37. Antídoto.

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[9 de diciembre, 6:00 am]


É
l estaba de vuelta, y al rededor todos podían notarlo.

Rylie saludaba a todos los trabajadores del lugar dándoles un buen apretón de mano, con esa sonrisa cálida que acostumbraba a transmitir. Así mismo, conversaba breves palabras con algunos, les decía ciertas bromas y reía con ellos a medida que iba acelerando el paso.

Justin lo miraba llegar desde el final del pasillo, sin poder evitar sentir dentro de él una sensación acogedora. Rylie seguía siendo Rylie, a pesar de los días transcurridos. Y la verdad es que, si seguía analizándolo de esa forma, todos seguían siendo los mismos a su al rededor... Todos, a excepción de él.

Quizás era solo idea suya pero, lo sentía. Sentía que no era el mismo desde que había decidido tomar aquella misión y probablemente después de que esta acabara, seguiría sintiendo lo mismo. Las situaciones que había tenido que vivir, los sentimientos, las decisiones, las pérdidas... Justin sentía que había pasado muchísimo tiempo desde la última vez en la que se había sentado sobre su cómodo sofá, a simplemente mirar la televisión dejando que los segundos detrás de él siguieran su ritmo.

Tener a su mejor amigo justo en frente de él después de aquellos días parecidos al infierno, fue lo que le hizo saber que su vida jamás sería la misma desde entonces.

Rylie, el guapo muchacho de cabello castaño oscuro y ojos del mismo tono, con sonrisa estremecedora y muy bien vestido, abrazó a Justin.

Fueron unos segundos largos y duros de asimilar. Ninguno dijo nada, fieles a su estilo frío y sin emociones. Pero fue Rylie quién dio unas palmadas tras la espalda de su mejor amigo, sin poder evitar soltar una sonrisa al escucharlo suspirar.

—Joder...—murmuró el muchacho, con el rostro contra el hombro de Justin. Y viceversa.—He llegado a pensar que no volvería a verte.

Justin, tragando saliva, se despegó un poco.

—Hace falta el ejército completo de Hitler para desecharse de mí. Lo sabes. —le dijo acompañado de una sonrisa victoriosa.

—¿Por qué estás llevándote todo el crédito?— una voz familiar se escuchó detrás de los dos, haciendo que ambos se giraran.—¿Cómo te va, Rylie?— le saludó Chad, apareciendo de pronto, saludándolo con un diplomático apretón de manos.—Espero que mejor que nosotros—bromeó.

—Mucho mejor—continuó Rylie, acomodándose el cuello de su abrigo negro. —Por cierto, tengo mucha información que deben saber antes de que pueda ver a la chica— con la mano derecha, el chico golpeó un par de veces el portafolio que traía entre los brazos. —Algunos detalles a tener en cuenta.



~*~


Rylie pasó una diapositiva.

—Lleva el nombre de Bauverium Bassiene, o Bauveria. Aún no tenemos un conocimiento exacto de a qué parte del cuerpo afecta este virus, pero sabemos que crece en lugares con mucha humedad y falta de higiene. Si mezclas estos dos ingredientes en abundancia, tendrás un muto de Bauveria con el pasar de dos días.

Las imágenes que Justin podía visualizar en el monitor gigante mostraban distintos lugares, partiendo desde lagunas abandonadas con deshechos tóxicos, hasta distintas zonas descuidadas en el océano.

—El contagio. —prosiguió Rylie, dando pase a otra diapositiva.—Contagiarte es probablemente una de las cosas más sencillas, pero complejas a la vez. Según los estudios que hemos realizado, hasta el momento hemos llegado a la conclusión de que podrías contagiarte según cómo funcione tu cuerpo. ¿Me explico?

Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora