49. No voy a perderte.

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El agua caliente caía sobre su cuerpo. Y Brook estaba ahí, inmóvil, bajo el grifo de la ducha. Era sensacional cómo en algunos momentos de la vida, detalles tan pequeños como una simple ducha caliente podían hacer que todo se tornara mejor.

Brook sentía que así era. En ese instante, solo importaba el sonido del agua contra el suelo, ella mojándose, su corazón latiendo, su propia vida, y la vida del hombre que estaba ahí afuera esperándola.

Quizás ahora podía entender un poco mejor aquel egoísmo que caracterizaba a Justin cuando se trataba de ella. Quizás, de alguna manera u otra, todos somos lo suficientemente egoístas cuando se trata de la persona que amamos.

Él era capaz de matar por ella, y Brook empezaba a creer que ella era capaz de exactamente lo mismo, a la misma medida. Y aunque no sabía con claridad si eso podía o no llamarse amor, la verdad es que muy poco le importaba.

La chica cerró el grifo de la ducha, se secó el cuerpo y se vistió rápidamente frente al espejo del baño.

Tenía un atuendo gracioso esa noche: un pijama de Betty Boop. Darse una mirada con eso puesto le hizo reírse de sí misma. Y no exactamente porque se veía peculiarmente divertida con esa pinta, sino porque después de todo, aún quedaban motivos para reírse con ganas.

Porque no podía negar, que después de lo de esa mañana, su mentalidad había cambiado un poco, por no decir bastante. Ya no sabía si podría seguir siendo la misma chica que no perdía la fe por nada, ni por nadie. Suponía que, después de todo, era por ese tipo de motivos por los cuales la gente cambiaba.

Siempre solía escuchar que habían tenido que pasar por algo muy duro, muy jodido, para convertirse en esas personas frías, deshechas y acabadas que en el fondo, solo temían que la vida los volviera a lastimar.

Así como Justin...

Tenía el ejemplo claro y preciso, frente a sus ojos. Y aún con todo eso, con su carácter fuerte, con sus celos retrógradas, con su pasado... Brook estaba enamorada de él.

Perdidamente enamorada de él.

El muchacho la vio salir del cuarto de baño y no pudo evitar reír por la preciosa escena que tenía de frente. Si ella, por su cuenta, ya era jodidamente tierna, ahora con ese pijama se veía todavía más dulce. Más encantadora.

—Lindo pijama. —confesó mirándola enternecido, con los ojos brillándole como un estúpido. Siempre se preguntaba, ¿cómo era su aspecto cuando estaba mirándola? ¿Ella se daría cuenta de lo mal que lo traía? —Es mi favorito.

—¿Qué traes ahí? —la chica se acercó a Justin, que traía consigo una bandeja metálica con muchas cosas deliciosas encima. El simple hecho de imaginarlo cocinando encendió todos sus sentidos.

Ya le había visto antes cocinar, tan entretenido en su tarea, de espaldas, cantando, disfrutándolo tanto, a veces sin alguna camiseta puesta, viéndose aún más atractivo de lo que ya era sin ningún tipo de esfuerzo.

—Fettucine Al Alfredo—contestó el chico, en un acento italiano sexy y al mismo tiempo, dulce. —Para ti y para mí. —le dijo con una sonrisa bonita que hizo que Brook sintiera todo su cuerpo encenderse por él. Por sus gestos preciosos, por su boca humedecida, por sus ojos marrones increíbles. Y pensar que todo eso era suyo...

Entonces ella cogió sus manos y le ayudó a colocar la bandeja metálica sobre la mesita de noche. Justin, sin entender demasiado, dejó que lo hiciera. Y a continuación, la chica lo abrazó.

Sus brazos pequeños le rodearon el cuerpo completamente, algo que resultaba bastante complicado debido al torso macizo de Justin. Lo estaba abrazando tan fuerte que podía escuchar sus latidos contra los suyos. Sus pechos desnudos empalmarse por el contacto entre sus cuerpos. Pudo sentir de la misma manera, que le necesitaba más que nunca...

Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora