La lápida de Morgan se mantenía conservada. Él trataba de que así fuera. Tenía la buena costumbre de dejarle rosas todos los meses en los que su calendario indicaba que era 23. Y hoy lo era: 23 de noviembre.
Justin miró el mármol con el nombre de Morgan Russo inscrito en él. En la mano derecha cargaba un ramo grande de rosas y con la otra sostenía un cigarrillo que se desmoronaba con el pasar de los segundos. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí sin hacer nada, solo observando? solo entonces caía en cuenta de que podía pasarse días enteros mirando esa tumba, sabiendo que ahí abajo reposaba su cuerpo.
El chico dejó el ramo de rosas sobre la tumba y dio un paso hacia atrás, para ver la escena desde un mejor ángulo. Las cenizas que emanaba el cigarrillo también fueron a parar sobre aquella lápida, que permanecía inerte como cada mes. El viento le desacomodó el cabello rubio y si no fuera porque no creía en nada, habría pensado que ese viento se trataba de ella.
Pero no era cierto.
No para Justin. No para un tipo como él.
Si en algo se había vuelto experto desde que Morgan había dejado de existir, era en perder su fe en absolutamente todo, en cambiar su forma de ver la vida y volverse duro de corazón como nadie que hubiera conocido jamás. No creía en nada que no fueran sus habilidades.
No creía en nada que no fuera él mismo.
Atrás de él escuchó cómo varias hojas secas crujían bajo unos pasos firmes. Probablemente solo eran él y esa persona en aquel solitario cementerio. Y si no se puso alerta, fue porque sabía de quién se trataba.
Cuando se aproximó, Rylie puso la mano derecha sobre el hombro de Justin y trató de buscar las palabras exactas para dirigirse a ese complicado hombre.
—Sabía que te encontraría aquí —le dijo y Justin se apartó, dejando caer la mano de Rylie de su hombro.
—Qué pasa, Rylie.—le saludó el muchacho, en un tono distante que acostumbraba a emitir. — ¿Cómo están las cosas en el trabajo?
—Jodidas, como casi siempre. —respondió Rylie. —¿No te sorprende verme?
—Te he visto durante más de cinco años. No necesito verte más. —ambos sonrieron a medias, con la mirada intacta en el mármol.
—Viejos tiempos ¿verdad? Los de la agencia te extrañan. Especialmente la rubia de la oficina 13. Siempre te tuvo ganas.
Los dos chicos volvieron a sonreír y sus cabellos fueron despeinados por una corriente de aire fría que envolvía la ciudad. Se hizo un largo silencio, porque el momento lo ameritaba. Porque las cosas hoy en día eran tan distintas.
Rylie se animó a hablar.
—Hay algo que debes saber —soltó despacio, con las manos escondidas en los bolsillos.
Justin negó con la cabeza, esbozando una corta sonrisa que denotaba victoria.
—Lo sabía, has venido hasta aquí porque...
—Porque los de la agencia te necesitan.—le interrumpió Rylie. —El gobierno está ofreciendo una gran cantidad de dinero por esta misión. Van a pagarte lo que quieras con tal de que la traigas con nosotros. Pero hay una única condición que debes cumplir y es que... la agencia de misiones especiales te quiere de vuelta trabajando con el equipo. Sabes que eres bueno en esto, Justin. Siempre ha sido lo tuyo.
—Ahora no trabajo solo, lo sabes muy bien. —protestó un Justin ligeramente alterado.
—Lo sé. Y tus colegas también tendrán un espacio en nuestra agencia. Hemos pensado en ellos y en ti.
Un silencio volvió a gobernar el lugar. Pero el ambiente era distinto.
—Lo único que debes hacer es traer a la chica con nosotros. Vamos Justin, es pan comido para ti y para tu equipo.
—No pensé que me llamarían. —admitió Justin, girándose para ver a su mejor amigo quien lo miraba entusiasmado. —Dejé de trabajar para la CIA hace mucho, y sabes que no terminamos en los mejores términos...
—Eso no importa ya, a la agencia no le importan los líos pasados cuando se trata de una misión tan grande como esta. Han confiado en ti porque tú sabes sobre ella, sabes dónde encontrarla y nosotros tenemos lo necesario para llevarlo a cabo todo.
Aquellas palabras quedaron estancadas en la mente de Justin por un largo tiempo. Algo dentro de él le hizo saber que eso era lo que había estado esperando durante mucho tiempo. Por él, por Morgan, habían tantas cosas que necesitaba solucionar y que habían quedado estancadas. Sin embargo, ahora tenía el poder de que todo eso cambiara. Dependía de él, y solo de él, elegir un rumbo para sus acciones, para su destino. Aunque este ya estuviera escrito.
—¿Qué dices? — le preguntó Rylie.
El muchacho en frente de Rylie guardó silencio por unos segundos en los que su mente empezó a trabajarlo todo. Cifra por cifra. Momento tras momento.
—Quiero una camioneta blindada, armas de fuego y una placa del FBI. Debes saber, Rylie, que a esa chica no solo la está buscando la CIA, sino el mundo entero. Si voy a llevarla contigo, mi grupo va a correr riesgos, así que necesito un seguro de vida para cada uno de ellos. Y no te tomes la molestia de tramitar uno para mí porque no lo necesito. Por último, dile al presidente que si va a contratarnos, mi equipo y yo necesitamos la mitad de la recompensa acordada para hoy a las veinte cero horas. Si tienes todo eso para esta noche, tendrás a Brook Taylor en exactamente treinta días, sentada frente a tu escritorio.
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Antidote | terminada.
FanfictionLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de una chica. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Justin Bieber...