El chico apagó el motor de su vehículo.
A continuación, frente a él, estaba la desolada agencia de policías que lo había acogido durante ese periodo de tiempo.
Un edificio pequeño de dos plantas, deteriorado por los años, que denotaba tranquilidad gracias a su nada relajante silencio, en medio de esa madrugada que recién estaba comenzando.
Justin recargó su Glock y la enfundó en sus pantalones. Aunque si tenía que ser honesto, ni siquiera aquello le hacía sentir lo suficientemente seguro en esa ocasión.
Mientras caminaba en dirección a la entrada y buscaba entre su conjunto de llaves la indicada para abrir las puertas principales, su cabeza no podía dejar de divagar en una sola pregunta: ¿A qué estaba a punto de enfrentarse?
Cuando accedió a la agencia, no pudo ser ajeno al detalle que sus ojos estaban presenciando: el lugar se encontraba con las luces apagadas. En completa oscuridad.
A simple vista, era como si la agencia se encontrase sin funcionamiento, como si no hubiese ningún alma viva ahí dentro. Entonces su mente no pudo evitar pensar en Rodriguez.
¿Dónde se había metido?
Con mucho tino, Justin decidió caminar por los interiores de la primera planta de la agencia, recorriendo desde la ex oficina principal de Hundson, hasta las oficinas de los trabajadores con cargos menores, en busca de su amigo y en busca también de su propia tranquilidad.
Pero no había nada. Absolutamente nada.
Sin embargo, en el camino, el mismo detalle seguía llamando su atención: el sistema eléctrico no funcionaba. Aunque había intentado encender los interruptores de luz, estos no respondían de ninguna manera. Lo cual suponía una cuestión intrigante, pues al parecer el pueblo sí que contaba con ese servicio. Lo que le hacía deducir que alguien había desconectado la electricidad en la agencia... Por algún motivo en especial...
Fue entonces que, encontrándose en la última oficina del largo pasillo, decidió llamar a Rodriguez de una maldita vez a su teléfono.
Y al hacerlo, incluso sus manos empezaron a temblar. Y no estaba seguro de qué sería exactamente lo que trasmitiría su voz cuando estuviese hablando con su amigo. Justin no era de aquellos que se atemorizaban fácilmente, sin embargo, esta era la primera vez que sentía que se enfrentaría a algo que no había jamás en su vida. Y eso le hacía sentir débil, vulnerable, afligido.
Al llamar a su amigo, un celular sonó en medio de aquella última oficina.
El sonido venía de atrás de él así que, por simple instinto, Justin se giró. Viendo de esa manera la sombra de un atemorizado Rodriguez escondido detrás de un largo y espacioso escritorio.
A primera vista, Justin no pudo ver con exactitud sus gestos o expresiones, pues la oscuridad era bastante densa. Pero lo podía presentir, algo estaba yendo mal.
De inmediato, Rodriguez salió de su escondite como un pequeño animal a punto de ser capturado y jaló a Justin de las manos para que este pudiese esconderse de la misma manera, detrás de aquel escritorio.
Justin, sin entender nada, intentó preguntar:—¿Qué está pasa...?
—¡Shh! —pero Rodriguez, con la respiración agitada y el corazón latiéndole a mil por hora, le hizo callar de inmediato. En un estado alerta, como si estuviera esperando porque algo pasara.
Y así sucedió.
A pasos acelerados y gemidos en forma de gritos bulliciosos, algo se acercó a los dos. Algo que se detuvo justo detrás del escritorio, olfateando con desesperación, como una bestia en busca de su alimento.
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Antidote | terminada.
Fiksi PenggemarLos rumores de un antídoto que salve a la humanidad de una posible epidemia son reales: se encuentra en la sangre de una chica. Para esa importante misión, los gobiernos del mundo solicitan los servicios de uno de sus mejores agentes, Justin Bieber...