Justin dejó caer el cuerpo de Brook sobre la cama, provocando que ella diera un saltito debido al suave impacto contra el colchón. Cuando ambos estuvieron dentro de la habitación, él se encargó de apretar el pestillo de seguridad de la puerta para que nadie les interrumpiera.
—Quítate la ropa.—le ordenó Justin, gruñendo. —Necesitas darte una ducha antes de ir a dormir, no querrás amanecer apestando.
—Déjame en paz... —jadeó ella, enredando sus piernas en las sábanas blancas de la cama.
—Joder, ¡quítate la ropa!
—¿Quién lo dice?
—Lo digo yo. —las manos gruesas de Justin terminaron por posicionarse en los muslos desnudos de Brook, deteniendo sus movimientos bruscamente. Aquello hizo que ella empezara a prestarle atención y, sobre todo, notara que él hablaba bastante en serio.
La chica se sentó sobre la cama y se quitó la blusa negra.
—¿Cuánto has tomado?—le preguntó Justin, mirándola con el ceño fruncido. No podía describir con solo palabras cuán irritado estaba en ese momento.
—No lo sé... —Brook negó con la cabeza, tambaleándose en su sitio.—Había whis-key y yo so-lo to-mé. —logró articular ella, en medio de un hipo sonoro y gracioso.
—¿Él te ha obligado a hacerlo? —el chico desabrochó los shorts de Brook e intentó no desviar su concentración por lo que sus manos empezaban a tocar. Una vez que se los quitó, la mirada se le nubló al verla tan solo en lencería. Una diminuta braga y un sujetador de encaje, un conjunto bastante encantador. Y ella se retorcía, agitaba las piernas y movías los pechos, debido a su actual estado etílico.
Madre mía, vaya que no cooperaba para nada.
—Por supuesto que no. Ashton no me obligó—ella no pudo resistirse y levantó la vista para mirarlo. En ese estado todas sus emociones se multiplicaban por tres, incluso lo que sentía por Justin. Aunque aún era un misterio, no podía negar que esas expresiones tan cabreadas le hacían ver tierno, guapísimo, encantador; le provocaba besarlo en la boca y que él pudiese tocarla de nuevo. Que la hiciera sentir todo lo que había experimentado en Paris. Que la hiciera sentir como si fuera... suya. —¿Es-tás... eno-ja...do?
Justin frunció el ceño. Se puso de pie con la muda de ropa de Brook en las manos, que la dejó en una esquina de la habitación.
—No me gusta verte en ese estado.—admitió él, con un esfuerzo sobrehumano.—Has estado... muy a gusto con Ashton, ¿no es así? —le dijo y vio cómo Brook se sentaba en el borde de la cama.
Su aspecto era demasiado gracioso como para pasarlo por alto. Estaba despeinada, ruborizada, semidesnuda, con los ojos ensombrecidos. A Justin le habría encantado haber sido él el causante de esas reacciones.
—Respóndeme algo ¿ha intentado pasarse de listo contigo? —Justin se le acercó lentamente, colocándose en cuclillas delante de ella. Al tenerla ahí, tan cerca suyo, aquella conocida sensación volvió a él automáticamente.Definitivamente sus ganas por tumbarla en la cama y devorarla como lo merecía, eran grandísimas. Pero había algo más fuerte que todo eso, algo más poderoso que lo inundaba de celos densos en todo el cuerpo. Y que lo hacía mirarla con los ojos inmersos en angustia, porque sabía que cualquier cosa que ella le dijera, iba a ser dolorosa. Dolorosa y desesperante...
—¿Crees que yo dejaría que suceda algo entre nosotros? —la chica hundió el rostro, frunciendo el ceño. Borracha o no, escuchaba y entendía con facilidad.
—Estás pasada de copas, cualquier cosa pudo haber sucedido.
—Él no quiere nada conmigo...
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Antidote | terminada.
FanfictionLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de una chica. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Justin Bieber...