Capitulo 31

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Capítulo 31.


Sentía como alguien acariciaba lentamente mi mano y depositaba un beso en ella. Ni siquiera necesite abrir los ojos para saber quién era, ese escalofrió que siento por todo el cuerpo cuando me tocaba regreso.

—Aaron –susurre con los ojos cerrados.

Las caricias pararon y yo abrí los ojos.

Estaba en lo cierto.

Es Aaron.

Estaba acostada en una camilla de Hospital, el cuarto parecía similar al de Jamie, supongo que estoy en el mismo Hospital.

El corazón me latía muy rápido.

Era él.

Regresó.

Cumplió su promesa... Seguía estando muy guapo, incluso puedo decir que ahora lo es mucho más. Esos ojos azules que tanto extrañe chocaron con los míos y sentía esa conexión que solo sentía junto a Aaron.

—Princesa –susurro acariciando mis labios con su mano.

Cerré los ojos ante su contacto.

—No sabes cuánto te extrañe –dijo en un susurro.

—Yo también te extrañe mucho, Aaron –dije y las lágrimas dieron su aparición.

Sentía alegría en mi cuerpo pero, también sentía tristeza de que haya llegado muy tarde.

—No, no llores –dijo secando mis lágrimas —Recuerda que las princesas no lloran.

Sonreí inconscientemente, eso era algo que él siempre me decía para no llorar y siempre funcionaba.

— ¿Por qué tardaste tanto? –Pregunte tomándolo de la mano.

—Es una larga historia –dice apretando mi mano —Ese día... cuando te marchaste, sabía lo que me esperaba.

Dijo cerrando los ojos.

>Cuando llegué a casa él se puso furioso –negó con la cabeza —Me culpó a mí, dijo que nunca tuve que haber nacido, que era un error...

— ¿Sabes que no eres nada de eso verdad? –dije, necesitaba saber que él entendía eso.

Asintió con la cabeza y me dio una sonrisa melancólica.

—Mi padre, aunque no sé si deba llamarlo así, me volvió a golpear como siempre.

Una lágrima se resbala en mi mejilla. Recuerdo que ante él ocultaba eso hasta que un día vi su espalda y me asusté mucho.

Tenía marcas horribles y su padre... él era un psicópata, nunca le importó qué le pasara a su hijo, por eso siempre le curaba las heridas ya que él no podía hacer nada.

—Pero esta vez fue diferente, Cami, esta vez hice algo horrible...

— ¿Aaron, que hiciste? –pregunte imaginando lo peor.

—Lo maté.

Lo mire y vi que comenzaba a llorar. Sin dudarlo dos veces me senté como pude y lo abrace, debió haber sido horrible.

Aunque su padre fuera un imbécil... él lo amaba.

—Era eso o me mataba, Cami –dijo entre sollozos —No tuve opción.

Verlo así me destrozaba.

Lo mire a los ojos y ahí me di cuenta de que nuestros rostros estaban demasiado cerca. Él me miro los labios y se acercaba lentamente. Me iba a besar y yo no lo detendría. Sus labios chocaron con los míos, era un beso muy dulce, no era nada agresivo. Sentía el sabor a salado ya que su lagrimas bajaron hasta sus labios. Se sentía tan bien...Pero tan mal a la vez, no podía hacerle esto a Adam.

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