Capitulo 48

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  —Bueno, como ya saben, su madre, hermana y padrastro serán dados de alta hoy. No es mucha información que tengo que darles, sólo que necesitan por lo menos la pequeña y el señor Robin una semana de descanso severo y mucho líquido, especialmente a la niña. Con respecto a su madre, necesitará un jarabe que ayuda con el funcionamiento del estómago con la parte digestiva, que fue donde tuvo el impacto y está muy delicado y necesitará estar en cama más de una semana. El jarabe se lo daré por escrito para que lo compre aquí en nuestra farmacia.

Asiento con la cabeza y tomo el papel donde sale el nombre del remedio que tengo que comprarle a mamá. Lodo lo guarda en su cartera y dice que ella lo hará, y en el oído me susurra algo que no logro entender mucho pero sé que tiene que ver con Diego. Nos quedamos sentados en la sala de espera del pasillo E, donde está mamá, que la sacarán en silla de ruedas. No tengo idea que harán con Robin ni con mi hermanastra, pero bueno.

—¿Estás feliz? —dice Diego y me sobresalto por estar tan metida en mis pensamientos. ¿Lo estoy? Ósea, mi mamá sobrevivió a un choque mortal. No he perdido lo que es mi familia. Pero no me siento del todo feliz, pero lo estoy... ¿no?

—Claro —le respondo no muy convencida. Él pasa su brazo por mis hombros y me da un beso en los labios. Ok, eso me tomo desprevenida y me ha dejado sin aliento.

—¿Y eso? —le pregunto con una sonrisa tonta en mi cara.

—¿Un beso será? —se ríe y es música para mis oídos. Clava sus ojos en mí y por primera vez, no me estoy sonrojando. No siento calor. Ni pudor. Sólo que le estoy diciendo todo lo que lo quiero por nuestras conectadas miradas—. Te quiero.

—Y yo a ti.

Aunque para mí, un "te quiero" no es suficiente para demostrar lo que siento por él.

Las horas pasan y estoy muy orgullosa de ver a mi mamá en su casa. Mi mamá odia las clínicas, porque mis dos abuelos murieron ahí de la misma enfermedad. No sólo le asustan, le dan pánico y le entiendo. Cande tiene unas estrechas cicatrices en su mejilla izquierda, pero gracias a una crema que me recomendó el Dr. Widermann podrá borrarse pronto. Robin no está tan mal del rostro, pero su pecho, espalda y el brazo derecho son los que sufrieron más daños. Tiene los puntos todavía y las secuelas de la operación que tuvieron que hacerle. Mi mamá fue la peor, ya que se quebró cuatro costillas y casi se queda sin estómago y tiene un gran tajo en su abdomen que hasta a ella le da vergüenza mirar. Está muy delgada, los pómulos los tiene más marcados que antes, las clavículas le sobresalen exageradamente y hasta puedo verle el esternón.

Cuando entro a mi habitación mientras Diego se queda hablando con mi madre en el primer piso, veo como había olvidado cómo era. Los veladores y muebles están cubiertos de una fina capa de polvo, la cama intacta, la televisión se ve como sí no hubiera sido usada en años. Eso sí, siento un olor peculiar. No es de sucio, o abandonado. Es como... perfume. No cualquier perfume. Se me hace bastante familiar, pero no puedo recordarlo.

—¡Martina! ¿Podrías ayudarme a subir a Cande? Tiene ganas de dormir, no deja de llorar —escucho la voz de Diego llamándome. Corro escaleras abajo y tomo a Cande en mis brazos con mucha delicadeza, como sí lo hiciera demasiado brusco su diminuto cuerpo se desarmaría en mil pedazos. La llevo a su cuna y me quedo acariciando su rostro. Delineo con mi índice su cicatriz algo inflamada y los escalofríos vibran por cada una de mis vértebras.

En menos de cinco minutos, cae en un profundo sueño. La arropo y voy de nuevo abajo. Ayudo a Robin a subir las escaleras y lo dejo descansando en la cama que tienen con mamá. Mamá no quiere dormir. Pero sus facciones se ven tan agotadas que tengo que obligarla a la fuerza junto a Diego para que tome una siesta, y al final, simplemente se queda dormida junto a Robin.

—Estoy cansada —digo tirándome a mi cama y me río. Diego se tumba a mi lado y de inmediato coloco mi cabeza en su pecho. Aspiro profundamente su cuello y deposito un pequeño beso. Abro los ojos de golpe.

Y ahí me doy cuenta de que el olor que tenía mi alcoba era al perfume de Diego.  

Abrazos Gratis |Dietini|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora