07. Deseos carnales.

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Justin tiró la blusa al piso y cerró la puerta de la habitación detrás de él. En un movimiento rápido, cargó el cuerpo de Brook y le acomodó las piernas alrededor de su cintura, para luego proceder a besarla.

Besarla duro.

—Justin... —se quejó ella en medio del beso, pero las manos del muchacho habían empezado a apretarla fuerte contra su cuerpo, y aquel contacto tibio de su piel se tornó totalmente delicioso.

Una fuerte oleada de deseo invadió a Brook cuando él volvió a besarla en la boca, sus labios gruesos chupaban, lamían y su mano derecha le acariciaba los pezones, pellizcándoselos para tensarlos todavía más. Ella empezó a retorcerse en su sitio y acompañado de un gemido, Justin pasó a besarle el cuello, utilizando su tibia lengua para recorrer cada centímetro de su piel en su punto más débil.

—Por favor detente... —Brook logró hablar, pero de inmediato su mente se nubló en deseo, pues él chupaba fuerte contra su cuello. Y al mismo tiempo su respiración caliente, su tibia lengua y sus jadeos la hacían estremecer.

El chico caminó arrastrando los pies hasta el borde de la cama, tumbó a Brook encima de esta y los ojos verdes de ella lo miraron con desesperación, porque lo deseaba más de lo que había deseado algo jamás en su vida. Su feminidad húmeda y la sensación en su vientre le proporcionaban espasmos, al mismo tiempo que empezaba a jadear por él, por querer tenerlo hundiéndose entre sus piernas cuanto antes. Y él no era quién para prohibírselo. Así que se dejó caer encima de ella muy despacio, para besarla en la boca una vez más utilizando la lengua como su mejor arma.

Arriba apretó los senos de Brook con ambas manos, jugueteó con sus pezones y su erección creció todavía más cuando sintió que estos se endurecían bajo la yema de sus dedos. Así que tuvo que bajar una mano hacia sus pantalones, donde se acarició el miembro por encima de la tela. Y no tuvo una mejor idea que bajar también la mano temblorosa y suave de Brook hacia encima del bulto duro y grueso que escondía ahí. La hizo tocarlo.

—Mierda, Brook... —él soltó un gemido ronco inmediatamente al sentir las pequeñas manos de la chica acariciarlo. —Tócalo.—le rogó entre súplicas y ella acarició lentamente sobre ese gran bulto. —Mnn... Nena... —Justin cerró los ojos ante el contacto e imaginó todo lo increíble que podría sentirse si ella lo tocara verdaderamente. Sin ninguna capa extra. Sin pantalones. Sin nada.

No podía aguantar demasiado ante algo que le ponía sobremanera. No podía negarse a la oportunidad que se le estaba presentando. No podía, ni quería, negársela a ella tampoco. Esa mujer le ponía cachondo en todos los sentidos posibles. Y ahora mismo, sobre esa cama, deseaba tanto follar...

Justin se desabrochó los pantalones...

Entonces ella se apartó de inmediato.

—Basta... —Brook bajó ambas manos hasta el pecho de él para detenerlo al instante.

El muchacho cerró los ojos ante su petición, porque gracias al cielo le había detenido cuando todavía podía tomar control de sus actos. Si hubiera tardado algunos segundos más... ya habría sido demasiado tarde, y estaría follándola entonces haciendo sonar esa jodida cama. 

Los ojos de Brook lo miraban con temor desde abajo, y solo cuando él sintió lo atemorizada que estaba por verlo tan convertido en ese Justin que perdía la cordura por un buen polvo, abrochó sus pantalones de nuevo y dejó escapar un suspiro pesado. 

—Lo siento, Brook. —se disculpó de inmediato, colocándose de pie y tratando de ocultar la erección predominante en sus pantalones.

La tonalidad de sus ojos había vuelto a la normalidad. Pero no a la normalidad que a Brook le gustaría, sino al Justin distante, frío y con poco tacto.

El rubio le alcanzó la blusa naranja a Brook que había tirado en el piso y abrió la puerta de la habitación. Parecía tan normal, tan natural, como si aquello hubiera sido lo más normal, lo más típico... ¿Lo era? ¿Acaso acostumbraba propasarse con su trabajo? ¿Por qué ella estaba tan avergonzada, sorprendida y... excitada, y él estaba tan relajado y despreocupado?

Antes de irse, cuando Brook pensó entonces que no podría sentirse más avergonzada por lo sucedido, él se giró y simplemente susurró:

—Buenas noches.


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Antidote | terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora