Son las seis de la tarde y yo todavía no estoy en mi casa. Estoy caminando con el brazo de Diego sobre mis hombros. Él ríe mientras yo le cuento una anécdota de mi infancia. Su risa contagiosa provoca que ría con él. Vamos en dirección a Brush Street, cerca del metro, para poder conocer las juntas a las que él va. Me dice que hay mucha gente y que nadie te hace daño. Cuatro días a la semana se reúnen en diferentes estaciones para pasar un buen rato. Todos comparten y a veces van a un parque cercano y hacen una pequeña fogata. Para mí suena interesante. Pero estoy nerviosa, nunca en mi vida he ido a esas cosas. No soy muy abierta para los demás. Y estar en un lugar lleno de gente desconocida, me pone la piel de gallina.
Caminamos por Gratiot Avenue y doblamos a la derecha. Ya escucho muchas voces intercambiando palabras. Me apego más a Diego y él sonríe, dándome un beso en la frente. Reconozco al chico que le habló a Diego al otro día, Jorge creo que se llamaba... él se acerca a nosotros y choca sus manos contra las de mi acompañante. Me mira y me sonríe, me da un beso a la mejilla y se presenta ante mí. Le digo mi nombre en voz baja, con la timidez y el nerviosismo comiéndome la garganta. Él suelta una carcajada y me dice que aquí se me quitará toda la vergüenza.
Le regalo una sonrisa y Jorge se coloca a mi lado y junto con Diego caminamos los cuantos metros que nos separan del gran círculo de gente que está sentada al lado de la estación.
-¡Atención, chicos! -exclama Jorge. Todos voltean y esperan atentos a lo que Jorge va a decir-. Tenemos una nueva integrante a nuestro grupo. Ya saben lo que hay que hacer.
Bajo la mirada llena de cobardía. Escucho como todos se paran y se acercan a mí. Calculo unas treinta personas. Se colocan frente de mí y en un rayo de luz todos están con sus brazos abrazándome delicadamente. Veo a Diego detrás de todos y me dedica una sonrisa. Me dejo llevar por la hermosa sensación que estoy sintiendo.
Se separan y me sonríen. Les devuelvo la sonrisa y todos vuelven a sus puestos. Me siento entre Diego y Jorge. Diego en un movimiento brusco, obviamente no lo hace con intención, choca con mi hombro y hago una mueca de dolor. Cierro los ojos con fuerza y ahogo todas las malas palabras que están por salir de mi boca. Aprieto la boca y me sobo el brazo.
-¿Qué sucede? -me pregunta con tono preocupado.
No le respondo. El dolor me consume y no me deja articular palabra. Niego con la cabeza, tratando de darle una señal de que no puedo hablar en esos momentos. Él no me hace caso y me toma la cara.
-Tini, preciosa, ¿qué pasa?
Inhalo una gran cantidad de aire y luego boto varias veces. Cada segundo que pasa el dolor va disminuyendo y mi respiración vuelve a ser normal.
-Sin querer me pegaste en el hombro, tengo un moretón ahí -le digo en un hilo de voz. Él me mira serio y lentamente me baja la manga del chaleco. Abre los ojos como platos al ver el resultado del golpe que me dieron en la cafetería. Se lame los labios, nervioso, y deposita un beso en el inicio del hematoma.
-Lo siento -murmura.
Asiento con la cabeza y le acaricio el cabello que se posa en su nuca. Suelto una risa al verlo cerrar los ojos, disfrutando de mi roce contra su cabellera. Observo al grupo, agradezco al ver que nadie se dio cuenta de lo que acaba de pasar. Están conversando entre sí, todos felices, olvidándose de las malas cosas que pasaron en el día. Sonrío al sentir los brazos de Diego envolviendo mi torso y apoyando su cabeza en mi hombro, mientras volteamos a ver a Jorge que está por decir algo.
-Bueno, como todos saben, cuando hay alguien nuevo, aquella persona tiene que decir la razón porque está aquí -dice mientras me mira-. Y no me digas que fue porque Diego te trajo, eso no cuenta.
Todos ríen y la sangre se acumula en mis mejillas. Trago saliva y pienso bien las palabras que voy a decir. Siento todas las miradas sobre mí y me muerdo el labio.
-Para... ser feliz -susurro. Diego aferra su mano con más fuerza contra la mía-. Para tener amigos, para pasarla bien, pero especialmente para ser feliz.
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Abrazos Gratis |Dietini|
Fanfiction"Algunas veces no encontramos las palabras adecuadas para expresar lo que sentimos, el abrazo es la mejor manera. Hay veces, que no nos atrevemos a decir lo que sentimos, ya sea por timidez o porque los sentimientos nos abruman, en esos casos se pue...