Capítulo 17

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Capítulo 17.


—Vamos, solo falta un poco, princesa -me dice con una sonrisa perfecta.

—Aaron estoy cansada -dije haciendo pucheros.

Él para de caminar me toma de la cintura y me mira directamente a los ojos.

Sus ojos son preciosos, de un color azul que amo, pongo mis manos por su cuello y él me aprieta más a su cuerpo.

—Te amo -dice juntando su frente con la mía.

—Yo también te amo -dije dándole un beso.

El beso es dulce y tranquilo, pero luego el beso se vuelve más salvaje paso mis manos por su cabello negro y lo estiro, él gime en mi boca y se aparta a regañadientes.

—Cam, estamos en un lugar donde hay mucha gente -dice con una sonrisa.

—Lo sé -digo dándole una sonrisa de enamorada estúpida — ¿Cuántas cuadras más faltan?

—Ya estamos cerca -toma mi mano y seguimos caminando.

No me gusta estar por aquí, esta es la ciudad donde vive mi abuela y si ella me ve por aquí no sabré que decir, ya han pasado tres años y medio que no la veo, y la extraño mucho.

— ¿Me puedes decir de una vez a dónde vamos? -dije frustrada, él no me lo quiere decir.

—No, ya te dije que es una sorpresa -puse los ojos en banco pero sonreí.

—Está bien -dije resignada.

Camino al lado de Aaron, la gente nos mira y nos sonríe, somos dos enamorados, y creo que la gente ve el amor emanar de nuestros cuerpos.

Aaron es cuatro años mayor que yo, pero a mí no me importa, yo lo amo.

Nunca pensé que pudiera enamorarme así de alguien.

—Ven, llegamos. -miro la casa y no entiendo.

— ¿Me trajiste hasta aquí solo para ver una casa de pijos? -pregunto enarcando una ceja.

Él se ríe y me besa la mejilla.

—Es nuestra -abro bien los ojos- Cam, algún día saldremos de esta mierda, nos casaremos... formaremos una familia.

—Aaron...

—Espera, yo sé que lo más importante para ti es encontrarla y lo entiendo, esta casa va a estar esperándonos.

Salto encima suyo y le beso toda la cara, el ríe y yo también.

—Te amo, princesa y haré cualquier cosa por ti ¿quieres entrar a verla?

Asiento rápidamente.

Entramos y el lugar está todo amueblado, ya hay sofás, televisión, de todo.

—Ven, quiero mostrarte todo.

Se lo ve tan despreocupado, en estos momentos en donde ambos olvidamos la realidad me siento tan dichosa.

Y me gusta.

Vemos todo el lugar y es perfecto, tiene muchas habitaciones, que dice que serán necesarias, para cuando tengamos hijos yo solo lo miro y el verlo sonreír me hace sonreír también.

—Mira, este es nuestro cuarto -dice y abre la puerta.

El lugar es muy grande la cama es matrimonial, las sabanas son blancas y las paredes también, excepto un sector que es de un color azul cielo.

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