Capítulo 4

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Capítulo 4.

Narra Camila

Odio preparar café en esta cafetera, yo sé que esta cosa del demonio esta en mi contra, Livy la nueva camarera se encarga del café creo que ya se dio cuenta de que esa máquina y yo no nos llevamos bien, creo que ya me hubiesen echado hace tiempo, pero si me echan ya no habrá tarta de limón que es lo que más se pide aquí, una vez traje la tarta y a mi jefa le encanto así que convencí a mi abue de hacerla para venderla aquí , y si me voy ya no habrá tarta.

Livy es muy simpática, tiene unos veinticinco y es morena de ojos oscuros, no hablo mucho con ella, no es por nada sino que no tenemos ningún tema de conversación y evito cualquier incomodidad entre nosotras.

Miro la entrada y veo a Hayley entrar por la puerta, se ve que está algo molesta pero cuando me ve le aparece una sonrisa en el rostro.

—Hey, Mila –dice caminando hacia a mí — Perdón por lo de hoy, me tuve que retirar, mi mamá está enferma y tengo que cuidarla, no hay problema con eso, ¡pero ella abusa de mí! me pide que limpie la casa, cocine... y que le compre un café. – Decía mientras enumeraba con sus dedos.

Sonreí.

Esta chica habla mucho.

—No hay problema –digo encogiéndome de hombros.

—Mmm, y ¿qué paso con Adam?

Al escuchar ese nombre sentí unos escalofríos por todo mi cuerpo.

—Ahora termina mi turno –digo mirando mi reloj — ¿No podemos dar un paseo por ahí? Hay algo importante que debo contarte.

Su sonrisa era enorme y empezó a dar saltitos como una niña pequeña.

Miré por todos lados para ver si alguien nos veía, pero todos estaban bebiendo café o charlando así que no nos hacían caso.

— ¡Oh mi dios! es nuestro primer paseo como amigas y me vas a contar algo importante –dijo emocionada.

—Sí, pero no puedes decirle a nadie lo que te voy contar.

—Nuestro primer secreto –dijo llevándose las manos a la boca—Juro que no diré nada ¡Vamos!

— ¿No tenías que comprar un café?

—Nah, diré que no había.

—Espérame aquí –dije y ella asintió.

Fui a avisar que mi turno terminó, me despedí de Livy y de uno de los cocineros que no sé su nombre.

Hayley y yo salimos de la cafetería y fuimos a una plaza, allí le conté todo.

— ¡Lo sabía! sabía que él te quería para echar un polvo –dijo suspirando—tienes que alejarte de él, Mila.

—Claro que me alejare —Digo de manera automática— me sorprende lo idiota que pueden ser los chicos de ahora pobres de las chicas que crean en sus palabras.

—Nah, ellas se lo buscan solo por acostarse con un chico. Yo sé cómo terminará todo si te metes con alguien como Brooks, enamorándote y él rompiéndote el corazón.

Suspiré, ella tenía razón.

—Creo que nos entendemos.

—Así es, ¿sabes? Siempre quise tener una amiga -Dijo retorciendo un mechón de su cabello — Antes todas se alejaban de mí... pero cuando te vi supe que seriamos grandes amigas.

—Me alegra haber chocado contigo.

—A mí también –saco su celular y miro la hora — Ups... mi mamá me va a matar, nos vemos mañana.

Nos dimos un abrazo y se fue caminando.

Maldita sea ya estaba anocheciendo, le tengo un temor a la oscuridad, caminaba rápido, lo peor es que soy una miedosa en esto de estar sola por ahí, pero al ver una película de terror no me asustaba.

Creo que ya estoy alucinando, porque creo que esa 4x4 negra me está siguiendo intento mirar quien conduce pero los vidrios son negros y no me deja ver quien conduce, acelero el paso pero el auto sigue siguiéndome. Se posiciona a lado mío y yo paro para ver quien está ahí.

¡Mierda!

—Sube, te llevo hasta tu casa –dijo con una sonrisa jodidamente perfecta.

—No.

— ¿Subirás por las buenas o por las malas? –pregunta mirándome.

¿Qué cree?

¿Qué saldré corriendo hacia su auto?

Pues no.

Solo sigo mi camino ignorándolo, hasta que siento que me levantan como un saco de patatas.

— ¡Adam, bájame ahora! -Dije gritando.

—Te lo advertí.

Esto era irreal ¿Intentaría violarme o algo por el estilo?

¡Jesús! Hay muchas chicas ¿Por qué yo?

Abrió la puerta del lado del acompañante y me metió adentro, me puso el cinturón y luego me miro directamente a los ojos, estaba tan cerca que sentía su reparación en mi rostro.

Tenía la respiración agitada, como si hubiese corrido una maratón, mi corazón no podía aguantar tanto, además el mirar esos ojos solo hace que mi corazón dé un brinco más.

—Eres hermosa –dijo acariciándome la mejilla— ¿No reconsideraste mi oferta?

— ¿En serio piensas que aceptare? Voy a denunciarte por secuestro.

Rozó mis labios con los suyos y sentí esa corriente que hace mucho tiempo no la sentía.

— ¿Sentiste eso? –no respondí solo lo mire— imagínate que sentirías si estamos tu y yo cuerpo a cuerpo sin ropa.

— ¡Aléjate de mí! —Digo empujándolo con fuerza—, no sé qué te piensas que soy pero amigo una puta no lo creo.

—Yo no dije que lo seas.

—Pero me estás tratando como a una.

Se lleva una mano hasta su cabello.

—Eres diferente, eso me agrada.

Cierra la puerta y yo intento pensar porque demonios no estoy corriendo fuera de este auto. Subió al auto y lo puso en marcha.

— ¿Me das tu dirección?

— ¿Y cómo para que voy a dártela?

— ¿Para llevarte a tu casa? —Pregunta con burla.

Arqueo mis cejas.

—No te la voy a dar, mejor déjame bajar.

—Oh vamos, lo haces todo complicado.

Estoy cansada, hoy fue un día demasiado duro en el trabajo y también en la Universidad, así que ¿Por qué no? Le doy mi dirección a regañadientes y él sonríe mientras me lleva a mi casa, no hablamos y tampoco esperaba que lo hiciéramos. Al llegar me apresuro en bajar.

— ¿Ni un gracias?

Me agacho a la altura de la ventanilla para mirarlo.

—Debido a que me trajiste a mi casa sin que yo te lo pidiera veo innecesario el agradecerte.

Se ríe.

—Mejor piénsate mi propuesta.

—Y dale con la propuesta.

Camino hacía mi casa oyendo el auto irse y me adentro a mi hogar.


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