[29 de noviembre. 9:23 pm, Manaos – selva de Brasil]
Después de un largo viaje en la avioneta privada del gobierno, la residencia ubicada en los más escondidos rincones de la selva de Manaos les esperaba con los brazos abiertos.
La casa era realmente magnífica. Justin jamás imaginó que el gobierno podría ofrecerles una espaciosa casa como esa tan solo para la estadía de una semana exacta. Solo entonces podía entender lo importante que realmente era la misión, lo crucial que era llevar a Brook Taylor directo a Washington sana y salva, e incluso, con comodidades.
La propiedad estaba perdida entre muchos árboles y solo podía llegarse a ella mediante un camino que se encontraba en medio de una carretera solitaria. Alrededor estaba protegida por cercos eléctricos que no permitían el pase a ningún vehículo pesado. Además, contaba con alrededor de diez habitaciones, un gimnasio subterráneo, un bar, una sala de estar, una sala de televisión, baños con jacuzzi, una amplia cocina y un jardín inmenso que se expandía al interior de la casa. Todo perfectamente asegurado con cámaras de seguridad en cada esquina que podían monitorearse dentro de una habitación especializada, incluidos sensores de sonido y alarmas instaladas que no eran visibles para el ojo humano. La casa era un lujo del gobierno, que había sido usada de vez en cuando como base militar para el presidente en tiempos difíciles.
A Brook todo eso seguía pareciéndole jodidamente extraño. Había pasado de departamentos lujosos a una casa privada en Brasil, que aparentemente había sido usada por personas importantes anteriormente. Seguía preguntándose, ¿qué tan importante podría ser ella para devolverles todos esos favores carísimos? ¿Qué podía tener ella para valer todo ese dineral que estaban gastando solo para transportarla a Estados Unidos? No sabía si pensárselo le asustaba un poco, pero sea lo que sea... debía ser lo suficientemente importante como para valerlo.
Ashton apareció en la cocina de pronto, encontrándose a Brook con un delantal puesto y bastante entretenida entre muchas cacerolas y recetas que había encontrado en esa cocina totalmente implementada. Es que además de todos los lujos que habían, también había comida, películas bajo el LCD, tragos, licores, vodka y las máquinas de gimnasio funcionan a la perfección.
—Te has robado mi puesto.—bromeó el muchacho, sentándose en el taburete de mármol de la cocina, justo en frente de ella. La vista que tenía no era para nada mala. Brook cocinaba quién sabe qué y vestía unos shorts jeans, una blusa de tirantes negra que dejaba a ver bien sus pechos redondos por encima de la tela y además unas botas vaqueras. Pero quizás lo mejor de todo su look, es que estaba más o menos despeinada, con un aire casero. Estaba tan guapa al natural.
—Chad me advirtió que no te dejara tocar la cocina.—ella se giró para mirarlo, dedicándole una bonita sonrisa.
—Vale, vale. Pero es que pensé que se encargaría Justin esta vez.
—No, él no está aquí.—respondió una Brook un poco fastidiada por oír su nombre.
En ese momento, el recuerdo exacto de las palabras de Justin regresó a su memoria:
"No hay nada importante que contar ¿vale? Solo la he besado en el pasillo, como si fuera gran cosa que de pronto tenga intensiones de tener algo con alguna misión. Tú ya me conoces, Chad".
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Antidote | terminada.
Hayran KurguLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de una chica. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Justin Bieber...