Últimos capítulos
La chica abrió las puertas de su habitación. Su frente sangraba y tenía un corte grande del tamaño de un puño en su brazo derecho. Le habían alcanzado una fuente de agua y un paño frío para que lo pase en sus heridas y se pueda recuperar lo más antes posible.
Lo primero que hizo fue mirarse al espejo. Había sido una batalla dura esta vez. Uno nunca sabe con qué va a encontrarse cuando está enfrentándose a varias de esas criaturas que no tienen explicación. No recordaba el momento exacto de la batalla, pero sí que eran muchos. Hambrientos, hostiles. Sino les disparaba junto con los demás, habrían acabado con todo el refugio y la gente que estaba en él.
Asustada, empezó a revisarse. Si bien es cierto tenía en su memoria sus movimientos y cuántas balas había logrado disparar, pero no podía estar segura de qué había sucedido exactamente. Había tenido cantidad de zombies intentando morderla por las piernas, por los brazos. Morgan solo sabía que los había apartado a todos. Pero la incertidumbre siempre estaba ahí...
—¿Por qué estás mirándome así?—le preguntó histérica, mirándolo por el reflejo del espejo.
—¿Qué ha pasado?—Justin no pudo evitar acercarse a la chica.
—Lo que ves—respondió Morgan instantáneamente, girándose a él para extender los brazos y enseñarle sus heridas.—Por si aún no te das cuenta, es así como vivimos todos los días.—dijo con un hilo de voz que empezaba a quebrarse.
—Déjame ver...—el chico cogió el paño frío e hizo que Morgan se sentara en el borde de la cama. Él, puesto en cuclillas, empezó a limpiarle la herida del brazo.—¿Cómo te hiciste esto?
—No lo sé, fue cuando estaba intentando ocultarme. Resbalé y recuerdo haberme abierto el brazo con algún fierro o qué sé yo... Joder...—se quejó al sentir la textura de la tela sobre su herida. Aunque Justin lo estaba haciendo despacio, la exposición de su herida al exterior era dolorosa. —¿Se ve tan mal?
Él negó con la cabeza.
—¿Entonces por qué estás tan callado?—la chica en frente de él le dedicó una sonrisa nerviosa.—Justin...—susurró su nombre tan lento como pudo. Como si estuviera disfrutando aquel insignificante momento. De su presencia. De su atención.
—Me iré—fue la respuesta del muchacho después de unos segundos largos.—Sino te importa, me llevaré mi camioneta y algunas armas, es lo mínimo que podría pedirte.
—¿Qué?—pero ella alzó la voz. Exaltada, se puso de pie y apartó bruscamente a Justin de su camino. —¿Estás de coña, verdad? ¿Que no te das cuenta de todo lo que puede pasarte ahí afuera? ¡Mírame! Justin, tú no...
—Morgan, no lo hagas...—le pidió él en susurros. Su rostro afligido miraba el de ella, llena de terror, de espanto, de desesperación.—No hagas de esto un maldito drama...
—No puedes irte—la chica corrió hacia la puerta de su propia habitación y se dispuso a quedarse ahí, inmóvil. Impidiéndole el paso.—No voy a permitir que te dejen ir...—le dijo mientras negaba la cabeza, con un par de lágrimas corriéndole por las mejillas.
—Ya lo sé todo—fueron aquellas palabras las que dejaron a aquella mujer petrificada en su sitio. Mirarlo, sentir la intensidad de sus ojos sobre ella y la forma en la que todo esto le entristecía más que molestarle, le hizo sentir destruida. Se veía decepcionado, más que cabreado. Se veía afligido, más que lleno de ira.—Podría matarte ahora mismo. A ti, y a todos los de este refugio. Tú sabes que no me costaría más que un par de movimientos.
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Antidote | terminada.
Fiksi PenggemarLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de una chica. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Justin Bieber...