19. Unas cuantas copas de más.

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[30 de noviembre, media noche]


Uno
, dos, tres... Justin golpeaba duro contra el saco de boxeo. Sus músculos estaban respondiendo muy bien, o quizás sólo se debía a que llevaba un enfado inmenso dentro de él. Un enfado que lo había llevado a encerrarse en el gimnasio por durante más de tres horas bien trabajadas.

Ahora mismo estaba sudado, sin camisa, respirando despacio y sintiéndose mucho mejor gracias a ese merecido desfogue, después de tantos momentos tensos que últimamente le había tocado pasar. Y que por supuesto, tenían nombre y apellido: Brook Taylor. Pensar en ella le hacía querer volver a golpear el saco de arena duro con todas sus fuerzas. Porque solo aquello haría que pudiera desfogarse tanto como quería. 

Tenerla cerca era un vaivén infinito de emociones intensas que le angustiaban de muchas maneras. Y no podía seguir haciéndose la cabeza un lío por eso. Pasaba más tiempo pensando en ella, en lo que estaba sucediéndole, que en la misión en general. Había tantas cosas que no había hecho, como llamar a Rylie, por ejemplo, lo cual significaba que su concentración empezaba a inclinarse hacia otro lado.

Hacia un lado que no podía ser, por nada del mundo.

Su misión era una sola: llevarla a Estados Unidos. Necesitaba solo enfocarse en eso, en ver que ella esté a salvo y nada más. Nada de emociones, nada de estupideces, de cursilerías, de besos y demás. Las cosas estaban claras, solo necesitaba empezar a ponerlas en práctica.

Justin salió del gimnasio, con el pecho descubierto y con una toalla deportiva colgando en su hombro derecho. Cuando llegó a la primera planta, se dio una vuelta por la cocina para tomarse algo que pudiera recomponerlo después de esa jornada de ejercicios. Y entonces la vio...

La puerta de la cocina estaba medio abierta y podía verse con claridad lo que estaba pasando en la sala de estar. Y la veía a ella, a Brook, tendida sobre el mueble, de espaldas y con las piernas recogidas, riéndose de quién sabe qué. El chico se acercó un poco más a la puerta, ahora con cierta adrenalina recorriéndole el cuerpo.

Brook estaba ruborizada, despeinada y tenía una pinta que él ya empezaba a reconocer... Y supo que sus suposiciones eran correctas al observar detrás de ella, una botella de Jack Daniels sobre la mesita de centro.

Joder...

Entonces, Ashton entró a la cocina, riéndose también.

—¡Justin! —el muchacho le saludó, de buen humor, aparentemente ya un poco movido por los efectos del whiskey. —Te estábamos buscando.

—Dime por favor que ella no está...

—¿Dónde te habías metido?

—Dime que no está borracha. —los puños de Justin se endurecieron de inmediato al pronunciar esas palabras. La intensidad de su furia empezaba a ascender por su cuerpo.

—Solo se le ha pasado un poco la mano con el trago...

—¿Me estás jodiendo?—gritó, bajando la voz de inmediato para que ella no escuchara nada. 

—Vamos, Justin. Solo estábamos intentando pasarla bien. 

—¡Joder!—gruñó el chico, empujando a Ashton con ambas manos y haciéndolo tambalear a punto de perder el equilibrio. —¿Por qué demonios la has hecho tomar?

—Solo nos estábamos divirtiendo ¿vale?, no sabes lo tensa que ha estado Brook últimamente, necesitaba relajarse un poco.

Justin rió con ironía. 

—¿Contigo?—le preguntó, sin poder evitar sus verdaderos sentimientos en cada palabra que decía. 

Ashton frunció el ceño cuando le escuchó. No era tonto y conocía a Justin como a sí mismo, simplemente era difícil imaginar que estaba... 

—No puedo creerlo—le dijo con una sonrisa burlona—Estás...¿celoso?

—Púdrete ¿vale? Ahora mismo no estoy para tu humor de mierda —Justin abrió la puerta de la cocina y caminó a trancadas en dirección a Brook, que estaba tumbada y riéndose sobre el mueble.

Estaba borracha, definitivamente lo estaba, y aún en ese estado de vulnerabilidad se veía muy agradable. Muy guapa. Muy todo. Se odió en ese momento al percatarse de que empezaba a verla atractiva de todas las formas posibles. Aún cuando debería estar detestándola por su mal comportamiento, le parecía jodidamente preciosa.

—¡Mira nada más quién ha llegado! —la chica abrió los brazos al sentir unos pasos cerca de ella. El aliento le olía a whiskey, aún a distancia. Justin se pasó las manos por el pelo, nervioso.—¡Es el sr. Gruñón de esta casa!

—Brook, párate. —le ordenó él, tratando de cogerla de los brazos.

—Eh, eh... suéltame, agente. —ella se zafó de inmediato, dejándose caer sobre el mueble—Solo me la estaba pasando bien, ¿o eso tampoco puedo hacer?

Justin endureció la mandíbula, bastante tenso por su comentario. En especial porque tenía a Ashton detrás y sabía que él había sido el causante de todo el estropajo en el que Brook se había convertido.

—Deja de mirarme así y ven, tómate una copa conmigo... —Brook trató de coger la botella de whiskey, pero sus torpes y temblorosas manos la dejaron caer al piso, quebrándola en pedacitos de vidrio que se esparcieron por todo la cerámica. —Ops...

—Se acabó. —gruñó Justin, sin una pizca de gracia en su rostro. Atrapó a Brook por la cintura y la cargó sobre su hombro derecho, como si fuera un bulto liviano. Ella empezó a gritar cosas sin sentido y a darle golpes en la espalda a medida que él iba avanzando. —Intento ser razonable contigo, pero siempre terminas por colmarme la paciencia. —le dijo a la chica, mientras caminaba en dirección a su habitación. —Y será mejor que limpies toda esa mierda ahora mismo, Ashton. Si no quieres perder tu trabajo en la mañana. —fue lo último que gritó, antes de desparecer con Brook en los brazos, por el pasillo de habitaciones.

 —fue lo último que gritó, antes de desparecer con Brook en los brazos, por el pasillo de habitaciones

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Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora