34. ¿Me olvidarás?

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Canciones utilizadas para este capítulo:

Latch - Kodaline


~*~  


El camino era largo y junto al tiempo, parecían infinitos. Inacabables.

No solo era aquello lo que mantenía al grupo en una tensión permanente, sino también el hecho de haber presenciado aquel espectáculo... Que ninguno de los tres, sabía ya cómo llamarle.

Brook tenía dudas, preguntas, situaciones que necesitaba resolver. Pero se cuestionaba a ella misma: ¿sería realmente una buena idea empezar con su lista de inquietudes en ese instante? En ese momento, donde ninguno de los dos hombres delante de ella parecía tener una idea clara de lo que estaba sucediendo.

Quizás no era la única necesitando una explicación.

Las dudas crecían y con ella los minutos pasaban, desapareciendo el sol del paisaje y ocasionando un precioso atardecer en su conjunto.

Brook trató de acomodarse en su asiento, soltando un suspiro una vez que escuchó un crujido provenir de su estómago. Moría de hambre. ¿Cuánto tiempo llevaban conduciendo sin ningún rumbo exacto? Sea lo que sea, moría de hambre y al parecer los demás también empezaban a notarlo.

—Paremos aquí.— Chad alzó la voz, rompiendo la tensión por un segundo.

—¿Tienes al menos una idea de dónde estamos? — le preguntó Justin sin perder la visión en el horizonte.

—Tiene pinta de ser un pueblo. — respondió el chico, sobándose los ojos.

Solo hasta que Chad mencionó aquello, Justin se animó a darle un vistazo al lugar. Ni siquiera se había percatado de que se encontraban en un pueblo. El sitio estaba prácticamente abandonado y dudó por un segundo que estuviese realmente poblado por alguien. Pero la verdad es que así era, un buen número de personas salieron de sus hogares al escuchar el motor de la camioneta pasar por la carretera.

—Espera... —susurró Chad, con la vista clavada en un punto en particular en medio de aquella muchedumbre. —Creo conocer a alguien aquí.


~*~ 

 

—¡Estoy tan feliz de volver a verte! —las manos de aquella anciana estaban sobre las dos mejillas de Chad, apretándoselas hasta dejarlo sin respirar. —¡Estás hecho todo un hombrecito!

—Tía Jane, por favor... — el chico parecía querer morir. —También estoy feliz de volver a verte.

—¡¿Y quiénes son ellos?! — preguntó la anciana, dándole un sorbo a su botella de whisky mediana. — ¿Son tus amigos? — dijo riendo. Cuando le echó un vistazo a Brook, esbozó una sonrisa de tía orgullosa: — ¿Es ella tu novia, Chad?

Brook no pudo evitar reír.

—No tía Jane. —le corrigió Chad.— Es la novia de Justin. Mi amigo.

Entonces Justin levantó la vista para mirarle, con las mejillas ruborizadas como un adolescente, queriendo matarle por el comentario. Chad reía en voz baja y Brook había apartado la mirada, sin saber qué decir al respecto...

—¡Estoy tan feliz de que vayan a quedarse! A pesar de que no quieras decirme por qué estás aquí, Chady.

¿Chady? Justin soltó una carcajada.

—Es un tanto complicado de explicar, tía Jane. Solo nos quedaremos esta noche porque tenemos que llegar a la ciudad mañana.

—¡Eso es genial! — respondió tía Jane y Brook empezó a preguntarse si siempre estaba de aquel humor fantástico. O si quizás era porque llevaba tomando mucho, que hasta el olor de su aliento emanaba alcohol. —¡Tengo espacio para todos! Hay cuartos atrás de esa puerta ¡y tengo whisky para celebrar que se quedan esta noche!


Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora