Capítulo 18

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Capítulo 18. 


— ¿Sabes? -digo mientras caminamos hacia mi casa —Me gustaría volver a bailar.

Adam y yo pasamos todo el día juntos.

Ya es algo tarde y debo volver a casa.

— ¿Y porque no te inscribes en la academia de Ballet? Podrías volver a la misma donde antes bailabas.

—Lo pensé, pero las inscripciones están cerradas. -digo encogiéndome de hombros. —Además no será lo mismo he dejado de bailar por años.

—Deberíamos igual ir a ver mañana -dice con un tono ¿feliz? —Haré cualquier cosa para que vuelvas a bailar.

Le doy un beso en la mejilla y seguimos caminando.

—Gracias -digo con una sonrisa.

—Me acuerdo cuando te vi bailar la primera vez -paramos de caminar—Creo que tenías catorce, no estoy seguro, mi prima dijo que eras la mejor, no le creí hasta que te vi.

—No era tan buena.

—No digas estupideces -me dice riendo- Ganabas todas las competencias, al menos a las que yo fui.

—Nunca te vi por ahí -digo sinceramente —O si no te recordaría.

—Lo sé, soy difícil de olvidar.

Me río.

Este chico sí que es especial.

Cuando llegamos a mi casa se despide con un beso prometiéndome venir a buscarme temprano para ver si puedo inscribirme.

Siento un alivio muy grande, contarle todo me costó mucho pero ahora estoy feliz.

Ya nada nos puede separar.

—Abue, ya llegué -digo entrando a casa.

Siendo sincera estos tacones ya son molestos, me los quito y los dejo en el suelo.

Escucho risas en el comedor y me dirijo hacia allí.

—Hola, señorita -dice con una voz dulce — ¿Me extrañaste?

— ¡Tía, Lili! -digo emocionada y voy corriendo a abrazarla.

Se preguntaran quien es ella.

Pues es la hermana de mi mamá.

¿Porque nunca hable de ella? Porque casi nunca viene y es raro que esté por aquí.

—Hola, Cami -se separa de mi —Mírate, eres toda una mujer.

— ¿Cuándo fue la última vez que me viste? -pregunto cruzando los brazos.

—Mmm, ¿Navidad del año pasado? -dice dudosa.

—Exacto, nunca vienes a visitarnos -digo algo molesta.

Ella es la mejor, es tan fácil hablar con ella de todo, pero viene prácticamente solo dos veces al año.

—Tienes que agradecer que mi hija al menos aparece -dice mi abue bromeando.

—Feliz Cumpleaños -Dice y me entrega una cajita —Más vale tarde que nunca.

—Gracias -digo y abro la cajita.

Abro mis ojos como platos, y me llevo una mano a la boca.

— ¿Esto es lo que creo que es? -digo mientras contengo la respiración.

—Te lo mereces -dice sonriendo.

— ¿Dónde está? -pregunto emocionada.

—En frente, es completamente nuevo.

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