Capitulo 21

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¿Qué? ¿Cómo? Dios... ¿qué hago ahora?

Con timidez acuno su rostro en mis manos. No sé que demonios estoy haciendo, simplemente el espíritu de otra persona está dentro de mí, provocando movimientos involuntarios que no puedo y tampoco quiero controlar. Sus ojos están posados en mí, mirándome fijamente, esperando a qué haga algo. ¿Pero qué puedo hacer?

Mrtina, no seas idiota -dice una voz en mi interior-. Bésalo.

No. No podría hacer eso. ¡Quedaría en completa vergüenza! Estoy segura que él sólo se refería a que debería abrazarlo y decirle que él es lo suficiente para mí, para ser mejores amigos, para nunca dejarlo solo. Pero... ¿besarlo? ¿Yo, besar a mi mejor amigo? ¿A la persona que está con Mercedes? ¿Esa persona que hizo un trato sólo para defenderme de una terrible golpiza? ¿Esa persona que me salvó unas mil veces en este poco tiempo? ¿Esa persona que pudo hacerme seguir adelante? ¿Esa persona que... a través de un abrazo gratis pudo transmitirme confianza y cambiarme la vida?

Quiero. Quiero, y mucho. Pero no puedo hacerlo. No tengo las agallas para besarlo. Sacudo levemente la cabeza y levanto la mirada para encontrarme con esos ojos expectantes, intimidantes y preciosos que aguardan por algo que yo jamás podré hacer.

Deslizo mis manos de su mandíbula a su nuca. Enredo mis dedos en la porción de cabello que crece ahí, haciendo que él cierre los ojos por la sensación.

Estoy sudando, la sangre me arde y un gran bulto se apodera de mi estómago impidiéndome respirar bien. Me estremezco al sentir uno de sus dedos presionar contra mi pómulo, para luego pasar a mi cintura y apegarme más a su anatomía. El nerviosismo es obvio, tanto, que me flaquean las piernas. Creo que me voy a caer. Pero eso sería lo más vergonzoso que haría en mi vida.

Con las manos temblando, intento tomar la iniciativa y acercarme un poco más a él. Bueno... es algo de lógica, pues sí Diego no hubiera querido besarme no estaría en el lugar que está ahora. Está a aproximadamente a unos quince centímetros de mi cara. Con sus brazos enredados en mi cintura, la mano izquierda posada en mi mejilla, con sus abrasadores ojos mirándome con una intensidad indescriptible. No pasa ninguna partícula de oxígeno entre nuestros cuerpos, están pegados a la perfección. ¿Este momento pasará cómo en las novelas o películas? ¿Qué lentamente se acerca a mí y unimos nuestros labios? ¿Luego del beso confesará que está loco por mí? ¿Qué lo único que quiere es estar conmigo? ¿O simplemente algo interrumpirá este precioso momentos?

Demasiado tarde, Martina. Eres muy inteligente que siempre tienes que pensar todo. ¿Por qué no te arriesgas sin pensar lo que digan? Argh, te odio Martina Stoessel, estoy terriblemente decepcionada de ti y tus estúpidos espectáculos intelectuales.

La voz de Mari resuena al otro lado de la habitación anunciando que el almuerzo ya está listo sobre la mesa. Rápidamente me separo de él, con los ojos muy abiertos. Abro la puerta y literalmente salgo echa un rayo al comedor.

-Tini, espera.

Su dulce voz llena mis oídos. Me volteo, encontrándome con su silueta a la mitad de la escalera. Entumida y casi a la fuerza, mis piernas responden avanzando unos cuantos peldaños para quedar lo suficiente cerca de él para poder escucharlo.

-¿Mmm? -respondo con un sonido de garganta. Él se rasca al nuca nervioso y se me viene a la mente el momento que hundí mis dedos en su desordenada cabellera. Cierro los ojos con fuerza tratando de borrar aquella imagen de mi mente y mi piel se eriza al escuchar su respiración demasiado cerca de mí.

No quiero levantar la cabeza.

-¿Podrías explicarme que fue todo eso? -pregunto con voz firme, pero a la vez casi inaudible. Tengo los pelos de punta y mi cuero cabelludo pica con frecuencia.

Abrazos Gratis |Dietini|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora