46. ¡No te tengo miedo!

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  —¿Ya vas a decirme qué estaba pasando afuera?—preguntó Brianna una vez más, mirando a Justin por el rabillo del ojo. 

Desde que el chico había subido a la camioneta, estaba totalmente diferente. Más callado, más reflexivo, parecía como si esa  conversación lo hubiese sacado del panorama. 

—¿Quién era esa chica?— volvió a cuestionarle mientras jugueteaba con la tela del cinturón de seguridad.—Te preguntó sobre mí, ¿verdad? 

Justin asintió despacio, con la mirada fija en el camino. 

—Ella era...—quiso seguir hablando, pero algo dentro de su interior la obligó a quedarse callada. Maldición, ¿qué le estaba sucediendo? ¿por qué de un momento a otro, se le hacía difícil hacerle esta pregunta?—¿Ella era Brook? 

El muchacho a su costado esbozó una sonrisa que la tranquilizó sobradamente. 

—No—le dijo acompañado de una risa encantadora. Y ella se odió en ese momento, al comprobar lo sexy que podía ser ese hombre sin ni siquiera proponérselo. Como si fluyera de él, naturalmente.—Pero es una gran amiga suya. Y no sé por qué, pero ha pensado que tú y yo...—Justin se aclaró la garganta— Que tú y yo tenemos algo. —dijo en son de burla, divirtiéndose con sus propias palabras.

La única que no parecía estar tomándolo todo a la ligera, era ella...

 —¿Y qué le dijiste?—Brianna se giró a mirarlo. 

—Que es una locura.—la respuesta de Justin quedó en el aire. Él le devolvió la mirada y desde entonces, ninguno dijo palabra alguna hasta que la casa Hundson estuvo frente a ambos y llegó el momento de despedirse.

No sabía si era solo idea suya, pero él había empezado a sentir cierta tensión en el ambiente desde que le había contado lo de Cassie. Estaba imaginando que tal vez, se había sentido ofendida por algún comentario fuera de lugar dicho por la rubia. Pero luego volvía a él la idea de que Brianna no podría ofenderse jamás por algo así, es decir, le había demostrado que era lo suficientemente liberal como para aguantar una que otra palabra fuerte. 

Y si todo era como lo pensaba, ¿por qué sentía que ella estaba enojada?

¿Y por qué eso empezaba a importarle tanto?


El chico aparcó la camioneta y sacó la seguridad de las puertas para que Brianna pudiese bajar. Ella hizo lo propio: desabrochó su cinturón, cogió su bolso y abrió la puerta copiloto. 

Fue en ese instante, donde todo se redujo a un solo momento. Y las cosas al rededor, empezaron a suceder una por una, en una lista de acciones rápidas, efímeras y sorprendentes...

Brianna besó a Justin en los labios. 

Y gracias a la sorpresa de él, ella pudo desenvolverse un poco mejor en su boca. Primero un beso suave, sin movimiento, para después transformarlo en algo más intenso. Mucho más intenso. La respiración de ambos se convirtió en un vaivén de jadeos y contradicciones. Pero ella no se detuvo, y él no pudo ser capaz de hacer algo al respecto gracias a lo desprevenido que lo había tomado el asunto. Solo hasta que pudo reaccionar para separarla de él a lo brusco, haciendo que volviera a sentarse una vez más en su asiento.

La piel le ardía y suponía que tenía toda la sangre en la cara en ese momento. Pero no tenía tiempo para concentrarse en eso ahora mismo. Estaba aturdido, excitado, ¿qué demonios le sucedía? No podía hacer algo como eso. No ahora. No a ella. No a Brook...

—Baja ahora mismo—la voz de Justin estaba debilitada. No la miraba, ni lo haría. Al menos no por hoy.

—Lo lamento—sin saber por qué se disculpaba exactamente, Brianna bajó de la camioneta con las mejillas ruborizadas. Se alejó rápido y se metió a su casa antes de que pudiese hundirse más en la humillación que sentía en ese preciso momento. 

Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora