11. Muestras de afecto.

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Brook salió del cuarto de baño, ahora con unos jeans y una sudadera de las de talla normalita. Justin la esperaba sentado en el borde de su cama, con la mirada clavada en ella de una manera muy particular que prefirió pasar por alto.

Cuando no estaba gritando, dando órdenes o alardeando de su alta capacidad intelectual, podía decirse que era un tipo... agradable. Podía decirse incluso que le... atraía la forma en la que se preocupaba por ella, aunque obviamente tenía claro que lo hacía porque ella era algo así como su "trabajo". Y él debía cuidar el trabajo, porque para eso iban a pagarle ¿no es así?

—¿Entonces? —Justin enarcó una ceja, esperando a que Brook empezara a contarle el motivo por el cual se había ido del departamento.

La chica dio vueltas en la habitación, y él no pudo evitar fijarse en su espectacular culo escondido en esos jeans que le hacían unas piernas largas y dignas de manosear. Era una injusticia no mirarla y al mismo tiempo empezar a pensar cosas sucias en su cabeza. Especialmente era injusto para Justin, que el adjetivo "pervertido" le caía como anillo al dedo.

—Pues... quería hacer algo antes de tener que partir de Francia.

—¿Algo como qué?

—Es... algo personal, pero es algo que en realidad me gustaría... Me encantaría poder hacer.

La palabra "hacer" solo inquietó más a Justin y a su testosterona.

—¿Podrías explicarte?

—Pues, verás, realmente no sé cuándo podré volver a Europa después de todo lo que haré en Estados Unidos y antes de irme quisiera...

<<"¿Dejarte que me folles?">>

—Quisiera visitar a mi padre.—el semblante de la chica se tornó débil al pronunciar esa frase. Y Justin también reaccionó, después de haber volado alto entre sus fantasías.

—Oh, no te preocupes. Si me dejas, yo  puedo ubicarle luego y decirle que estarás en Estados Unidos un buen tiempo...

—No lo entiendes. —ella negó con la cabeza lentamente, con una sonrisa triste en sus labios. —Papá está muerto.

Justin tragó saliva.

—Y tengo una costumbre extraña de dejarle flores los 23 de cada mes. —Brook encogió los hombros, mirando a Justin de una forma tan tierna que florecía en ella naturalmente. Y él se quedó sin aliento, porque aquella rara costumbre, también era parte de él.—Este mes no pude hacerlo porque todo se complicó y ahora que estoy aquí en Francia, me gustaría ir y despedirme de él de alguna forma. 

Brook miró a Justin, y el chico parecía tan ido entre sus pensamientos como casi siempre... Pero estaba ahí, es decir, la estaba escuchando. Y lo que acababa de contarle simplemente le había... Le había enternecido, porque por un momento se había visto a él mismo rogando por ver la tumba de Morgan una vez más. 

—¿Justin?

—Te he escuchado.—le respondió él, colocándose de pie y endureciendo la mandíbula. El gesto le hacía todavía más guapo de lo que realmente ya era. —¿Y dónde está enterrado?

—En un pueblo que está a cinco horas de aquí. Yo...sé que tienes todo una ruta lista pero...

—Iremos. —dijo el muchacho, encaminándose a la puerta de la habitación.

—¿Iremos?— la sonrisa de Brook lo hizo estremecer. Aún más porque sabía que se debía a su inesperada muestra de afecto.

Una sensación de alegría asaltó en él al verla con los ojos humedecidos. 

Justin Bieber no era un tipo malo.

—Sí, le diré a los chicos que iremos a ese pueblo y que volveremos mañana al amanecer.— hablaba y trataba de disimular su repentina satisfacción por tenerla tan feliz. Tan contenta. Brook era una mujer preciosa. —Así que coge algo de ropa y vámonos, antes de que me arrepienta.

 —Así que coge algo de ropa y vámonos, antes de que me arrepienta

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Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora