25. ¿Qué nos está pasando?

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La jodida lluvia caía fuerte sobre el parabrisas. Las gotas eran gruesas y golpeaban como pequeñas piedritas sobre el metal de la camioneta.

Una tormenta.

Justin aparcó la camioneta blindada dentro del garaje. Una vez que el motor dejó de rugir, solo fue el sonido de su aliento pesado el que invadió el lugar. Y también la respiración lenta de Brook, que estaba dormida en el asiento copiloto. El muchacho no tardó en bajar del vehículo y darse la vuelta para poder llegar a ella. Abrió la puerta y su corazón se estrujó al verla retorcerse por el viento helado de la tormenta. Si ya estaba debilitada por los antídotos, ahora lo estaría mucho más si cogía un resfriado.

El chico se quitó la camiseta, automáticamente quedándose sin nada. Tuvo que mover a Brook con delicadeza para ponerle la prenda por encima de su propia ropa. La camiseta le quedó bastante ancha, pero era suficiente como para cubrirla hasta llegar a la puerta principal de la residencia sin que se moje demasiado.

Cargó a Brook con los brazos; un brazo fue a parar bajo sus muslos y el otro bajo su espalda. Brook era liviana y para él no significaba ningún esfuerzo extra. Mucho menos ahora, que la tenía ahí, respirando suavemente bajo su cuello y proporcionándole una sensación desenfrenada de ternura. No pudo evitar inclinarse un poco para besarla en los labios. A la mierda con las promesas. A la mierda con tratar de hacer lo correcto.

Un beso suave, pequeño, corto. Justin se tensó. Empezaba a preguntarse a dónde se habían ido esas sensaciones carnales que ella tanto le provocaba. Es decir, probablemente estaban ahí, pero ahora mismo ninguna de ellas había surgido. Sino que más bien, algo distinto lo había invadido. Estaba pasmado viéndola. Enternecido. Estaba a gusto. Estaba bien. Podía quedarse mirándola por largas horas sin que ninguna preocupación rondara por su cabeza. No entendía por qué, pero el simple hecho de tenerla consigo se había convertido en más que suficiente para tenerlo ahí, totalmente embobado. Jodido. Muy jodido. 

Corrió hacia la fachada de la residencia, mojándose el torso, con Brook en los brazos; con una mano libre tuvo que abrir como pudo la puerta alta de madera y entrar por fin hacia el interior. El estruendo de un rayo se escuchó en medio de la selva.

Justin caminó con Brook en brazos hasta su habitación; la chica comenzaba a moverse despacio encima de él. Gimiendo un poco por el dolor que sus articulaciones empezaban a sentir. Después del último experimento que Justin había interrumpido, le habían inyecto una especie de sustancia química que haría que su cuerpo pudiera manejar las reacciones de todo a lo que se había sometido. Aunque inevitablemente, iba a sentir dolor y pesadez en su cuerpo entero una vez que volviera de forma hipotética a la vida. Al menos por unas horas.

Brook volvió a gemir, contrayéndose de pronto por el dolor intenso que sintió dentro del estómago cuando por fin volvía a despertar.

—Shhh, tranquila... —le susurró él, pegando su boca a la frente de la chica. Besándola despacio. —Ya estás aquí.—tendió a Brook sobre la gran cama que se expandía en la habitación. La chica se acomodó en el extremo de esta, en posición fetal, acariciándose el estómago. Las innumerables arcadas que sentía dentro de sí eran indescriptibles que pensó que se pondría a llorar. Justin se puso en cuclillas, justo a su lado. —Hey... —la tomó de la mano derecha, entrelazando sus dedos con los de ella. Acariciándola. Tocándola tanto como podía. —Brook, estoy aquí—le llamó en susurros, acariciando su rostro con la otra mano.—Estarás bien... —le dijo y se dijo a sí mismo de igual forma. Porque él también necesitaba empezar a calmarse un poco. Si le transmitía sus nervios todo iría peor. —¿Puedes escucharme?

Ella asintió despacio, muy despacio, con el ceño fruncido, aún sin abrir los ojos.

—Solo dolerá un poco más, pero estarás bien, te lo juro.—no pudo contenerse y se inclinó un poco para alcanzar su boca y besársela rápido. —Joder, hace frío—se quejó Justin, con una risita para depositarle confianza. —No sabes lo feo está ahí afuera, hay una tormenta peor que la de las películas de terror—le dijo ahora besando su mano derecha, la que tenía aferrada a él.—Ha estado jodido, Brook... Pero te lo he jurado, nena. Conmigo todo irá bien. —volvió a besarle la mano y ella sonrió a medias, temblando despacio bajo su tacto.—¿Tienes frío?—la chica asintió lentamente.

Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora