Justin hundió la pierna en el acelerador.
A ese paso haría el viaje cortísimo, casi dos horas aproximadamente, y eso que pensaba que le iban a salir más o menos cuatro. Pero es que con esos ánimos no le provocaba pasar mucho tiempo al lado de Brook, que estaba callada, de mal humor y con el rostro pegado a la ventanilla.
Como supuso, solo hicieron falta unos treinta minutos más para llegar a su destino. Justin aparcó el vehículo dentro de la playa de estacionamiento del laboratorio que contaba con resguardo militar y seguimiento de francotiradores; pero antes de bajar, debía aclarar ciertos puntos.
—Solo para que lo sepas y no estés con esa cara de culo todo el tiempo, han sido órdenes de los de arriba. A mí solo me toca cumplir, nena. —escupió Justin.
—Da igual. —masculló Brook, sin mirarle.
—Seguro hubieras preferido que te traiga Ashton ¿verdad? —le preguntó él, acompañado de una risa irónica.
—¿Quieres parar con el tema de Ashton? Ya te he dicho que no hay nada entre él y yo.
—Como si eso me importara. —Justin endureció la mandíbula, mirándola por el rabillo del ojo bajo las gafas de sol. Seguía viéndola de la misma manera: enojada y de un humor de mierda desde ayer. Y él lo estaba otro tanto, la verdad. —Sabrás tú lo que tienes con él, para estar emborrachándote en medio de una misión tan crucial como esta.
—Oh, vale, perdóname. Me lo dice quién ha estado intentado follar conmigo desde que me vio. No hables de quién no está haciendo su trabajo, porque ese vendrías a ser tú —se defendió ella, sin ánimos de ceder esta vez.
—Serás creída. —murmuró él. —Pues sí, quería un buen polvo; de esos que acostumbro a tener con cualquier mujer fácil que me encuentre por ahí, ¿cuál es el problema?
Ella se giró para mirarlo, inevitablemente sintiendo como toda la sangre se le iba al rostro por lo que acababa de escuchar. Los ojos se le aguaron y se limitó a quedarse callada, bajando de la camioneta antes de que él pudiera darle la orden de que lo hiciera.
—Hey. —pero él la detuvo, forzándola duro con la mano. —Allá adentro necesitas cooperar, después ya podrás hacerme todas las escenas que quieras. —le advirtió, antes de bajar de la camioneta de la misma forma.
~*~
A simple vista el lugar parecía bastante pequeño: nada más que una recepción en el primer piso donde Justin había tenido que mostrar su placa de la CIA para poder acceder, además de colocar sus huellas digitales en el sistema moderno con el que contaban. Pero la verdad es que era mucho más grande que eso. Después habían tenido que abordar en un ascensor que los había llevado 500 metros bajo tierra, donde se encontraba el verdadero laboratorio.
Los habían recibido tipos totalmente armados hasta los huesos, quienes saludaron a Justin con naturalidad una vez que lo vieron. Se notaba que era un tío muy respetado en la agencia, y eso solo hacía que Brook renegara en voz baja. Es que era demasiado, no solo llamaba la atención entre las mujeres del lugar por su físico espectacular, sino que también al parecer los hombres le admiraban por su alto puesto de trabajo y por lo importante que era para el gobierno.
Los dos muchachos caminaron en medio de un pasillo largo y ancho donde habían varias compuertas con ventanas trasparentes en ellas, donde podía verse a más de un científico trabajando entre varias probetas y tubos de ensayo. El lugar hizo que a Brook se le erizara la piel. Sentía ese olor a medicina fuerte que le invadía las fosas nasales y todo a su alrededor hacía que se estremeciera por completo. Tuvo que ponerse detrás de Justin para sentirse un poco más protegida; y esperaba que ese gesto no le molestara, pero él parecía no haberlo notado.
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Antidote | terminada.
Hayran KurguLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de una chica. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Justin Bieber...