Capítulo 22

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Capítulo 22.


Sentada en la silla más alejada a John finjo desayunar.

Ni siquiera meto la comida en la boca solo la picoteo, me da asco verlo a la cara.

—Camila, debes comer -levanto la vista y lo fulmino con la mirada.

—No tengo hambre -digo apartando mi plato.

El resopla.

—Camila... estoy intentando que nos llevemos bien -dice con tono cansado —Entiende que hace poco me entero que tengo una hija, y ahora estoy intentando recuperar el tiempo perdido.

—Claro -digo con un sarcasmo muy notorio —Entonces... ¿Por qué demonios me alejas de las personas que quiero?

Me levanto del asiento y él también.

—No me hables en ese tonito -Noté que intentaba controlar el tono de su voz. Estaba furioso.

¿Pero adivinen qué?

Yo estoy mucho más molesta.

— ¿Y cómo quieres que te hable? -digo caminando hacia él —Me encierras aquí ¿Y pretendes que te adore o algo así?

—Voy a salir -dice tomando su chaqueta del colgador —Puedes hacer lo que quieras.

¡Lo que quiero es salir de aquí!

Intenta besarme la frente pero doy un paso atrás.

Rueda los ojos, con un gesto cansado y se va.

Tengo que encontrar a Elena. Me paseo por la enorme casa y la buscó. Recorro todos los dormitorios y no la encuentro, voy hacia la salida de la casa y veo a un guardia ahí. Doy media vuelta, mejor voy al living y para mi suerte la veo limpiando.
Me acerco a ella con cuidado de no hacer mucho ruido. Toco su hombro.

— ¡Aaay! -Grita asustándome a mí.

Doy un respingo hacia atrás que me hace chocar por la mesa y caigo.
Mi cabeza se golpea fuertemente contra el piso y me viene un dolor de los mil demonios.

—Oh... No... -dice mientras me ayuda a levantarme- Lo siento, por Dios no sabía que eras tú perdón...

Sonrió y me froto la cabeza, hago una mueca por el dolor que siento.

—Tranquila -digo y me recuesto como puedo en el sofá- ¿No tendrás algo para el dolor?

— ¡Sí! ¡Me siento una tonta! Ya te lo traigo, señorita -Sale corriendo hacia la cocina.

Menudo golpe me di. La cabeza me va a explotar ¿Por qué me pasan están cosas a mí?

— ¿Estás bien? -giro mi cabeza y veo a un guardia.

Parece de unos treinta y picos, moreno de ojos negros.

—Caí y me golpee la cabeza -Digo algo desconfiada de esa cara seria que tiene- Pero ya Elena me traerá algo para él dolor.

Cuando oye ese nombre sonríe.

¡El hombre sabe sonreír!

—Señorita, conseguí un ibuprofeno... -Sus palabras se pierden.

Para ser exactos, se pierde justo en el momento que ve al guardia "Cuyo nombre desconozco"

Se sonroja y aparta la mirada.

—Claro -digo viéndolos a ambos con una sonrisita.

Ella se acerca y me pasa el vaso junto con la pastilla, mientras él guardia la mira de arriba a abajo.

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