14. Confesiones de madrugada.

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Medianoche.


Brook estaba acostaba sobre la cama, de espaldas a Justin y a lo que sea que este hacía en su laptop, sentado en una mesa de madera.

Justin, por su parte, pensaba que probablemente ella se había quedado dormida. Sin embargo, la chica se movía de vez en cuando y su respiración, aunque era bastante tranquila, le hacía llegar a la conclusión de que aún se conservaba despierta.

No pudo evitar mirarla por sobre el hombro de vez en cuando, porque teniéndola de espaldas podía ver perfectamente las delicadas curvas de su cintura que desembocaban en un culo perfecto. No se sentía para nada culpable por mirarla de esa forma. Es decir, era una mujer guapísima, con un buen cuerpo y con un carácter que le ponía duro. Y Justin no era un hombre ciego o que pasara por alto todas esas características tan resaltantes que ella tenía.

Sin embargo, algo de todo lo que Brook le producía era distinto. Diferente.

Aunque no había querido pensar mucho en eso, sabía que era cierto. Cada vez que sentía a Brook cerca, era como si nunca antes hubiera estado cerca de un cuerpo femenino. Le jodía aceptarlo, pero nunca antes había estado tan atraído por alguien físicamente, como por ella. Y eso que había estado frente a mujeres voluptuosas, rubias, morenas, pelirrojas, latinas... Pero ella simplemente le daba mil vueltas a todas, y coño, cuán difícil era entonces contenerse con todo lo que ella le provocaba.

La vio entonces acomodarse en la cama boca arriba y tocarse el rostro, exactamente el mentón, donde todavía conservaba el moretón del golpe que había recibido de parte de esos hijos de puta, así como algunos raspones que tenía alrededor. El recuerdo le hizo ponerse tenso.

—Siéntate. —le ordenó desde su sitio. Brook levantó la cabeza para mirarlo, un poco sorprendida por su repentina comunicación, y por la forma en la que siempre estaba dando órdenes.

—¿Para qué?—preguntó, viéndolo acercarse hasta ella.

—Voy a revisarte. —el chico parecía hablar en serio, no como cuando bromeaba sobre cosas sexuales... Así que Brook obedeció y se sentó en el borde de la cama; a lo que Justin se puso de cuclillas frente a ella y le cogió el mentón suavemente. —Mira arriba. —dijo con la voz gruesa. —¿Te duele todavía? —preguntó haciendo presión con los dedos.

—Mierda...—Brook se quejó, entre gemidos. Él tragó saliva. Le sabía muy mal verla quejarse por sentir dolor, ¿aquello era normal?

—Me alegra mucho haberlos desintegrado uno por uno. —comentó Justin, con el ceño fruncido, revisando el rostro de Brook tan delicadamente como le era posible.

—Fue un bonito gesto. —ella le siguió el juego y lo escuchó reír, mientras se levantaba y caminaba en dirección a su portafolio. Justin lo abrió y sacó un pomo de un compuesto químico que utilizaba cuando se golpeaba de vez en cuando con las pesas del gimnasio, y volvió con Brook.

—Te pondré un poco de esto. —le indicó y ella se quedó inmóvil por unos segundos mientras Justin le echaba el líquido con un algodón. Lo hacía tan despacio, estaba tan concentrado en ella y el espacio que los separaba era tan corto que Brook no pudo evitar fijarse en su boca. Estaba medio abierta y soltaba aire muy despacio. Tenía los labios gruesos y se veían tan bien desde ese ángulo...  y pensar que ella ya los había probado. Pensar que incluso había jugueteado con su lengua, con toda su boca. El recuerdo la hizo estremecer. —Déjame adivinar ¿quieres que te bese? —la pregunta la tomó por sorpresa, provocándole un ligero rubor sobre las mejillas y llenándola de enfado cuando lo vio sonreír plácidamente ante su reacción.

Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora