nada más que a Niall tirado en el suelo, sin desprender alguna señal de vida.

Gatee sobre el piso para acercarme a él. Tomando su hombro entre mis temblorosas manos tiré de él, haciendo que su espalda chocara contra el suelo.

Sus ojos estaban cerrados.

-Niall...- susurré en tono tembloroso e inestable; con el océano dentro de mis ojos, y el tornado arrebatándome las palabras dentro de mi garganta.

La sensación de ahogarme estaba viva dentro de mí, removiendo la quemazón en mi pecho. En el lado superior  izquierdo de su pecho había una mancha rojiza, mis manos se colocaron en esa zona, era sangre, su sangre.

Al tocar su rosada mejilla, con la esperanza de que abriera los ojos, dejé escapar un pequeño suspiro.

-Háblame Niall. Abre tus ojos cariño- susurré entre potentes y feroces sollozos- No me dejes amor. Abre tus ojos.

Tomé la orilla de la cinta alrededor de su boca, y la quité cautelosamente, mis manos aún no dejaban de temblar, al igual que el resto de mi anatomía. Sus labios quedaron entreabiertos, dejándome ver una ligera vista a sus dientes blancos.

Tiene que despertar, tiene que abrir esos ojos con los que cada mañana me hace tener una sonrisa. Tiene que vivir, no puede dejarme, no ahora. No nunca.

-¡Con un demonio! ¡Abre los ojos!- grito con frustración al no recibir respuesta corporal de él, al tener a mi tacto su cuerpo débil y frágil.
Completamente desmoronado entre mis brazos debilitados. No creí ser débil, pero es aquí cuando mi alma entera se da cuenta de lo vulnerable que resulto ser.

Buscar Hasta Encontrarte (Niall Horan y Tú) |NO EDITADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora