Capitulo 45

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  Me comienzo a poner nerviosa cuando los párpados de Diego empiezan a cerrarse. Debe estar agotado. No puedo llamar a Mari a esta horas de la madrugada. No me queda más remedio de que duerma conmigo. No creo que sería buena idea que los padres de Lodo vean este espectáculo cuando vuelvan por la tarde de mañana o que lo acueste en el sofá. Así que termino mi pedazo de pizza y retiro el vaso de agua helada vacío de la mano de Diego.

—Die —lo llamo y él se voltea con los ojos somnolientos. Hace un movimiento hacia arriba con la barbilla, para que siga hablando—. Vamos a... acostarnos.

Él asiente con la cabeza e intenta levantarse, colocando sus manos a ambos lados de la mesa para hacerse un apoyo, pero no lo consigue y su débil cuerpo poseído por la borrachera cae rendido en la silla. Voy de inmediato a ayudarlo, colocando un brazo de él sobre mis hombros y rodeando mi brazo restante por su cadera. Él me toma por la cintura y con todos mis músculos contraídos por la fuerza que estoy ejerciendo, comenzamos a caminar hasta las escaleras. Fue casi un parto poder subirlo, pero Lodo se ofreció a ayudarme.

Al llegar a la habitación, él con dificultad se sienta sobre la cama y se pasa una mano por el pelo. Le da hipo y yo ahogo una carcajada. Elevo las almohadas y saco mi pijama para caminar hasta el baño.

—¿Te da vergüenza cambiarte frente de mí?

Me volteo hacia él con las mejillas teñidas de escarlata. Él levanta las cejas y su boca expulsa adorables carcajadas. Aprieto mi lengua entre mis dientes.

—Sólo...

—Está bien. Aunque lo encuentro insólito después de lo que estuvimos apunto de hacer eso hace unos días.

Se encoje de hombros y sus ojos empiezan a cerrarse de nuevo, pero hace lo posible para seguir despierto. Me humedezco mi labios mientas recuerdo el momento de ambos en la cama, besándonos apasionadamente y semi desnudos. Saco mi sweater, quedándome con mi sudadera. Diego apoya su espalda en la pared, cruzándose de brazos, me imagino que disfruta del espectáculo.

—Por lo menos podrías disimular que me estás mirando.

Se muerde el labio para aguantar la risa y esconder una sonrisa burlona. Me mira por el rabillo del ojo cuando situo mis manos en el inicio de la remera. La deslizo por mi torso lentamente, quedando en brasier. Sé que me está mirando, así que me digno a mirar mis pies. Le doy la espalda y desabrocho la prenda con rapidez, para taparme con la parte de arriba de mi pijama.

Escucho como se ríe detrás de mí. Niego con la cabeza sonriendo para mis adentros.

—¿Te meterás con jeans a la cama? —me pregunta arrastrando las palabras. En el idioma de Diego es "sácate rápido los pantalones y métete a la cama".

Ahogo una risa irónica y desaparezco los pantalones que cubren mis piernas. Diego silba.

—Me cae bien tu parte trasera.

Oprimo una sonrisa tímida, con mis mejillas tomando un color rosa fuerte y me subo los shorts del conjunto. Abro mi clóset y le lanzo su camisa, ya que como estábamos enojados no tuve la oportunidad de darle la ropa que usé la otra vez. Él pone los ojos en blanco. En un abrir y cerrar de ojos, toda su vestimenta está desparramada por el piso de mi habitación. Bueno, claro que se quedó con su ropa interior.

—Sabes que duermo así. Ya hemos dormido juntos. No necesito esta estúpida camisa —dice y oprime una carcajada.

Me cepillo los dientes en el cuarto de baño y cuando vuelvo a mi habitación, está ya enredado entre las sábanas de mi cama al lado de la pared. Bien, tendré que ir a la ventana y congelarme. Tal vez el trago lo pone más listo. Presiono el off del interruptor y la alcoba se oculta en la oscuridad. Me uno a él, acostándome y rozando mi cuerpo con el suyo.

—Estás helada, ven. —murmura en un tono inentendible. Pero me abalanzo a sus brazos y él con gusto me envuelve entre ellos.

—Gracias —digo cuando mi cuerpo empieza a entrar en calor. Es delicioso esto en esta época de invierno—. Gracias por todo.

Siento como las comisuras de sus labios se curvan. Sus labios presionan contra mi mejilla.

—Te quiero, Tini. Dúermete.

Y con sus manos masajeando mi cuero cabelludo, caigo dormida en el lugar que siempre quiero estar: sus brazos alrededor mío, dándome todos esos abrazos gratis, que sólo él sabe dar.  

Abrazos Gratis |Dietini|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora